Capítulo 35- El sonido es tu ruta, Lázaro, ¡Corre!

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Capítulo 35 – El sonido es tu ruta, Lázaro, ¡Corre!

             La estaca se apresuró a golpearlo. El momento estaba perfecto, el aire concilió la ruta y el arma llegó a casi un centímetro cuando Lázaro golpeó con su brazo el cuerpo de Garriguer y lo hizo caer contra el piso a su costado.

            –¿¡Qué carajo!? –gritó Garriguer. Se intentó levantar a regañadientes. Su costado era el que le dolía ahora.

            Lázaro intentó reincorporarse, sus fuerzas habían nacido de nuevo. Era momento de intentar pelear una vez más. Clare lo necesitaba. Poco a poco el fuego en su interior creció y sus heridas le dolían cada vez menos, mientras su adversario se reincorporaba, el druida contemplaba sus puños llenos de fuerza.

            El pelaje de lobo empezó a crecer y su hocico se transformó completo, sus patas y garras estaban por terminar y solo su torso parecía no completarse, pero su cuerpo se curvó hasta tocar el suelo.

            –¡Así que todavía tienes trucos, pequeño Druida! –Garriguer se quitó la sangre que había escapado por su boca, el golpe había sido casi mortal.

            Lázaro sintió una puntada en la costilla, el dolor había aparecido, cerró los ojos en su señal y se miró a un costado. El pinchazo poco a poco cesaba el dolor, y luego de unos segundos advirtió que sus capacidades eran aún mayores, la hemorragia estaba sanándose.

            –¿Duele, verdad? –Jack no sabía que había sucedido, naturalmente advirtió la mueca de ira en los colmillos de aquel lobo, delante de él. –Tú me has dejado otra como advertencia también, cachorro, eres fuerte. –Ahora miró su costado– ¡Pero no es momento para esto, luchemos, idiota!

            Nuevamente los contrincantes se juntaron en el medio, pero esta batalla era diferente ahora, Lázaro llevaba una forma de batalla extraña. Su cuerpo arremetió contra Garriguer y lo tumbó en el suelo, en el ínterin, su rival golpeó duramente al aire para sacárselo de encima sin poder lograrlo.

            Los colmillos de Lázaro se clavaban en todos los brazos del Capitán como si fueran espadas, cada colmillo pasaba por la piel y llegaba a tocarle el hueso, las lastimaduras se regeneraban rápidamente pero no llegaban a terminar hasta que otro colmillazo pasaba por encima, Garriguer estaba siendo vencido. Un momento después, las cuatro patas le flaquearon, Lázaro no podía aguantar el empuje y salió volando hacia atrás cayendo con su espalda.

            –¡Maldito perro! –Garriguer levantó sus brazos y los observó, sangre llovía de ellos, el dolor era punzante pero su ira vencía. Miró de nuevo a su rival, se levantó y lo corrió.

            Lázaro sintió como en ese momento otra punzada aparecía en su pecho, no era de dolor, sino de poder, su cuerpo estaba cambiando, sus pelos estaban creciendo, nunca aún había sentido aquél latigazo en su adrenalina, ¿Su transformación estaba siendo completada?

            Garriguer arremetió una embestida contra el lobo y lo estrelló contra la pared cercana de la colmena que despidió fragmentos y lo cubrió de polvos y escombros, Lázaro no sintió dolor, no sintió escalofríos, no sintió miedo, sintió poder. Se levantó en un periquete del suelo y le gruñó a Jack entre las rocas y el polvo. El tiempo había terminado y lo sabía. La cara de impresión y miedo aparecieron en el capitán cuando lo observó entre la neblina, sabía que aquél lobo había ganado el suficiente poder como para derrotarle, era un lobo inmenso ahora, medía hasta su pecho y sus dientes afilados superaban el tamaño de sus dedos, era un lobo del infierno, un lobo mortalmente poderoso, era… era un Druida.

            –¡Maldito lobo asqueroso! ¿¡Quién te ha puesto en mi camino!? ¿¡Dónde quieres ir!? ¡No lograrás nada en tu vida más que utilizar eso para correr! ¡Imbécil! –Garriguer estalló en furia y miedo, sus órbitas ya no existían, sus conexiones cerebrales habían desaparecido, vio en aquella mirada de Lázaro, la cumbre y terminación de su vida, pero no iba a terminar todo allí, ahora intentaría escapar.

            Garriguer vio la polvareda mientras Lázaro se quitaba los escombros de encima, moviéndose. Se tapó la cara y pateó al suelo, directo a la tierra. El humo cubrió los dos cuerpos y fue el momento de intentar escapar. Se dio media vuelta y corrió al centro de la habitación a buscar los pergaminos, la locura lo invadía y no había tiempo para lamentarse, tenía que correr sin importar nada. Sus piernas todavía estaban completamente funcionales y su poder hacía que corriera muy rápido. Llegó hasta ellos y escudriñó la puerta cuando escuchó un gruñido leve entre la niebla que lo obligó a mirar, todavía era presa de ese miedo escalofriante.

            Lázaro había tenido la habilidad de cerrar los ojos aunque algo del polvo entró en ellos, no lo había notado hasta ahora, tenía patas y no manos, no podía sacarse el polvo con ellos, no sería nada fácil. Los cerró y los abrió un segundo, cuando se dio cuenta que el ardor le ganaba de mano. Ya no sentía nada encima de su cuerpo, así que se irguió por completo e intentó abstenerse de abrirlos, un gruñido aclaró su garganta y analizó un instante la situación, el momento de silencio lo llevó a otro lugar.

            –¿Me recuerdas?

            –El sonido es tu ruta, Lázaro, ¡Corre!

            –¿Me recuerdas?

            –Lázaro, ¡Corre! –La voz le repitió.

            …

            –¿Papá?

            …

            –El sonido es tu ruta, hijo. –La voz terminó.

            Lázaro gruñó hasta crear un silencio abismal, Garriguer se puso en combate, mantuvo el silencio y miró hacia el humo que se iba disipando de a poco. La figura del lobo se alzaba frente a la luz de las antorchas y un bufido hizo ver una estela de aire salir de la boca de aquel animal salvaje.

            Garriguer selló su pié al suelo y lamentó haberlo levantado para ponerse en aquella posición, el guante de Corazón se encontraba debajo y el movimiento creó un sonido suficiente. No alcanzaron sus ojos para ver su velocidad, en un segundo aquel lobo estaba mordiendo su pecho e hincándole sus dientes hasta su principal órgano vital.

            Su poder… Su gloria… Su mundo… Su imperio. Todo había sucumbido.

Lazarus - El Coraje OlvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora