Corro sin saber realmente a donde me dirijo, sólo quiero dejar de escuchar los gritos de mi padre diciendo que vuelva y esa actitud tan machista que siempre ha tenido. Claro que no quiero dejar a mi familia, a mis hermanos menores, Bryan con tan sólo 17 y a los gemelos de 16 Steven y Alex, realmente los amo y no los quiero dejar, no quiero perderme de sus vidas pero simplemente ya no soporto más.
Al rato dejo de escuchar el sonido de las patas de mi padre chocar contra la tierra húmeda, pero aún así me importa poco y decido seguir corriendo unos cuantos kilómetros más alejándome de por vida. Conforme corro escucho los gritos de mis hermanos por la mente, con ellos no he perdido la conexión sólo con los demás de la manada.
Paro de correr para tomar un poco de aire y seguir corriendo, pero me siento muy débil. Alcanzo a ver y escuchar unas ramas moviéndose de entre los árboles, segura de mí me intento acercar con las pocas fuerzas que tengo, y mis patas ya débiles de tanto correr siento que se doblan y al momento caigo al suelo. Cierro los ojos un instante y hago un esfuerzo por pararme pero me es imposible, abro los ojos al sentir una presencia acercarse a mí y logro ver a un lobo totalmente negro con unos enormes ojos dorados brillantes, hermosos. Intento decir algo pero no puedo, estoy muy débil, hambrienta e hice mucho esfuerzo y sin poder hacer más conmigo cierro los ojos perdiendo total conocimiento.
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Abro los ojos, despertando, encontrándome en una habitación totalmente blanca, sintiendo punzadas en mi cuerpo, me duele, estoy desconcertada y de cierta forma cansada.
- Hola – Saluda una voz femenina que se encuentra a mi lado, es una mujer morena con rastas y ojos café claro, le calculo no más de 23, y al parecer es enfermera. Me siento con brusquedad y me mareo un poco – Despacio – Me dice mientras me regala una pequeña sonrisa. Entonces me doy cuenta que estoy desnuda con una manta alrededor de mi cuerpo, sobre una camilla.
- ¿Que paso? ¿Dónde estoy? - Pregunto muy desconcertada, la enfermera me mira y ríe un poco.
- Sabía que preguntarías eso – Me sonríe amable – Estas en la manada Orwell, cariño.
-Exacto – Dice una voz grave a mis espaldas, tomando con fuerza la manta giro mi cuerpo para poder ver al desconocido que ha hablado – Soy Thomas, el alfa – Thomas es de cabello castaño oscuro, ojos esmeraldas, moreno, alto y se ve de unos 28 años. A decir verdad la postura que trae impone.
- Hola – Respondo algo seca - ¿Cómo llegué aquí? – Pregunto intentando ser amable.
- Uno de los de mi manada, un beta, te encontró – Thomas me inspecciona con la mirada y cruza los brazos, supongo que intenta ver si soy de fiar o no.
- ¿El lobo negro con ojos dorados? – Asiente con la cabeza
- Emily – Llama a una rubia de más o menos 26 años – Tráele ropa, por favor - La chica cuyo nombre es Emily sale corriendo de la habitación para, supongo, traerme ropa. La enfermera también sale de la habitación no sin antes regalarme una amable sonrisa, y así nos quedamos Thomas y yo solos.
- ¿De qué manada vienes? – Dudo un poco en responder ya que no se si la manada en la que me encuentro sea amable con otras, aún así suspiro y respondo, ya que no me queda de otra.
- Manada Green, pero escapé y no sabía que estaba en su territorio, me disculpo por haberme involucrado. – Digo al notar como su mirada me sigue inspeccionando, para saber si soy un peligro o algo por el estilo.
- No, no, no, está bien, cuéntame por que escapaste. – Thomas se sienta en una de las sillas que se encuentra en mi lado izquierdo y junta las manos poniéndome atención.
- No quiero hablar de eso por el momento – Digo bajando la mirada esperando que entendiera.
- Y ¿Tienes a dónde ir? – Pregunta con una mirada comprensiva. Alzo la mirada mostrándome firme, fría y de alguna manera imponente
- No.
- Bueno, podrás quedarte aquí siempre y cuando no muestres problemas – Alzo una ceja mostrando desconfianza pero después de pensármelo un poco asiento, no tengo a donde más ir.
- Te lo agradecería mucho, Thomas – Asiente con la cabeza y me regala una sonrisa lo que me hace estar menos tensa.
- Entonces ya está, pero antes... dime ¿Cuál es el cargo que te correspondía en tu manada?
-Futura alfa – Bajo la mirada y suspiro – Pero ya no más.
-Interesante, pues aquí no serás nada de eso ya que yo soy el alfa y junto con mi esposa Carlota comandamos y protegemos esta manada – Asiento con la cabeza – ¿Cuál es tu nombre?
- Soy Lucía, me dicen Luce – Thomas sonríe y asiente, de inmediato llega Emily con ropa perfectamente doblada
-Luce, ella es Emily, una de las integrantes de esta manada – Emily me sonríe y extiende la mano.
- Hola, Luce – Tomo su mano para estrecharla y también le intento sonreír un poco - ¿Quieres decirnos porque te fuiste de tú manada? – Thomas la mira de mala manera y a mí se me acaba la sonrisa.
-No – Suelto su mano – Pero gracias por aceptarme.
Me levanto de la camilla y me dirijo al baño con la ropa que Emily me ha traído. Me siento algo mal por la forma brusca en la que le contesté pero es una situación que de verdad me duele y que no puedo compartir con extraños que acabo de conocer de apenas unos minutos. Me pongo la blusa color lila que me queda algo justa, unos jeans ajustados y unas sandalias con tacón.
Me miro en el pequeño espejo y noto que tengo unas pequeñas ojeras debajo de mis ojos, suspirando salgo del baño encontrándome con Thomas y Emily esperándome, además de un chico que acababa de entrar a la habitación, con cabello negro como el carbón y unos ojos azul intenso, alto, y quizá de unos pocos años más que yo.
- Él es Adam. Es el Beta que te rescató. – Lo miro con desconfianza y él hace lo mismo conmigo
-Hola – Extiendo mi mano y en mi intento de ser amable doy una pequeña sonrisa – Soy Luce – Él toma mi mano.
-Adam.
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Alfa y Beta
WerewolfLuce quien sale de su manada gracias a la presión de su padre, deja a sus hermanos y a su madre que son los seres a quien mas ama en el mundo, lo único que quiere hacer es escapar del monstruo de su padre y no verlo jamás. Pero no contaba con la apa...