Capítulo 5.

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Mientras esperaba que su mayor terminara de alistarse para irse se sentó en silencio en un sillón individual de la sala.

No quería pensar demasiado sobre ello. No entendía aún porqué le pidió tal cosa ni mucho menos porqué fue en contra de su razón. Ya era tarde, todo eso no importaba, él estaba ahí, en su casa, esperando por él.

Su cabeza carburaba torturando su mente sobre qué hacer y cómo seguir, si continuar con esto o apartarlo cuanto antes. Pero no quería hacerlo, aunque sabía que no debía no hacía mucho por arreglar el asunto.

Ese loco ritmo que llevaba su corazón cuando lo veía lo aturdía y aunque negase el verdadero motivo por el cual se sentía así él lo sabía.

Continuó en silencio sin siquiers moverse media pulgada de su lugar hasta que el pelinegro bajó por fin. Lo vio acercarse con una semi sonrisa ya listo para partir a la universidad juntos. Le dedicó una suave mirada y se levantó del sillón tomando su bolso y su abrigo.

— ¿Nos vamos, hyung?

— Eh claro... Voy por mi mochila y salimos.

— Bien, mientras tanto voy a guardar mis cosas en mi auto.

¿En su auto?

Sólo asintió y subió por sus cosas. Al bajar de su habitación se aseguró de que no se olvidara nada y que todo estuviera en orden. Salió de la casa cerrando la puerta con llave, acomodó su mochila sobre su hombro y cabizbajo fue donde Jimin.

Al levantar su mirada lo vio cerrar el baúl de su muy cuidado y lujoso Jeep mientras que en su mano desocupada tenía un abrigo diferente al que llevaba puesto cuando llegó.

Jimin abrió la puerta trasera del auto dejando con cuidado su abrigo sobre el asiento. Al cerrar la puerta vio a Yoongi parado y observó su mirada detenida en su vehículo. La situación le resultó algo graciosa quizas, pero no dijo nada.

Le tomó la mano y lo llevó hacía el auto abriéndole a su paso la puerta del asiento del acompañante. Yoongi le dedicó una pequeña sonrisa en agradecimiento mas no dijo nada.

El pequeño rodeó el auto y a continuación se subió, no se percató de la penetrante mirada de Yoongi sobre él, quien en ningún momento dejó de mirarle. Su mirada rebozaba amor por el pequeño rubio a su lado.

— Lindo auto. — le dijo cuando Jimin arrancó el motor del auto sacándolo de su trance y por fin apartando la mirada.

— Gracias, hyung. — le sonrió mientras manejaba el volante con maestría.— No lo uso casi nunca, sólo cuando salgo con Hobi hyung y su hermanito, es más seguro que los otros.

— ¿Otros? — cuestionó anodadado sacándole una risa al pelirubio. — ¿Cuántos más tienes?

— Sólo dos más y una camioneta.

— Increíble.

— Tengo que pasar a recoger algo, ¿te molesta si me desvío y hago una parada rápida? — preguntó mientras miraba al pelinegro.

— No, adelante.

Ah Jimin estaba encantado con el pelinegro. No podía seguir negándolo pero no le diría nada, no podría hacerle eso a él.

Condujo unas calles más y se adentró en una zona aislada del barrio donde se encontraban, luego se detuvo en la siguiente calle.

Yoongi lo vió desabrochar su cinturón posicionándose de costado quedando de frente hacia donde él se encontraba, se miraron unos segundos sin apartar la mirada del otro. Ambos querían decir algo pero las palabras no salían.

Un ruido del otro lado de la calle los despertó, apartaron la mirada sonriendo incómodos. Jimin tomó su celular y las llaves del auto, se miraron una vez más antes de que bajara por fin.

Una vez solo el pelinegro, sus pulmones liberaron el aire que no sabía que estaba reteniendo. ¿Qué fue eso? Sin dudas, Jimin lo mataría un día de estos.

Dirigió su mirada a la residencia a la que había ingresado el menor, una casa algo grande con apariencia familiar. Miró a los alrededores tratando de ubicarse pero no vio nada que se le hiciera conocido, ni siquiera veía a alguien caminando por allí. Era un lugar silencioso y tranquilo.

Al cabo de unos diez minutos Jimin volvió a aparecer por aquella puerta con un bolso en su mano izquierda mientras que con la otra le daba un apretón de manos al hombre del otro lado de la puerta quien le miró con ternura y una sonrisa.

El pelirubio se encaminó de nuevo a su auto a la vez que volteaba para sonreírle una última vez a aquella persona quien le saludaba con la mano.

Dejó el bolso en el baúl y volvió a subir al auto. Una vez dentro no dijo nada y se recargó en su asiento con la mirada perdida en algún lugar allá afuera.

— ¿Está todo bien, Jimin? — el pelirubio le miró y detalló su rostro, sintiéndose mal por aquella mirada preocupada que el pelinegro le daba. Su mirada se suavizó ante ese gesto y asintió.

— Está todo bien, no te preocupes. — Yoongi no le creyó del todo pero no debía presionar al menor a que hablara con él, ni siquiera se creía merecedor de que el menor le tuviera la confianza suficiente como para contarle.

Otra vez hundidos en el silencio siguieron su recorrido a la universidad. Una vez llegaron tomaron sus cosas y se bajaron del vehículo, miradas curiosas y extrañadas se posaron sobre ellos mas ninguno le dio importancia.

— ¿Cuándo tienes tiempo para que veamos lo de armonización? — le preguntó Yoongi antes de que se separaran para tomar sus respectivas clases.

— Puedo de lunes a viernes a partir de las siete p.m. porque antes tengo entenamiento, el sábado por la tarde y los domingos. — enumeró mientras trataba de recordar si tenía algún compromiso programado. — Si quiere y tiene tiempo puede ser en cualquiera de esos horarios.

— Okey, nos vemos el sábado. No creo que tengamos tiempo hasta el viernes. — recordó el trabajo de Historia del Arte.

— Tiene razón, el sábado será entonces hyung. Nos vemos luego, gracias por la invitación.— se despidió regalándole una de sus perfectas sonrisas y le dio un beso en la mejilla.

Yoongi se mantuvo tranquilo, caminó hasta su salón y se sentó en su habitual asiento. Su mirada se recargó en el pizarrón de aquel salón vacío y sonrió en grande, monstrando sus dientitos y sus rosadas encías.

Apoyó la frente en la mesa tratando de no explotar de la felicidad.

En la otra punta del edificio Hoseok miraba con duda a su mejor amigo quien estaba extrañamente callado y sonreía bobamente. ¿Quién sonreía tanto a esa hora del día?

— Okey ¿piensas contarme qué te tiene así o tengo que suponer que ya te volviste completamente loco?

— Ah yo no estoy loco, Hobi hyung. — rió y abrazó a su amigo. De pronto dejó de sonreír y miró a su amigo. — Tengo miedo.

— ¿A qué le tienes miedo? — le preguntó con voz tranquila mientras lo atraía más cerca.

— De que no me quiera como yo a él.

— Estoy seguro de que, quién sea del que hables, te querría de igual manera e incluso más.

— ¿Y si le cuento la verdad de mi y luego me deja? — susurró con una voz al borde del quiebre.

— ¿De quién estás hablando? Siempre me hablas de un Él pero nunca me dices su nombre.

— Tampoco te lo diré, no ahora. Todo a su tiempo hyung bebé. — rió bajo ocultándose en el pecho de su mayor.

— Nunca dejarás de decirme de esa manera ¿verdad? — lo sintió negar y rió. — En fin, sé que me lo dirás cuando estés listo, pero no tengas miedo de arriesgarte un poco. No importa lo que suceda, yo estaré aquí contigo, Jiminnie.

Se abrazaron aún más fuerte. Hoseok entendía el miedo de Jimin pero era hora de que su amigo dejara eso de lado y fuera feliz de una vez.

Fight for blood | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora