Capítulo 04- El día de la lluvia soleada.

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Escrito por Kyla.

Capítulo 04 – El día de la lluvia soleada.

            –¡Levántate Lazarus!, vamos, tenemos que empezar a planear nuestra idea, acabo de cocinar un pastel de elotes para el almuerzo… Ven, vamos, a comer grandullón –Era pesada la acción de levantar a mi hermano, el hecho de despertar más temprano era porque tenía que cocinar algo para que él se levante. Era una marmota.

            Todo corría convenientemente, Lázaro y yo almorzábamos para empezar un nuevo día, el de ayer había sido algo que nos hizo dar que hablar por la noche y que nos mantuvo despiertos un buen lapso mientras opinábamos sobre lo ocurrido. La comida fue rápida, el día anterior fue nula, el hecho nos asqueaba y se repetía en nuestras cabezas una y otra vez.

            –¿¡Qrr vramosh a hcr huy!? –Balbuceó Lázaro.

            –Si te quitas la comida de la boca y me lo preguntas bien, a lo mejor, yo podría contestarte de la misma forma. –Cuando terminó mi queja, Lázaro empezó a tragar.

            –¿Qué tener pensado usted hoy hacer, lady mía?

            –¿Enseñarte a no hablar como un idiota, quizá?... ponte tus pantalones y camisa rápido. Nos marchamos a investigar la ciudad, nos quedan temas pendientes, necesitamos encontrar la biblioteca de la ciudad y trazar bien nuestros planos, deben estar allí lo que buscamos, es donde recolectan toda la información. Hoy a la mañana fui de compras y adquirí un mapa y tintes, ropas también, hoy tendremos trabajo de escribanos. –Expliqué a Lázaro.

            –¿Para qué queremos planos?, ¡Vamos a buscar al maldito Garriguer y terminemos todo esto!… –Al ver que mi cara era de incredulidad total, dejó de lado la ardua tarea de vestirse mientras comía y prosiguió. –Bueno, también podemos, si quieres, buscar la biblioteca de la ciudad, a mí también me queda el mismo interés que a ti sobre lo que pasó el otro día en el bosque. –Cuando terminó de hablar empezó a vestirse nuevamente, pisó mal sus nuevos pantalones y cayó al suelo de espaldas creando un ruido bastante perturbador.

            –Creo que también vamos a tener que buscar algunos planos para enseñarte como ponerte unos pantalones, o sino bien, compraremos una pollera. –Lo burlé.

            –¡Cállate Corchea! ¿¡No ves que estoy creciendo y estoy aprendiendo a controlar mi cuerpo!? ¡Déjame en paz ya!

            Había algo que todavía Lázaro no sabía, había sentido aquella sensación de tener el cuerpo distinto también cuando empuñé la espada, pero todavía no era un dato crucial que pueda cambiar todo su pensamiento, de hecho, su inteligencia no era tan sana como para comprenderlo, así que decidí obviarlo por el momento.

            El día era soleado. Las casas se erguían delante del sol que levitaba alto y empalagaba de rayos de luz toda la ciudad. Desde donde nos encontrábamos podíamos ver la alta torre central de la ciudad de Ciénaga y podíamos distinguir los distintos edificios gubernamentales. Seguramente, alguno de esos era la biblioteca de la ciudad de Ciénaga, era sólo cuestión de buscar.

            Caminamos por las calles entre nuestros vecinos directo al centro, queríamos despejarnos de todo lo ocurrido. Donde habíamos ido lo dejamos de lado, aunque prácticamente nos dirigíamos al mismo lugar, bordeamos las calles para ni siquiera acercarnos al parque principal, nuestra idea era perder todo recuerdo sobre ello, era una solución bastante complicada, pero la mejor. Aunque sabíamos que al final de cuentas, no lo íbamos a poder evitar.

Lazarus - El Coraje OlvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora