Capítulo 22- Final soleado.

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Escrito por Kyla.

Capítulo 22 – Final soleado.

           Hace unos minutos mi hermano se había ido hacia su encantador encuentro con su gran amor. Maldito sea, todo este tiempo había estado aquí en casa sola y aburrida y él todos los malditos días se iba a besuquear con la niña. Idiota soy de estar aquí cuando podría estar divirtiéndome también. Hasta está poniendo a cuestas todo este 'plan' que ni siquiera tiene un rumbo fijo y sin embargo, no le interesa. Tampoco soy quién para mandarle. Salió corriendo como si el mundo acabara por aquella puerta y ni un tiempo se dio para poder comer algo, no le interesaba, ya comer había pasado a segundo plano, creo que ni siquiera sabe lo que es el agua.

            Terminé mi plato con el viejo en la mesa. Había intentado darle charla sobre algún tema, pero seguramente le molestaba la idea de que ahora que confiaba en él, hable. Antes lo trataba muy asquerosamente, era una maldita desconfiada. Nos había salvado la vida y se la debíamos completa y enteramente a él. Me levanté y empecé a lavar los recipientes. ¿Quién había dicho que las mujeres eran las encargadas de cocinar, lavar y limpiar? Hoy lo haría, mañana ya no. Al viejo no podría pedirle nada, pero a Lazarus siempre lo tomaba para que haga algo, como tiene que ser. El viejo se iba, dijo que iría hacia la biblioteca a devolver el libro y pasearía por allí un rato. Por lo menos logré que me cuente su día, era un avance... Al final, ¿Podríamos ser amigos alguna vez? Yo me sentía realmente mal por esto.

            Luego de terminar de lavar, salí a la calle. El sol se reflejaba en mi cara y hacía que mis ojos se cierren, había estado adentro mucho tiempo y no había siquiera mirado por la ventana. Miento, en realidad si lo hice pero no había mirado el sol, me había quedado mirando un momento a Rogger que, durante unos largos minutos, cortó la madera que tenía en la puerta y luego de que la pasaron a retirar, se fue detrás a controlar su huerta... Era un hombre real, no le temía a los quehaceres de la casa y el trabajo, eso me agradaba.

            La calle se encontraba bastante desierta, el día estaba para salir por los alrededores de la ciudad a disfrutar de un buen deporte y ocio. Miré hacia mi costado buscando a mi vecino. Simplemente quería verlo, era lo que me interesaba en ese momento, encontrarlo en esa pequeña casa, por algún rincón. De adentro solo se veía viento correr, por fuera el hacha clavada en la madera y una vaca detrás, en su huerto, me especificaban que no se encontraba allí.

            Pasé tres minutos mirando la puerta de su casa, mágicamente ésta se abrió. Salió de ella un hombre alto y hermoso que miró el sol un segundo en el umbral y luego miró para mi persona. Rápidamente intenté voltear y actuar que no estaba mirando para allí, pero era inevitable. Su mirada con la mía chocó y su sonrisa apareció en un abrir y cerrar de ojos. Me dejó anonadada. Sentí que mi cara se calentaba por dentro, tal como pasaba con mi cuerpo cuando intentaba transformarme. Me estaba ruborizando.

            –¡Kyla! –Saludó con su brazo en alto y la mano apuntándome. –Lindo día, ¿Verdad?

            Las palabras en mí no existían. Hacía minutos estaba insultando nuevamente a mi hermano por enamorarse y yo hoy sentía que ese hombre era perfecto. Yo no era así. Miento, no puedo estar enamorándome de él, solamente debe de ser una obsesión.

            –Un día para practicar un poco de deporte. –Le dije, riendo como una imbécil.

            Cerró su puerta detrás y encaró el camino, por un segundo mientras no miró arreglé mi cabello hacia atrás y pronuncié un poco mi escote. No sabía muy bien por qué lo hacía, en realidad si lo sabía, pero no lo quería admitir.

Lazarus - El Coraje OlvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora