Capítulo 28- ¿Dónde está tu Dios ahora?

79 1 0
                                    

Escrito por Lázaro.

Capítulo 28 – ¿Dónde está tu Dios ahora?

               La caminata siguió a sólo cincuenta metros de Rizza. El viejo ya se había detenido en un comercio. Suavemente le dije en el viento que ante cualquier situación, el otro no pusiera en riesgo su vida y lo salve cuando pueda. En este momento no era el indicado, estaba rodeado de guardias. Aunque quizá, contra cuatro nos podríamos llegar a cargar.

            Noté que uno de los guardias que se encontraba con Rizza llevaba encima una especie de funda, no era un arma a pólvora ni su espada reglamentaria, era una lona negra que se encontraba sobre su espalda, como si fuera una capa.

            –¡Oiga! ¡Señor! –Escuché detrás.

            Estaba muy atento como para saber que esa voz concurría del mismo lugar en espacio y tiempo dónde venían los guardias. Me detuve, haciendo como si no hubiera escuchado a mirar un puesto de frutas.

            –¡Señor! El del atuendo verde. –Mi cara todavía se percibía tranquila, como si nada me estuviera llamando a mí.

            Miré por encima, pregunté un precio de una manzana que se veía muy apetecible, el comerciante solamente miró hacia mi flanco izquierdo y apuntó con un dedo temible, como queriéndome explicar algo antes de venderme.

            –¡Señor, le estamos llamando a usted!. –El guardia me tocó la espalda y yo reaccioné.

            Antes de eso noté que los que rodeaban a Rizza, a unos veinte metro, habían fijado su mirada en mí. También que el número de soldados que estaba con ella había aumentado a diez. Eran doce soldados y un capitán. Esto no pintaba bien.

            –Sí, ¿Señor? Perdone. Estoy un poco sordo. –Mentí.

            –Discúlpeme, buen hombre. –La cara del guardia llena de arrogancia, me miraba de una forma tierna, como si fuera una simple abuelita. Esto ya estaba fuera de mis manos.

            Miré al viejo por detrás del guardia y le pedí con mi cara que no ataque ahora, que vuelva y se esconda. El viejo entendió aquella señal. Tendría que salvarme luego, antes de que me acribillen o me fusilen y él lo sabía bien. Se puso su túnica por encima de la cabeza y se echó hacia atrás lentamente. Desapareció en una calle por el costado. De la misma en ese instante salió otro hombre. Rogger contempló la imagen, horrorizado, le miré con la misma cara que al viejo, sólo que Rogger no se retiró, simplemente se quedó contemplándome.

            –¿¡Está escuchándome, señor!? –Mi ensimismamiento cedió. El guardia miró hacia atrás y Rogger disimuló perfectamente. –Necesito saber su nombre, señor.

            –Mi nombre… Mi nombre… –Mi cerebro no funcionaba, tardé unos segundos antes de contestar. –Mi nombre es Jevé. ¿Qué sucede?.

            Las sonrisas de los dos guardias aparecieron a esplendor.

            –Pequeña rata, no te escaparás ahora, Jevé…

            Golpeé a los dos guardias con una fuerza increíble. El primero salió disparado hacia atrás y el segundo estrelló contra mi costado, en el comercio de frutas. Empecé a correr, necesitaba hacerlo, puse mis piernas en movimiento cuando algo me detuvo en seco y me hizo caer al suelo. Detrás de mí cuatro guardias se imponían ante el sol. Lo que parecía una capa había sido usado exactamente para detenerme, una red que estaba oculta dentro salía por la espalda de costado al hombre, los cuatro me detenían, se acercaban a mí poco a poco y me tomaban a la fuerza. Utilicé todas mis fuerzas, mis bocanadas de aire eran enormes pero lentamente empecé a… Me arrastraban…

Lazarus - El Coraje OlvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora