«Bienvenido al Tornasol, te invitamos a olvidarte del mundo, disfrutar y caer en la tentación, ¿podrás resistirte?»
...
Patitiesa entre las puertas corredizas y el elevador, un suave empujón la animó a avanzar, sintiendo el ardor del contacto propagándose en la parte baja de su espalda. El club seguía vacío, a excepción de los empleados. Pero eso no era lo que incomodaba a Laia. En efecto, no estaba incómoda en absoluto, sino más bien intimidada por la belleza del espacioso y bien distribuido lugar.
La palabra exclusivo se había quedado corta para describir el ambiente que reinaba aquella noche en el Tornasol. Embrujada y envuelta por las luces azules, rosas y amarillas, bajó con cuidado las escaleras que daban hacia la pista de baile vacía en compañía de Jason, quien a su vez la observaba expectante a medida que avanzaban. La vibración emitida por la música liberaba escalofríos en el cuerpo de la morena y no lograba comprenderlo, pero ese lugar encapsulaba una esencia particular en todos sus rincones; la decoración moderna y el juego de contrastes embelesaron sus sentidos. Los detalles estampados del suelo brillaban, animándole a observar sus pies al caminar.
Estaba sonriendo y eso le dio a entender a Jason que le gustaba el lugar, después de todo, ¿a quién no le gustaba el Tornasol? La condujo hacia la barra principal, donde el característico olor cítrico de un coctel de frutas la hizo suspirar. Allí, dos chicos conversaban. Uno de ellos era muy alto y se hallaba sentado en uno de los taburetes, reclinado sobre la barra. El otro era más bajo y secaba un vaso de vidrio mientras hablaba. Al verles llegar, la charla de ambos terminó y dos pares de ojos curiosos se concentraron en la novedad de la noche.
La cara de Jason, al igual que su postura, había adoptado una característica diferente. Laia lo veía más serio y erguido de lo que recordaba, y cuando habló, lo hizo en un tono neutro, sin mucho afán.
—Muchachos, les presento a Laia, estará trabajando aquí a partir de ahora con las chicas—se adelantó a decir, recostándose a la barra.
—Mucho gusto—saludó ella.
—Es un placer, soy Daniel—Y Daniel estrechó su mano, observándola con sus intimidantes ojos claros. Señaló con su pulgar al otro chico—. Este mocoso de aquí es...
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El Juego
RomanceMafiosos, políticos corruptos, famosos que viven en el escándalo... En esta jungla encontrarás todo tipo de criaturas. Pero sobrevivirás, si aprendes cómo se juega.