Leviatán

4K 272 21
                                    

Nirvana:

Por primera vez en mi vida había sentido mariposas en el estómago al besar a un chico.

No penséis mal, cuando besé a Isaac no sentí mariposas, sentí algo parecido a una avalancha de rinocerontes. Blake seguía con sus labios posados en los míos pero yo los aparté rápidamente.

-No. Yo quiero a Isaac.-Le conteste alejándome de el. ¿Por qué me había besado? Ni siquiera me conocía.

-Lo... Lo siento. No se por que lo he hecho.- Hundió el rostro entre sus manos avergonzado.

-No, no te arrepientas, ha sido un impulso, pero con la persona equivocada.-contesté. Intenté no parecer una zorra, me había gustado el beso pero no me había gustado que me besase el, los únicos labios que deseaba besar eran los de Isaac y estaba muy lejos como para poner mis deseos en práctica.

-Lo siento, no me debí de haber precipitado.- dijo, se levantó y salió por la puerta dejándome sola con mis pensamientos.

¿En qué me he metido? Al final voy a acabar intentándome cortar las venas con una cuchara, pero primero tengo que encontrar una. Me levanté de la cama y me di cuenta que seguía con la camisa de Blake puesta. Corrí hacia un pequeño sillón donde estaba mi ropa y me la puse. Me miré en el espejo que había en una esquina de la habitación y fruncí el ceño al ver las pintas que llevaba.

-Si te ven por la calle así no te dan ni la hora.-le dije a mi reflejo con el pelo rebujado, los vaqueros rotos, la camisa "blanca" de un color entre el marrón y el gris y las bailarinas que en su momento habían sido rosadas y ahora tiraban mas a negro.- Me parezco a Frodo.

Después de echarme un último vistazo salí por la puerta y camine por el oscuro pasillo. Parecía algún tipo de templo romano en ruinas, con grandes columnas que se alzaban desde el suelo hasta el abovedado techo, solo que, por el techo gateaban "personas" con los ojos negros y las bocas chorreantes de sangre y en el suelo habían charcos de sangre fresca, entre otras cosas mas desagradables. Miré a otro lado y seguí caminando más rápido hacia algún sitio parecido a la salida.

Caminé y caminé por los pasillos de aquel tenebroso lugar con los Strigoi, como los había llamado Blake una vez, detrás de mi. Cuando pasaba al lado de alguno se apartaba o hacia una reverencia, yo solo seguía caminando intentando alejarme de allí.

Llegué al final del pasillo y solo había unas escaleras que iban hacia abajo. Unas malditas escaleras. Desde que salga de aquí me voy a apuntar a las Girl Scouts a ver si así pillo un poco de orientación.

Mire a mi al rededor, las opciones eran o bajar por las escaleras o volver por donde había venido. Había sido tan horrible pasar por el pasillo lleno de sangre y restos humanos que me planteé quedarme en una esquina y no salir de ahí hasta que mi madre o Blake viniesen a buscarme.

Empecé a oír ruidos provenientes de las escaleras. Una voz se había metido en mi cabeza y me hablaba de una manera que no me podía negar.

"Ana, ven" me decía la voz y de alguna manera le hice caso. Baje las escaleras siguiendo las indicaciones de aquella voz y llegué a un pasillo mucho mas desagradable que en el que había estado antes.

"Sigue caminando, no te detengas" me seguía diciendo la voz y yo le seguía haciendo caso.

Aquel pasillo era bastante ancho, solo que, a los lados se extendían mazmorras con barrotes con un curioso brillo morado que salían del suelo para clavarse en el techo.

Seguí caminando sin mirar lo que había dentro de las mazmorras, prefería no traumatizarme.

Al final del pasillo había una gran puerta metálica y la voz que me hablaba se había hecho más intensa y clara. Me decía que abriese la puerta y así hice. Con todas mis fuerzas abrí el gran portón y entré.

La sala estaba iluminada por antorchas esparcidas por todos lados. Al final de la sala había un gran trono con unas grandes antorchas a ambos lados del trono y la silueta de un hombre sentado en el.

-Buenas noches, Ana.-dijo aquel hombre. Su voz era normal, solo que, era como si alguien mas hablase a su misma vez en un tono demasiado grave y ronco como para ser humano.-Acércate, hace quince años que no te veo.

Me acerqué hacia aquel hombre sin dudarlo y no acababa de entender el porqué.

-Me llamo Nirvana Corvin, ¿Quién es usted?-pregunté. Me sentía mareada y débil, como si estuviesen absorbiendo mi energía.

-Hija mía, ¿Todavía no te ha hablado tu madre de mi?.- preguntó aquel hombre. Se levantó y las antorchas le iluminaron mas. Era alto, muy alto y musculoso, demasiado y su piel era de un color rojo oscuro. Me fije en su cara y tenía colmillos tan afilados como cuchillos y sus ojos no eran negros, eran rojos.-Ya que Celine no se ha molestado en decirte quien soy, me presentaré yo mismo... Mi nombre es Leviatán pero te concederé el honor de llamarme padre.

Eres mi ancla (Isaac Lahey Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora