Capítulo 38- Y el sol otorga.

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Capítulo 38 – Y el sol otorga.

            Entraron en la casa rápidamente. Lázaro observó rápido el cuerpo de Clare encima de aquella mesa. De lejos parecía que no se movía. Mientras entraban las preguntas volaban por doquier.

            –¿¡Qué le sucedió!? –Preguntó Gustav.

            –¿¡Qué sucede!? –Nuevamente Lázaro.

            Llegaron al lado de la mesa los tres y contemplaron el cuerpo de Clare. Un haz de luz entraba por la ventana y caía directo en su cuerpo, llenándola de magia. Ella estaba completamente transpirada, sus ropas estaban vagamente abrochadas y mojadas.

            –¡Está delirando! ¡Tiene fiebre!

            Gustav salió corriendo hacia la cocina y tomó de una gran pileta un caldero con agua. Acercó un paño y lo hundió en él. Le puso el paño mojado encima de Clare.

            Ella empezó a gimotear y moverse de lado a lado.

            –¡Clare! –La desesperación de Lázaro era mortal. Pensaba en todo lo que hacía falta vivir, en todo lo que necesitaba de ella, en todo lo que había luchado para que sean felices hoy. Entró en el delirio y se puso a llorar.

            –¡Lázaro no es momento de llorar ahora, corre y trae el libro, está arriba, en mi cuarto! –El herrero y su esposa estaban haciendo lo más posible, sosteniéndola y manteniéndola mojada. Echaron todo el caldero encima de ella por paños, hervía.

            El druida corrió a una velocidad increíble, saltando de a cuatro escalones. Subió hasta un pequeño cuarto encima. Estaba perfectamente iluminado y los detalles eran hermosos. Ordenado seguramente por una madre que le gustaba lo estructurado.

             –Cómo me gustaría tener una vida así con Clare. –Pensó Lázaro, mientras miraba hacia todos lados buscando el libro.

             Detrás de la escalera, dando la vuelta para subir al cuarto, se encontraba una pequeña mesa de madera donde solamente había una lámpara y el libro al lado. Lázaro no esperó, saltó por encima de los costados de la escalera con una fuerza brutal y cayó al lado de la mesa, tomó el libro y se tiró por el agujero iluminado que creaba el cuarto anterior.

            –¡Rápido! ¡Lázaro! ¡Busca algo para bajarle la fiebre!

            Oh, eso era lo que buscaba, Lázaro no había entendido todavía, tras la conmoción solamente había estado haciendo lo que le decían, tomó el libro ahora y buscó lo que había encontrado en la colmena.

            –Eureka, ¡aquí está! –La felicidad de Lázaro rebalsada totalmente.

            –Rápido, Lázaro, ¡Clare no aguantará más! ¡Está volando de fiebre! –Sophia le gritó.

            –Necesitamos… ¡Necesitamos un caldero lleno de agua!, agua pura. También necesitamos un fruto que contenga agua dentro, darle de tomarle eso luego de que le echemos agua encima por montones!

            Sophia se separó del cuerpo y fue a buscar lo necesario, consiguió el fruto rápido, Lázaro ni siquiera supo que era lo que había agarrado. Gustav fue directo a buscar nuevamente agua y llenar el caldero.

            –¿Estás seguro de esto, Lázaro?, es demasiado fácil. –Desconfió el herrero.

            –¡Dice que hay que darle el agua de fruta en un segundo, destrozándola en la mano del druida y que caiga en su boca, no dice más nada! –Lázaro dio vuelta el libro y se lo mostró desde lejos. –¡Aquí termina todo!

Lazarus - El Coraje OlvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora