Nirvana:
Estaba sentada en el coche de Hayden, había dejado de llorar cuando me di cuenta que estaba conduciendo sin rumbo fijo hasta llegar a un saliente en la tierra que tenía toda la pinta de ser lo que llamaban el Pico del Amor.
La ciudad abajo se veía tan pequeña y las estrellas sobre mí tan grandes.
El universo era tan caprichoso... Ahí estaba la ciudad en la que nacimos mis hermanos y yo, en la que murieron mis padres y casi morimos nosotros. Podía ver las luces de los coches yendo de un lado al otro, despreocupados e ignorantes de lo que vivía junto a ellos. Pasó un coche cerca de mí y mi cabeza no paró de dar vueltas. ¿Será una familia de vuelta a casa después de un día duro?, ¿dos jovenes que venían a jugar a papá y mamá bajo las estrellas?, ¿una persona triste que vaga sin rumbo con el coche en busca de respuestas a algún problema?. Ojalá pudiese volver a ser despreocupada e ignorante.
¿En qué momento se había vuelto todo tan loco? Oficialmente estaba sufriendo una crisis existencial en el coche de alta gama de un vampiro centenario.
Deseaba con tanta fuerza volver a ser normal... Vivir en una casa normal con una familia normal, graduarme como una chica normal, casarme y tener hijos normales.
La idea de los sueños que tanto planeé me abrumó y me sacudió como si quisiese despertarme de una vez.
Siempre soñé con una casita cerca del mar, con una biblioteca enorme donde poder oir las olas mientras leía. También soñaba con niños, niños humanos corriendo por la casa, a los que enseñarles las aventuras que se escondían en las paginas de mis libros favoritos.
-Menuda gilipollez...-dije golpeando el volante. Ya no podría tener una vida normal ni pactando con el diablo.
Seguí lamentandome hasta que se me encendió la bombilla. Había perdido la esperanza, la fe, la confianza. Lo había perdido casi todo. Casi... Era en el 'casi' en el que debía pensar.
Había venido con un propósito, algo mas importante que yo misma a pesar de que me habían traido como sólo un cebo para Leviatán. Si éste consiguiese su objetivo nadie volvería a tener una vida normal, ni la familia que vuelve a casa, ni los adolescentes revueltos de hormonas ni la persona triste que busca respuestas divinas a problemas humanos. Esto me tocaba hacerlo a mí, si salía de ésta con vida me graduaría y tendría mi casa cerca del mar, aunque no fuese la que tanto habia planeado tendría una vida. Y si no debo salir de esta, lo aceptaré por que habré hecho algo bueno.
Se me vinieron mis amigos a la mente, todos y cada uno de ellos habían tenido problemas con bichos casi tan malos como Leviatán y habían salido de todos ellos. Pensé en mi hermano y Reid que eran veteranos de guerra, condecorados hasta los dientes y con una manada. Y pensé en Blake y Hayden, por solo haber podido hablar y estar con ellos he llegado a pensar que solo ellos son los útiles, vampiros que se saben controlar porque algo queda de humanidad dentro de ellos por alguna desconocida razón. Pero de resto... todo bestias sanguinarias, como yo al principio o aquellos que guardaba mi madre en las criptas subterráneas, bañados en sangre y caminando por el techo como monos araña.
Recordé que mi primera noche como strigoi lo único que me movía era la rabia y la culpa que sentía por todo lo que había pasado en mi vida mezclado con el hambre, por supuesto. Pero me había recompuesto, y tenía que pasar página, madurar y evolucionar. Coger fuerzas de donde sea y seguir adelante, y en ese coche sentada no iba a conseguir nada.
Encendí el motor y fui en busca de mis esperanzas y de quien podría iluminarme un poco.
Que imbécil soy, pensaba con los ojos fijos en la carretera. Tuve que haber visto al señor Jones nada más volver, llevaba toda su vida investigando temas paranormales. Cuando era niña recuerdo que se iba semanas completas a manicomios abandonados o bosques encantados en busca de fantasmas con todo tipo de cámaras, microfonos y cualquier trasto que pudiese captar espiritus y leía libros con nombres extraños sobre criaturas mitológicas, dioses paganos y brujería. En aquellos momentos pensaba que estaba pasando por lo que Sean solía crisis de la mediana edad. Si alguien podía darme buena información ese era Tony.
Aparqué frente a la taberna y baje del coche de un salto. El gran neón blanco y azul que ponía "Taberna Jones" iluminaba el sendero hasta la puerta. Casi parecía un camino divino iluminando una cutre acera desgastada por los años, con huecos aquí y allí que parecían trampas mortales para tacones. Había grandes plantas aromáticas a cada lado del sendero que hacían del paseo en forma de S hasta la destartalada taberna un contraste un poco extraño, la taberna podría estar patas arriba pero su jardín tenía que estar perfecto.
Me eché a andar iluminada de blanco por el gran neón, absorbiendo el olor de las flores que, con esa luz daba la sensación de que podría salir un hada en cualquier momento de algún capullo de una flor.
Toda esa magia fue desapareciendo mientras me acercaba a la puerta y oía las risas y la musica dentro del local. Entré sorprendida de ver cuanta gente había, se apilaban todos en mesas al rededor de una tarima con un karaoke y una pantalla detrás que quería dar la falsa impresión de ser un escenario. La barra estaba a la derecha y vi a Reid de espaldas con una camiseta a la que había cortado las mangas para lucir los músculos y con las dos manos cruzadas en el pecho, como de costumbre. Me acerqué a él mientras el grupo de gente borracha cantaba a coro 'Home sweet home'.
-Hola guapo, ¿me dejas una cola y tu número?.
-¡Anie!.- exclamó cuando giró para verme y se estiraba por encima de la barra para abrazarme.- Tu hermano me avisó de que estabas aquí y ya decía yo que no tardarías en pasarte.
-Debí haber venido antes, la verdad.-dije avergonzada, casi chillando para que me oyese por encima del karaoke.
-Anda, no pasa nada. Pero ven conmigo.-dijo mientras salía de la barra.- Se de uno que se va a alegrar mucho cuando te vea.
Me pasó la mano por los hombros y me guió hasta la parte de atrás mientras me contaba los cotilleos que me había perdido. Me contó que empezó a verse con Harper, la bruja que trabajaba en la floristería del centro y que estaba muy contento.
Llegamos a la puerta de la oficina de Tony. Reid tocó un par de veces y abrió.
-¡Mira la sorpresa que te he traido, papá!.- dijo Reid. El señor Jones levantó la vista de los papeles que tenía en la mesa y se quitó las gafas de lectura.
-¿Pero que ven mis ojos? ¡Si es mi sobrina favorita!- dijo entusiasmado de verme mientras se levantaba para venir a abrazarme. Reid se apuntó al abrazo.
-Cómo los he echado de menos.- dije bajito entre los brazos de cada uno hasta que finalmente me soltaron de mala gana.
-Bueno pequeña. Siéntate aquí y cuéntame como te ha ido todo.- señaló al sofá que había a la izquierda del despacho. Reid me dio otro abrazo y se fue a seguir disfrutando del show musical que se habían montado fuera, no sin antes traernos una bebida a cada uno, la mía cargadita de azucar.
Empezamos a hablar de todo lo que había ocurrido estos meses fuera, hablamos y hablamos sin mirar ni si quiera el reloj. Tony es de esas personas que pueden hablar sin parar sin dejar de ser interesante. Se echó hacia atras en el sillón y soltó un suspiro.
-¿Sabes que han estado pasando cosas extrañas por aquí?.- comentó.
-¿En qué sentido?
-Pues de las cosas extrañas que me gustan a mí. Me he tomado la libertad de investigar por mi cuenta y me he llevado una gran sorpresa, ¿sabes?.-le miré curiosa.- Bueno, pues el tema es que desde hace un tiempo en las granjas de por aquí ha estado desapareciendo ganado, vacas, ovejas, gallinas...De todo, vamos. También vino una manada de lobos, vinieron a la taberna incluso, pero desaparecieron como por arte de magia y no hemos sabido mas nada de ellos. Y no te pienses que soy un viejo tonto, que yo entiendo de tecnología eh, que hasta un teléfono táctil tengo y no me han respondido a los mensajes ni me han cogido las llamadas. Así que quise investigar por el bosque en luna llena, Reid y Sean vinieron conmigo y vieron lo mismo que yo. Si no me crees pregúntale a ellos.
-Tony, te enrollas como una persiana y sabes que te creo.- dije y el rió.
-Tienes razon. Pues bien que caminamos horas y horas por el bosque y llegamos a un claro, pero es que eso antes no era un claro, que yo suelo ir a cazar por esa zona y la conozco perfectamente y te digo yo que ahí antes habían arboles y flores por todo el suelo. Pero cuando fuimos eso parecía un desierto, solo un circulo de tierra en medio de los arboles. Sean escuchó a alguien hablar y nos escondimos para ver quien se acercaba. Te imaginarás mi sorpresa al ver a tus tios acompañados de cuatro personas que iban vestidas con una túnica negra, que solo dejaba la altura de cada uno a la interpretación de si eran hombres o mujeres. El mas alto de aquellos raritos llevaba un saco al hombro que Sean decía que apestaba a sangre de animal.
-Espera, espera. ¿Mis tíos?¿Mi tía estaba allí?.-interrumpí y él asintió.
-Si, tu tía tambien estaba y Sean casi nos delata cuando la vio pero fue listo y se mantuvo callado. Se pusieron los 6 en medio del claro y el que habia llevado el saco, Rosie y Michael se quedaron de pié mientras los otros encapuchados se sentaban en el suelo, haciendo un circulo y sacaban del saco algo que no llegamos a ver bien por la distancia. Justo después pasó algo raro, como una onda expansiva que salía justo de ahí, del centro del círculo de esos psicópatas. Te lo prometo, pequeña, que empezaron a caer los cuervos muertos al suelo que parecía volverse rojo, lo toqué y era líquido, como si se hubiese creado un lago y Reid también lo tocó, ¡imagínate mi espanto cuando me dijo que era sangre! Después...- suspiró y se frotó los ojos.
-Apareció, ¿verdad?. Lo viste, a Leviatán.
-Si, pequeña. Nunca había visto una bestia así y mira que he estudiado a los íncubos pero en ese momento... Estabamos tan asustados que tuvimos que salir de ahí corriendo.
Lo había visto, Tony había visto al que plantó la semillita de la que salí yo, al monstruo rojo con garras que me había levantado como una pluma con una sola mano. Tenía que contárselo, contarle el plan y que me ayudase de alguna manera. Y así lo hice.
Le conté mi plan, el que había venido pensando de camino a la taberna, que incluía a hombres lobo y vampiros juntos sin acabar matandose, a lo que él me dijo que ya me tenían que querer mucho para que hiciesen eso por mí. Hay rivalidades milenarias entre razas y una de las razones por las que me dejaron sola con Blake y Hayden es por el acoso constante que recibía de otros vampiros por amar a un hombre lobo.
Reid se apuntó a la conversación cuando ya la gente se había ido y la taberna estaba oficialmente cerrada. Sus ideas fueron maravillosas, era una mente militar instruida en todo tipo de combates, lo que significa que reparte tortas como panes.
Nos enseñó por donde acercarnos, los puntos débiles de un objetivo y un montón de rollos tácticos que mi simplona mente no terminaba de entender. Teniamos el mapa del bosque que Tony usaba para cazar en la mesa con un gran circulo rojo rodeando el claro en el que habían estado y justo en ese momento empezó alguien a tocar la puerta, lo ignoramos y volvió a tocar esta vez mas fuerte.
Los tres nos miramos en silencio, nos levantamos y fuimos hacia la puerta principal con Reid en cabeza, que entró en la barra para salir con una escopeta en las manos. Miré a Tony, que había cogido un bate del despacho y se había cuadrado frente a la puerta que no dejaban de tocar desde el otro lado.
-¡Está cerrado!- gritó Tony pero siguieron tocando.
Nos miramos extrañados y asustados, aunque ellos no lo quisieran demostrar. El ambiente apestaba a tensión.
Reid me hizo señas para que abriese la puerta a la de tres mientras los dos se cuadraban, Tony con el bate y Reid con la escopeta como si fuese un francotirador. Levantó la mano y subió un dedo,... dos dedos... y tres. Abrí la puerta a su orden de un tirón, quedando yo escondida detrás de ésta como Tony me había dicho.
-¡No nos dispares! ¡no dispares!.- chilló la voz al otro lado de la puerta. Conocía esa voz perfectamente.
-¿Stiles?.- dije asomando para confirmar mis sospechas.
Ahí estaban todos mis amigos con las manos en alto. Reid bajó el arma al verlos.
-¿Ana?.- dijo Malia, que habia sido la única que no había levantado los brazos ante el arma.
Vino corriendo a mi y nos abrazamos, un segundo después todos estabamos abrazados. Me habían echado tanto de menos como yo a ellos.
Mire a Reid, buscando su aprobación en sus ojos, no sabía si meter a mis amigos en algo tan peligroso y justo cuando iba a abrir la boca para contarles el plan me di cuenta de algo.
-¿Dónde esta Isaac?¿No está con ustedes?.-pregunté y todos se miraron extrañados.
-Es verdad.- dijo Scott.- Habrá ido a llevar a Sky a casa.
Pero Lydia estaba en trance, mirando a un punto fijo en el suelo con los ojos abiertos como platos en una expresión que parecía pánico. Y gritó, gritó tanto que patiné hacia atrás y notaba como me sangraban los ojos y la nariz. Me tiré en el suelo y me llevé las manos a los oídos, que me sangraban también y ahi fue cuando lo noté, ese calor interno que me quemaba el estómago y la boca, que me hacía salivar como a un perro con un trozo de pizza delante.
Ella había dejado de gritar pero yo seguía en el suelo escuchando las palpitantes carótidas de todos los que allí estaban. Notaba como de mi garganta salia una especie de rugido que no podía controlar. Levanté la vista y los miré fijamente, ellos me miraban asustados pero yo solo me imaginaba sus cadáveres apilados después de un buen festín.
-No...-susurré con la imagenes sangrientas todavía en la mente.-No lo hagas, no lo hagas.-Lo repetía sin parar y cada vez me costaba mas decirlo.
Recordé a Isaac casi perdiendo el control y como lo había recuperado junto a mí e hice lo mismo. Lo imaginé entrando por la puerta como mi héroe de brillante armadura y bufanda, acercándose con esa sonrisa que conseguía derretirme y acariciándome tiernamente.
"Mantén el control, puedes hacerlo. No dejes que jueguen con tu cabeza. Respira hondo y vuelve en tí, no pierdas tu alma"
Me lo repetí hasta que mis músculos se destensaron y mis colmillos se escondían de nuevo. No recordaba en que momento los había sacado y tal vez era por ellos la expresión de miedo de mis amigos.
Volví en mí y me incorporé de un salto sin levantar la vista del suelo, me avergonzaba mirarlos despues de imaginarmelos a todos muertos. Estaba mareada y sentía el pinchazo del hambre en el estómago.
-Pequeña...¿Estas bien?.- preguntó Tony. Seguí sin levantar la cabeza mientras los escuchaba decir a los chicos que Tony tuviese cuidado mientras se acercaba cauteloso a mi.- No os preocupéis, a mi no me va a hacer nada. ¿A que no, pequeña?.- me tendió la mano con cierto miedo.
-Claro que no...-dije casi en un susurro mientras le cogía la mano y alzaba la vista para mirarlos a todos, que se habían apiñado detrásde Reid que me apuntaba ahora a mi con la escopeta, miré a los chicos .- pero si queréis que os contemos nuestro plan vais a tener que ir a comprar chocolate. Y bastante, por favor. Y Reid, baja esa escopeta, anda.
Y asi hicieron, fueron al autoservicio mas cercano y volvieron con un arsenal de dulces de todo tipo y tanto chocolate que parecia que habían asaltado la fabrica de Willy Wonka.
Nos repartimos como pudimos al rededor de la mesa del despacho de Tony y empezamos a planear nuestro ataque a Leviatán. Llamábamos a Isaac sin parar pero no tuvimos respuesta, llamamos a Sky y lo mismo. Se habrán ido a dormir ya, que era muy tarde, nos repetíamos para no entrar en pánico.
Quien si cogió el teléfono fue Hayden que me empezo a chillar y a reñirme de tal manera que me entraron ganas de volver a llamarlo Mandril. A los 10 minutos estaban Blake y Hayden junto a nosotros escuchando nuestro plan maestro.
-Es una puta locura. Ningún vampiro querrá luchar al lado de un hombre perro.- dijo Blake, con los brazos cruzados.- si lloviese Leviatán olería a chucho mojado y no tardaría en encontrarnos, por lo que el plan se iría a la mierda.
Los lobos de la habitación habían empezado a rugirle y el les respondió con el ronco rugido de un vampiro y a mi me estaban hirviendo la sangre.
-¿Podéis parar de una vez?.- dije poniéndomeen medio de lobos y strigoi. Miré a Blake.- Los vampiros que vengan seguirán tus órdenes, capullo. No te has molestado en conocer a estos lobos por que te crees que la raza vampírica es superior a cualquier otra. ¿Y sabes qué? Así empiezan los tiranos.
Me miró fijamente con rabia, pensando seguramente que tenía razón, o eso esperaba yo. Justo cuando fue a contestarme se alzó una voz al fondo de la habitación. Hayden.
-Yo creo que tiene razón. Leviatán tiene lobos, vampiros y brujas a su servicio.- dijo acercándose a la mesa.- Necesitamos ventaja.
Blake resopló y asintió de mala gana, se acercaron a la mesa y empezaron a contarnos el ataque que tenían planeado. Nos pasamos ahí tanto tiempo que no nos dimos cuenta de que había amanecido y estabamos todos mas que cansados. El despacho estaba lleno de planos, apuntes y libros por todos lados, además del esquema que había hecho Stiles digno de un detective. Estabamos sorprendidos de las buenas ideas que habíamos sacado todos juntos y parecía que las tensiones se disipaban un poco entre todos, con Blake, Reid y Scott hablando en la barra mientras Reid hacía café para todos. Las chicas estaban sentadas en las mesas con Hayden y Tony que les enseñaban a hacer hechizos simples para disimular su esencia o crear una pequeña explosión. Sólo podría estar mas satisfecha con Isaac aquí.
Isaac... ¿Dónde narices estaba?
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Eres mi ancla (Isaac Lahey Fanfic)
FanfictionDespués de tantos años intentando olvidar aquel día, el destino me ha traído de vuelta a mi ciudad natal, Beacon Hills, el lugar de dónde provienen todas mis pesadillas solo que, esta vez no será todo tan malo.