Capítulo 21- No digas adiós si no sabes mi verdad.

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Escrito por Lázaro.

Capítulo 21 – No digas adiós si no sabes mi verdad.

  Me levanté sudado. Supuestamente los días no estaban tan calurosos como para encontrarme así, tampoco sentí frío cuando me destapé mi pecho. La casa estaba muy silenciosa y mis ojos todavía no podían abrirse. ¿Qué es lo que te hace despertarte en un día tan... peculiar?

           Intenté lentamente, mis dedos empujaron mis ojos y los lavaron de lagañas durante un rato, cuando recién terminé todavía no podía abrirlos, ahora me ardían. Se escuchaba a Kyla en la cocina, como siempre. Los ronquidos del viejo no estaban, pero tampoco su voz, quizá esté en la mesa leyendo un par de libros.

            Poco a poco me incorporé.

            –Corchea... ¡Corchea! –Mi voz fue despertando lentamente.

            –¿Qué quieres holgazán? –Se escuchó a mi hermana exactamente del lugar donde había predicho.

            –¿Me dices la hora, por favor?

            –Es el medio día. Ya deberías estar en...

            Mi corazón dio un vuelco. Me levanté a las corridas, estaba más despierto que nunca. El viejo no se encontraba en la casa, seguramente había ido a devolver y tomar nuevos libros. Me vestí muy rápido, me lavé la cara en el tacho y me golpeé un poco la cara para despabilarme. Besé a mi hermana y le dije que me iría. Nos íbamos a encontrar con Clare al mediodía. Seguramente me estaba esperando, o si es que no soportó la espera, ya se hubiera ido, oh por Dios, por favor, ¡no!

            Salí de casa corriendo, escuché un grito detrás de mi hermana diciendo –Ven aquí tienes que comer al... –Pero pronto lo dejé de oír. Concentré todas mis fuerzas en saber si estaba ya ella allí o no. Pasé de largo una florería, parecida donde nos habíamos besado aquella vez, pero no era exactamente la misma, ésta se encontraba directamente al otro lado de la ciudad. Cuando me di cuenta y lo asimilé, regresé mis pasos y compré unas flores para ella, seguramente le agradaría el regalo. Corrí. No me percaté de nadie ni de nada, solamente veía el camino delante de mí como si fuera un hombre angustiado sin lugar a donde ir. Las personas me miraban extraño, intenté no sobrepasar la velocidad común y corriente para no levantar sospecha. Simplemente parecía un hombre que se había olvidado de algo o llegaba tarde a un lugar importante... ¿Parecía?

            Doblé varias esquinas donde no tenía que hacerlo, ¿Tan idiota me volví? No sabía por dónde iba, naturalmente quería llegar a aquella plaza y ver a la persona que más necesitaba en esta vida. De pronto el camino empezó a hacerse más ancho y las calles empezaron a desembocar a destino. Estaba tan feliz... La vería otra vez, y a lo mejor la besara de nuevo, y nuevamente ella me abrazaría y me miraría con esa cara tan feliz, esa sonrisa tan hermosa...

            Miré hacia adelante cuando llegué a la plaza, cruzando la calle estaría ella esperándome en el mismo lugar de siempre, o eso creía. Caminé abriéndome paso entre la gente, casi ni me advertía de quiénes o como eran, simplemente intentaba ver entre ellos por si podía divisar si ella estaba allí esperándome. Vi unos pelos castaños en el aire. Ella estaba allí, ya la podía hasta oler a esos escasos cien metros que llevaba la mitad de la plaza. Ese olor hermoso y peculiar.

            Estaba mirando hacia la izquierda, se movía extraño pero todavía no lograba divisarla bien. Encontré un hueco y la pude ver, hablaba con un extraño, un extraño de armadura. Su cara cambiaba de formas y no eran de felicidad, él le terminaba de decir algo y ella se tomaba su rostro con las manos, el hombre daba media vuelta y se iba. Yo me encontraba muy cerca, pude olerlo, pude sentirlo, pude darme cuenta quién era realmente. Garriguer había hablado con ella y la había hecho llorar.

Lazarus - El Coraje OlvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora