Capítulo 17- Despertar al revés.

113 1 0
                                    

Escrito por Kyla.

Capítulo 17 – Despertar al revés.

            –Grilla… Criza… Krilla… Kyla, ¡Kyla! –La voz de mi hermano despertó mi dormir.

            Abrí lentamente mis ojos, el sol me lo impedía hacer rápidamente. Me encontraba incómoda y dolorida, estaba pegada al cuerpo de mi hermano que se encontraba delante mirándome con sus ojos alterados. Miré hacia alrededor y estaba colgada de la trampa… Oh, la trampa. ¿Qué había pasado? 

            –¿Qué sucedió aquí? –Pregunté.

            –No lo sé, levántate Kyla, vamos, necesito romper esta cuerda así podemos escapar… –Oh hermano, tengo todavía sueño como para que empieces con tus quejas. –¡Kyla! ¡VAMOS!

            Ese grito realmente me sobresaltó. Nunca mi hermano se había puesto tan firme en algo, eso significaba que lo que sucedía era importante. Todavía no lo entendía.

              –Voy a romper la soga, prepárate para caer –Dicho y hecho.

No estaba preparada para esa caída. Caímos de unos tres metros del suelo y golpeé mis nalgas contra el mismo. Oh Dios, levantarse golpeándote tu atrás apretado por redes no era el mejor destino para una persona. En ese momento que caí me logré sobresaltar y despertar. Nos encontrábamos en el medio del claro descrito la noche anterior, era de día y la luz encandilaba toda la fauna. Había árboles por los bordes del claro y nosotros nos encontrábamos en una de sus puntas. A unos pocos metros se encontraban unas flores las cuáles eran concurridas por abejas que tenían el panal encima de ellas. Lindo trabajo, naturalmente habían encontrado el mejor lugar para su labor.

            Miré a Lázaro que se incorporaba despacio, sus ropas estaban rajadas, solo quedaban sus pantalones. Yo estaba preparada para mis transformaciones y usaba túnicas que no se iban a destruir, eran suficientemente grandes. A tres metros nuestro estaba en el campo un poco de nuestro pelo que había caído la noche anterior. Me picaba mi brazo y demasiado. Como una picadura de avispa, de hecho tenía una roncha del tamaño de mi dedo chiquito en mi piel.

           –Uh, ¡como pica esto maldita sea!. –Me quejé. –¿A ti también te picaron Lazarus? –Le pregunté.

            Mi hermano me miró con una mirada extraña, estaba ya incorporado y arrimó su mano hacia mí. Me ayudaría a levantarme.

            –Están lo bastante ocupadas con la miel como para atacarme, menuda suerte la tuya que alguna habrá parado en ti. –Me dijo– Debes ser muy dulce. –Se burló.

            –Bastante. –le contesté, no quería discutir. Me dolía la cabeza un poco. –¿Qué sucedió? ¿Por qué nos dormimos? –Le pregunté con cara de asombro.

            –No lo sé exactamente, pero creo que esta cuerda tiene algo que ver… –Respondió y se agachó hacia la red, con su uña afilada cortó un pedazo y lo tomó.

            –Ni lo huelas ni lo chupes. –Le aseguré– Una de dos, aunque yo no he lamido ayer esa cuerda.

            –Yo tampoco, pero creo que es el olor. –Me aseguró y acercó un poco su hocico, lo quitó rápidamente y puso cara de asco. –¿Crees que esta trampa la pusieron los guardias? –Preguntó.

            –No creo que eso sea posible, no tiene sentido alguno, algo más debe haber.

            Noté que mi hermano se quedó pensativo un instante, algún pensamiento lo atormentaba y pareciera como si tuviera alguna idea de quién habría podido ser.

            –¿Sabes algo al respecto, Lazarus?

            –¿De qué hablas, Corchea? Si supiera no hubiera tomado una siesta dentro de una red. –En eso tenía razón. Hizo un ademán de que lo siga. –Vámonos, tenemos que volver a casa, el viejo debe estar feliz de haber permanecido sólo toda la noche.

            En el transcurso del viaje conversamos sobre el olor que habíamos sentido, era muy peculiar, era una mezcla muy extraña entre olores fuertes como alcohol, gas y aceite. También nos percatamos de que en los alrededores había dos trampas más. Ésta vez el olfato de Lázaro nos dejó con vida, ahora conocía el olor del peligro en ese bosque.

Miré hacia delante y vi las murallas de Ciénaga, las poderosas y duras paredes. Rodeamos hasta la zona norte e ingresamos en la ciudad. Nos preguntaron nuestros nombres, claro, pues la noche anterior habíamos evitado a los guardias con nuestra velocidad. Las ganas de tirarse a descansar en una cama, por parte de los dos, eran inmensas. El señor y la señora Frank–Elaine volvieron de un trabajo de investigación a las cercanías del bosque.

            Llegamos hasta la casa luego de pasar por todo el camino, Rogger desde su casa nos observó con cara muy extraña. Nos percatamos de que el viejo se había quedado allí y que nos preguntaría qué había sucedido, ¿Sabría de aquello algo? Entramos y lo buscamos, lo encontramos durmiendo en su cama.

            –¡Vamos viejo, levántate! –mi hermano le gritó, yo me acerqué a mi cama y me senté en ella, otra vez sentía las mismas náuseas, algo me estaba causando ingresar en esa casa, debía de ser el olor a perro.

            –¿Qfn qnhen? ¡Démdmen dmrnmikr! –Balbuceó.

            –¡Vamos viejo! Necesitamos saber algo, ¿Cómo puede ser que duermas tanto? –le volvió a repetir mi hermano. El muerto se ríe del degollado.

            El viejo se incorporó lentamente desperezándose desde sus ojos hasta sus músculos. Nos miró a cada uno y miró al piso en estado de melancolía.

            –Me perdí la cena, ¿verdad?, ¡Lo sabía! Me iba a quedar dormido. –Sus muecas de tristeza eran casi idiotas, no tenía tanta cara de sueño pero si se notaba cansado.

            –Nunca comimos, nunca volvimos a casa hasta recién. –Contó Lázaro.

            –¿¡Qué dices!? –Se preocupó Ruppert.

            –Nos vimos atascados en una especie de trampa de redes en el medio del bosque, nos capturó y nos dormimos allí. –Lázaro parecía un loco explicando algo que le faltaba exactamente el fundamento principal ¿Por qué nos quedamos allí a dormir?

            –Sé que eres un burro, pero no creí que no fueras ni siquiera capaz crear una garra en tu mano para cortar las redes. –Lo burló.

            –Vamos viejo, tomate el tiempo que desees para burlarte. –Lázaro se sentó al lado de él y sacó el trozo de cuerda que había tomado. –Esto tiene algo que nos hizo dormir, este olor es una mezcla especial. –Terminó.

            –¿De qué hablas? ¿¡Esto es parte de la trampa!? –Preguntó.

            –De hecho, era casi la mayoría. –Me adelanté.

            –Oh, ya veo… Una mezcla muy rara, de algo estoy seguro, lleva aceite y alcohol. –Nada nuevo sabía que no hayamos supuesto nosotros solos. –¿¡Cómo han caído en una trampa así!? –Ahora se lo veía realmente preocupado– ¿¡Cómo es que lograron escapar!?

            –¡No conocía el olor y me guié por mi hambre!, no tenía idea de que algo así pudiera suceder. Nos salvamos, algo hizo que me despertara. Eso es lo importante, en fin. –Se excusó Lázaro, se levantó de la cama y vino hacia la mía a echarse a mi lado.

            –Ráscame Corchea, necesito descansar. –El niño si ahora quería mimos, que los vaya a buscar con su noviecita… Sin embargo no podía culparlo, así que comencé a rascarlo y me tiré al lado de él a descansar, mi amor por él era mucho mayor que cualquier persona, era mi hermano, mi querido y amado hermano que hoy me protegió como nadie.    El viejo quedó contemplando la cuerda hasta donde yo recuerde, tal vez atormentado por el peligro.

Lazarus - El Coraje OlvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora