Capítulo 4.

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Jueves por la mañana y el insistente sonido de su celular lo sacó de tranquilo sueño que estaba teniendo. Lentamente, y con párpados pesados, abrió los ojos, agradeciendo tener sus oscuras cortinas impidiendo el ingreso de la luz solar a su habitación.

Sacó sus manos fuera del cobertor que lo protegía del frío que hacía esa mañana para tomar su celular y ver qué o quién lo había despertado. Número desconocido. Colocó su celular al lado de su rostro sobre el colchón, contestó la llamada y la puso en alta voz antes de volver a cerrar los ojos.

Mmm ¿hola?

— Hola Yoongi, soy Jimin. ¿Te desperté? — abrió enorme los ojos luego de haber escuchado de quién se trataba y tomó el celular rápidamente.

— Sí, pero no importa. ¿Sucede algo?

— Oh no, no sucede nada. Necesito pedirte ayuda con algo de la clase de Armonía y quería daber si podrías ayudarme. Pero si no puedes lo entenderé, sólo... no importa. Siento haberte despertado.

— Jimin, tranquilo.— no pudo evitar sonreír ante lo rápido que Jimin hablaba.

— Lo siento, de nuevo.— Yoongi sentía que el rubio se disculpaba demasiado e innecesariamente, pero lo dejó pasar.

— Te ayudaré.

— ¡¿En serio?! ¡Muchas gracias, Yoongi!

— No hay de qué. ¿Quieres que vayamos a desayunar?

— ¿A desayunar? ¿Los dos solos? ¿Ahora?

— Sí. — cerró los ojos esperando el rotundo rechazo de parte de Jimin.

— Seguro. ¿Puede ser en tu casa? — creía que iba a ser rechazado pero en cambio el menor aceptó y encima en SU casa, podría morir en ese preciso instante.

— Okey, te paso la dirección. Te espero.

"Para: Minnie.

📍Ubicación. Te espero."

"De: Minnie.

En 15 minutos estoy allí, espérame con café, yo llevo el resto."

Exactamente 15 minutos después Jimin estaba tocando el timbre de su casa.

Yoongi se paró por dos segundos frente a la puerta antes de abrirla para tranquilizar su pulso. Al abrirla quedó idiotizado por la imágen que sus ojos lograban captar, el no se había preparado para ello.

Jimin estaba frente a él con el pijama puesto aún con un abrigo grueso de color baige sobre él para protegerse del frío, en una mano una bolsa donde llevaba su parte del desayuno, y en su otra mano llevaba un bolso de cuero negro.

— Te ves adorable. — Yoongi se golpeó mentalmente luego de decir eso, cerró los ojos y se regañó internamente, pero los abrió cuando escuchó la risa del más bajo.

— Buen día, Yoongi. Lamento venir el pijama pero quería llegar a tiempo.

— No te preocupes, yo tampoco me he cambiado el pijama todavía

Ambos se adentraron en la casa de Yoongi, el padre de este no se encontraba en la misma, eso era normal para el pelinegro.
Jimin dejó su bolso negro sobre el sofá de la sala de estar y recorrió con la vista el resto de la casa.

La casa era de dos pisos, la sala era amplia y se unía al comedor por una gran puerta francesa, amueblada por cómodos sillones de color blanco, una mesa de centro de cristal. Cuadros adornaban todas las paredes. La cocina amueblada por encimeras de color blanco y alacenas a juego.

Yoongi fue por el café y lo dejó sobre la mesa de la sala, llevando consigo su taza favorita y una más para Jimin, azúcar y cubiertos.

El menor lo esperaba sentado en el sofá más grande mientras que lo seguía con la mirada. Aprovechó ese momento para quitarse su abrigo y su calzado y acomodarse mejor.

Yoongi se sentó al lado de Jimin y le sirvió el café que había preparado.

— Gracias Yoongi, por invitarme.

— Gracias a ti por venir.

Se sonrieron y comenzaron a desayunar.

— Entonces... cuéntame sobre ti, quiero conocerte. — inició hablando Jimin mientras que dejaba su taza sobre la mesa y le dirigía la mirada al mayor.

— No hay mucho para saber, vivo solo con mi padre aunque casi nunca está en casa, tengo los mejores amigos del mundo. Me gusta leer y tocar el piano. No lo sé.

— Eres enigmático, Min. Me agrada.

— ¿Lo soy? — sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa cuando lo vio asentir.— Ahora cuéntame de ti.

— Yo amo bailar y cantar, es lo que amo hacer. Hoseok es mi mejor amigo desde hace muchos años. Vivo solo hace un par de años.

— ¿Vives solo? — Jimin asintió. — ¿Qué edad tienes?

— 22.

— Soy tres años mayor que tú. ¿Cómo es que vives solo?

— Trabajo y me mantengo a mi mismo... hyung.

— Increíble.

Siguieron conociéndose más, cosas no muy relevantes como cuáles eran sus series favoritas y demás. Reían mientras terminaban su desayuno. Ordenaron lo que utilizaron juntos a pesar de que Yoongi insistió en hacerlo él sólo ya que Jimin era el invitado.

— Oye hyung, ¿dónde me puedo cambiar el pijama?

— Ve a mi habitación, sube las escaleras, tercera puerta a la izquierda.

El menor tomó su bolso y se encaminó a la habitación de Yoongi. Por la poca luz no pudo ver mucho lo que había dentro pero no prendió la luz ni corrió las cortinas. Dejó su bolso sobre la cama y sacó de adentro sus prendas perfectamente dobladas y sus zapatos, los cuales llevaba dentro de su respectiva caja para no ensuciar el resto de la ropa.

Comenzó a desvestise y reemplazó el pijama por la ropa que trajo. Una vez que terminó puso su ropa de pijama dentro del bolso y bajó nuevamente.

Yoongi ya había terminado de limpiar lo que faltaba y se encontraba sentado sobre el sofá donde habían estado sentados con anterioridad, levantó la vista cuando lo vió bajar y podía estar seguro de que algún día la dualidad de Jimin lo mataría.

La primera vez que lo vio esa mañana, el pijama blanco con detalles de colores y el cabello despeinado de Jimin lo había hecho vomitar ternura y la imágen que este le otorgaba ahora lo estaba ahogando en deseo.

Los jeans claros y rasgados en las rodillas, sus zapatos negros púlcramente pulidos, su camisa blanca ceñida y su rubio cabello peinado hacia atrás. Yoongi no se creía digno de apreciar la belleza natural de Jimin.

— Terminé, puedes ir a cambiarte si quieres, todavía hay tiempo antes de ir a la universidad. ¿Nos vamos juntos?

— C-claro.

Jimin se mordió el labio mientras sonreía, un Yoongi sonrojado era una maravilla que le encantaba presenciar. Su corazón dio un vuelco ante la ternura que le dio ver de esa manera al mayor.

Lo vio subir rápido las escaleras y quiso ir detrás de él y besarle las mejillas. Sacudió su cabeza y se negó a seguir pensando esas cosas. Él no podía involucrarse.

El sentía que no era lo suficiente para Yoongi, porque Yoongi no podría amarlo por lo que era, ni mucho menos aceptarlo. Yoongi se merecía algo mejor.

Fight for blood | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora