High Hopes

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Lágrimas caen por sus mejillas mientras intenta cubrir su rostro de los golpes que Jed le propina en brazos, abdomen y piernas. Sabe que no puede resistirse o podría ser peor. Ya no está segura si los golpes son a causa de contestar la llamada de su madre u obligarse en aceptar su invitación a pasar la tarde con ella porque ya no lo ve más desde que está ocupado viviendo su vida, como ella dice cada vez que hablan esperando a que él, no se dé cuenta. O tal vez solo sea la forma en que Jed le recuerda a cada momento lo buena para nada que es y a pesar de todo cuán dispuesto está en mantenerlo a su lado porque lo ama. Y Jade le cree.

Está acurrucada en una esquina de la habitación que comparte con su novio, Jed se fue en busca de lo que Jade no puede darle, no sin antes advertirle que volverá para la cena. Intenta calmar su llanto y se abraza a sí misma tan fuerte como si pudiera mitigar el dolor una vez que su cuerpo se enfríe y los golpes duelan en serio. A veces imagina cómo sería si alguien lo supiera, pero tan pronto como llega, desecha la idea porque sabe que al final no dirá nada al respecto. Nadie le creería; y si lo hicieran sería vergonzoso. Es demasiado inútil para complacer a quien sea. Y también es consciente que las relaciones no son perfectas y que debe sacrificarse si quiere que la suya funcione.

Está agradecida de que alguien como Jed la ame a pesar de ser simplemente Jade, pero a veces le gustaría poder salir a otro lugar que no sea la tienda de comestibles. Tener un empleo o ser libre de visitar a su familia cada vez que lo desea. Aunque sabe que es demasiado torpe para hacer algo por su cuenta y Jed tiene responsabilidades serias como para pedirle un poco de su tiempo; y hacer algo sin su supervisión solo pondría en ridículo a su novio y él no merece eso, así que lo olvida.

Va andando hasta la estación de trenes para llegar a casa de su madre. Jed ha dejado el auto, pero es muy probable que arruine algo y no está segura de ser capaz de recibir un golpe más por ese día. Su caminar es lento y sus movimientos son cuidadosos. Las piernas le duelen a cada paso, al igual que lo hace su abdomen cuando respira o cualquier parte de su cuerpo con la mínima oscilación que el transporta da. Cierra los ojos y aspira rogando que el día termine pronto.

Sonríe al ver a sus sobrinos bajar frenéticamente las escaleras, pero reprime un grito de dolor ante el efusivo abrazo. Ama a esas pequeños niños, pero hace tiempo sus abrazos dejaron de aliviarlo y se convirtieron en un recordatorio constante de la persona que es. Su madre nota la incomodidad en su rostro, pero se excusa diciendo que se debe al gimnasio y no lo cuestiona porque sabe que Jade ama hacer ejercicio. Y lo hacía, así fue como conoció a Jed en su primer año de universidad.

Estaba en el entrenamiento de porrista para el partido de futbol universitario y Leigh-Anne, su mejor amiga, le dijo que un chico lindo lo observaba. Y era verdad. Jed estaba cada viernes en la universidad para asistir a sus clases. Esa ocasión llegó temprano y se sentó en las gradas de la cancha de futbol mientras se llevaba a cabo el entrenamiento. Miró a Jade y desde ese día sus ojos no se apartaron de ella, hasta que finalmente Jed le pidió ser su novia. Jade no cabía en sí de la emoción al saber que un estudiante de posgrado tenía interés en ella y no dudó ni un instante en decir que sí. Al principio fue lindo, pero siempre había esa cosa con Leigh y Jesy, sus amigas no estaban convencidas, pero eso no importaba porque era la vida de Jade y Jed era mucho más de lo que siempre pensó que podía tener. Rápidamente se mudaron juntos sin detenerse a pensar en el obsesivo comportamiento de Jed o los comentarios rudos hacia ella. Poco a poco a sugerencia de Jed, dejó de ir a fiestas, de ver a sus amigos y terminó abandonando la universidad. Los golpes aparecieron la primera vez que intentó reusarse a las exigencias de su novio, y desde entonces no se han detenido. Con ellos aparecieron las disculpas y las flores, y a veces baratos regalos. También llegaron insultos, más de los que alguna vez imaginó conocer y el miedo, convirtiéndose todo eso, en su forma de vida.

One Shots JerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora