One Shots Jerrie

Smoth Talking

Los dedos de Jade se cernieron sobre los teclados de su computadora portátil y se mordió el labio, tratando de pensar en lo que podría estar fingiendo que estaba escribiendo esta vez. En realidad, se había vuelto bastante buena en las últimas semanas. No era como si quisiera que fuera una autora o algo así: a ella realmente le gustaba ser una maestra de primaria y no querría cambiar nada, pero tenía que admitir que sus pequeñas historias se iban mejorando poco a poco desde que había empezado a escribirlas.

La razón por la que había comenzado era, en realidad, bastante patética, pensó para sí misma. La cafetería donde solía tomar su capuchino todos los días antes de la mañana había contratado a una nueva camarera barra barista que era demasiado bonita como para ignorarla.

Así que Jade había empezado a traer su computadora portátil una vez a la semana al principio para poder sentarse en su mesa por más tiempo; siempre elegía la que no estaba muy lejos de la barra del mostrador para poder ver a la chica rubia cuando no estaba en la sala de profesores.

Una vez por semana se había convertido en dos veces a la semana, dos veces en tres y ahora ella estaba aquí casi todos los días.

Sin embargo, lo más patético era que no había pronunciado una sola palabra a la mujer hermosa (cuya etiqueta de identificación decía Perrie, que era un nombre inusualmente interesante especialmente para las chicas e hizo que Jade se sintiera aún más intrigada) No había sucedido a menudo, pero unas cuantas veces la rubia la había servido y Jade había luchado por decir una sola palabra.

La primera vez, ella recordó y sus mejillas se tornaron de un rojo carmesí, había permanecido en silencio durante tanto tiempo que la mujer le había preguntado: "¿Estás muda?"

"No, uh, lo siento" Jade se había ahogado y tosido en su mano antes de continuar. "Algo se atoró en mi garganta, discúlpeme. Um, ¿Puede traerme un Café Latte?" Preguntó y se maldijo porque siempre había tenido un capuchino de mierda, así que, ¿Por ué diablos la había hecho pedirle un Café Latte?

Estaba demasiado avergonzada para corregirse y se tragó la bebida rápidamente, dejando la cafetería antes de lo que solía hacer.

"¿Te gustaría una recarga?" Una voz la sacó de sus pensamientos y Jade levantó la vista para ver que era Perrie, la hermosa barista que siempre se aseguraba de que estaba perdiendo las palabras. ¿Por qué demonios tenía que ser tan torpe a su alrededor?

Jade asintió con la cabeza y sonrió. "Sí, gracias" Una pesada carga de alivio la inundó cuando notó que su voz sonaba relativamente normal.

"Lo siento si esto es raro pero vienes aquí todos los días y me pregunto cómo te llamas? Si me parece bien preguntar." Señaló la etiqueta que llevaba pegada a la parte superior de su uniforme azul claro sobre el pecho izquierdo. "Mi nombre es Perrie, por cierto."

"Lo sé," Jade sonrió y quiso abofetearse por decirlo en el momento en que las palabras salieron de su boca. "Quiero decir, leí su etiqueta de nombre antes. Mi nombre es Jade."

"Encantado de conocerte, Jade."

"Encantada de conocerte, Perrie" Respondió ella y de repente había un gran nudo en la garganta y se miraron por unos segundos antes de que la rubia asintiera.

"Bien, voy a conseguir su café. ¿Le gustaría su café con leche de nuevo?"

Jade parpadeó un par de veces, sorprendida por el hecho de que había recordado su orden. "Um, está bien, gracias"

Perrie sonrió y tomó la taza de café vacía de la mesa.

Dios, Jade odiaba el sabor del Café Latte con pasión, pero no tuvo corazón para decirle que no a Perrie cuando, obviamente, había tratado de recordar su pedido.