Capítulo 23- El vaivén me golpeó.

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Escrito por Kyla.

Capítulo 23 – El vaivén me golpeó.

            Me levanté de mi asiento y miré el sol, que hermosa se veía la tarde que iba cayendo muy lentamente. Los pájaros cantaban y la gente alrededor no me molestaba en lo absoluto, mi mirada a la vida realmente había cambiado. Que hipócrita que fui.

            Pensé cuál era mi próxima acción. Volvería a la casa, seguramente tendría que esperar hasta el fin de la tarde para volverlo a ver. Que diferente era caminar por allí ahora. Abrí la puerta de la casa y entré, me giré para cerrarla cuando al terminar de hacerlo me percaté que había una figura parada detrás de mí. Me giré rápidamente para ver al invasor.

        –Kyla. –Su voz llenaba de fuerza el cuarto. Lushia había aparecido misteriosamente, de costumbre.

            –¿Qué haces aquí?

            –Vengo en busca de información, Kyla, ¿Dónde está Ruppert? –El tono místico nunca dejaba de aparecer en su voz y sus palabras eran concisas. Su cara no se veía debajo de aquella capucha. El verde tono parecía que nunca se descoloraría de su piel. Su cuerpo parecía brillar.

            –No sé dónde está, Lushia, no puedo ayudarte ahora realmente. –No lo recordaba… pero si, salí de mi ensimismamiento y lo pensé mejor. –Oh, espera, cierto, cierto, perdón, lo olvidaba. Dijo que querría devolver un libro a la biblioteca de la ciudad. ¿Por qué lo necesitas tan…

            No pude terminar mi frase, a través de ella, un viento empezó a recorrer por la casa y la madera crujió. El viento se dirigía por las ventanas hacia Lushia, algunas hojas también acompañaban esa danza que ingresaba fuertemente en mi hogar. Poco a poco mis ojos fueron cerrándose y cuando menos lo esperaba todo empezó a cesar… Lentamente pude abrir mis ojos y observé que ella ya no estaba allí.

            No sabía qué hacer. Lushia buscaba al viejo y no me encontraba en la disposición para ayudarla más que decirle dónde se encontraba. ¿Para qué lo necesitaría? ¿Qué querría con él? ¿Buscará algún plan?. Mis sentidos me decían que esto no figuraba bueno. Empecé a cocinar agua caliente por si mi hermano llegara luego de estos diez minutos de espera. Preparé un té y lo dejé caliente allí, en la mesa, me iba a disponer a sentarme.

            Otra vez el zumbido pasó por mis oídos, el viento empezó a arremolinarse detrás de la mesa, al contrario de la puerta, frente a la pared. Me sobresalté, Lushia volvía.

            Las figuras empezaron a aparecer lentamente, mis ojos no podían ver mucho pero divisé que Lushia llevaba encima a una persona. Mi hermano cayó hacia atrás lentamente y se golpeó contra el suelo. Socorrí en su ayuda, primero acaricié y luego golpeé su cara.

            –Ya tuvo semejante golpe contra el piso, lo hice apropósito, Kyla. –¿Por qué Lushia tenía esa manía de decir el nombre de la persona constantemente al terminar una oración?

            –¡Lazarus!, ¿¡Te encuentras bien!? –Me estaba desesperando.

            Poco a poco fue tomando conciencia de lo que sucedía alrededor. Se intentó levantar del suelo y lo logró a la primera, solamente su torso. Miró hacia ambos costados y me miró con una tristeza terrible.

            –¿¡Qué es lo que sucedió!? –Grité.

            –Tranquila hermana… Ya está todo b…

            –¡Pregunté! ¿¡Qué es lo que sucedió!? –No andaba para juegos.

            –Pues…

            –Lázaro intentó atacar al Capitán Garriguer y creó un escándalo en la plaza principal. –Las palabras de Lushia eran rápidas y se captaban mejor.

            –¿¡Que hiciste qué!? –Mis cabales estaban afuera, totalmente, no me quedaba ningún caballo. –¿¡Cómo eres tan idiota, Lázaro!? ¿¡No ves lo que puedes causarnos!? ¿¡No piensas un segundo en ti y en nosotros!?

            –Pero Corchea, escúchame, por favor… –Su cara no era para seguir gritándole, tenía una tristeza infaltable. No había fijado todavía mi mirada, pero le faltaba su remera, estaba parte desgarrada en su pecho, seguro por la transformación. –Me dejó… Clare no quiere verme nunca más.

            –Agradece que estaba allí buscando a Ruppert. Estuve dormida un tiempo largo. –Aseguró Lushia.

            No sabía si ‘dormida’ era realmente durmiendo, o tal vez, en su otro estado de personalidad.

            Todo era extraño en el ambiente. Lo que parecía una queja se tornó una tristeza infaltable. Mis instintos maternales aparecieron allí y lo abracé. Lágrimas brotaban por la cara de Lázaro, hoy entendía lo que era para él su novia, a esa relación que siempre negué por simple capricho. ¿Qué hubiera pasado si hubiera estado tan necia en el amor como hacía un par de horas antes de ver a Rogger? ¿Hubiera reaccionado igual?.

            Un golpe seco se escuchó detrás de mí y giré rápido mientras Lázaro acompañaba mi mirada. Lushia había caído al suelo y estaba como mareada.

            –Algo sucede… –Dijo.

            Socorrí en su ayuda para intentar levantarla. Lázaro me acompañó.

            –¿Qué es lo que pasa, Lushia? –Mi hermano le preguntó.

            –Siento… Fuego.

            En el mismísimo instante que la palabra zumbó y recorrió todos los rincones de la casa, una botella llena y con una luz, lanzada por la ventana ingresó a la habitación y se estrelló contra la pared de madera. Fuego surgió de la colisión, era una bomba molotov cargada. Mi hermano se levantó alerta y empezó a ayudar a Lushia a levantarse que sin necesitarla se reincorporó.

            Tres nuevas botellas entraron por la ventana y cayeron en cada punto cardinal de la casa. La puerta se encontraba rodeada de fuego y mi hermano estaba intentando abrirla, algo la sostenía de atrás.

            –¡No! ¡No la abras Lázaro! –Gritó Lushia y los dos la miramos mientras el humo nos cubría poco a poco. –¡Está lleno de guardias por ese flanco! Advertí su rostro, debajo de aquella capucha, sólo yo la vi.

            –Usaré la fuerza bruta para vence… –Fue lo último que escuché.

            La conversación me había mantenido al margen de la situación, el humo empezó a descompensarme y recaí sobre mis rodillas… No había tocado el suelo ya, cuando algo impactó sobre mi pecho y vi una gran explosión delante de mí. Dolor… Sentí un gran dolor al saber que lo último que hice hacía un rato, antes de esta situación, era haber insultado a mi hermano. Perdón… No debería haberlo hecho…

Lazarus - El Coraje OlvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora