Capitulo Veintitrés: Conociéndote.

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Un joven de gabardina negra y lentes corría tan rápido como sus pies se lo permitían, su corazón le había ganado cruelmente a la razón para seguir sus sentimientos y reunirse con su alíen. Las dudas no le arrebatarían lo que decidió con tanto esfuerzo años atrás, no volvería a perder cruelmente al ser que interiormente amaba, nada tenía sentido si no estaba a su lado, demostraría que lo que sentía era sincero y verdadero. Le explicaría al extraterrestre ciento de veces si fuera necesario, pero dejaría bien en claro lo que es el amor y que era justamente eso lo que sentía por él.

Era más de media noche, con una determinación increíble y fuera de lo común se dio ánimos mentalmente para encarar como se debía al irken, sin darse cuenta aumentó su velocidad al punto de divisar con mucha más facilidad la sobresaliente "casa" de aquel ser que hacía pasarse de humano. Se detuvo abruptamente para recuperar el aire necesario que necesitaban sus pulmones, agachándose un poco mientras que tocaba con ambas manos sus rodillas inhalo y exhalo varias veces hasta que después de varias bocanadas de aire se recuperó.

Una vez que se re-incorporó, se enderezó con una firmeza llenándose de falso orgullo para dar unos pequeños pasos pero desgraciadamente no lo consiguió. Lasers, rayos y pequeña artillería protegían con devoción la base del irken al punto que al tratar de aventurarse evitando pobremente los obstáculos no conseguía llegar más allá de dos sencillos pasos. No tardó en concluir que la seguridad había sido reforzada. Alarmado y desesperado, el amante de lo paranormal que inconscientemente se culpó por el cambio repentino, creyó que gracias a esa disputa, el alíen no quería verlo por ningún medio.

Una punzada aguda se clavó en su pecho derribando solo un poco su tan frágil confianza, pero una sonrisa ladina se dibujó en su rostro, indicando que efectivamente el extraterrestre no abandonó el planeta, una buena señal llenándolo nuevamente de un impulso de adrenalina intentándolo una y otra vez atravesar la ruda y cruel seguridad del invasor.

¿Quien dijo que sería sencillo llegar hasta el lado del irken?

Fracaso, una y otra vez, pero no se rindió en absoluto. Sus ropas estaban rasgadas y a la vez quemadas pero lo consiguió, al final su dura obstinación lo recompenso para ir hasta el final y tocar la puerta en forma desesperada. Si, estaba muy claro. Arreglaría sus problemas con el. Como siempre la puerta no tardó mucho en abrirse dejando ver al pequeño robot asistente que comía con una extraña ternura una rebanada de pizza.

- Oh, ¿¡Mary!? =D

- Hola Gir. -saludo con pesadez- ¿Se encuentra Zim aquí?

- No. -negó con su cabeza- El amo no está.

- ¿Que? -se sorprendió- ¿Zim no ha vuelto, aún?

- Nop. -respondió moviendo un poco sus brazos- El amo sólo ordenó que cuide la base, creo que esta en problemas.

- ¿Problemas? -repitió preocupado- Gir. -llamó tomando de los brazos al robot- ¿Sabes dónde se fue Zim? ¿O lo que sucedió?

- No, no se nada, Mary. -contestó con un tono de tristeza- El amo dijo que él volvería pronto pero no sé qué habrá sucedido con el.

- ¿Puedo quedarme aquí hasta que regrese, Gir?

- Lo siento, Mary. -negó con su cabeza- El amo ordenó que nadie entrara a la base. -admitió con lagrimitas en los ojos- Es mejor que te vayas.

- Pero... ¡GIR! ¡DEBO VERLO! ¡NECESITO RESOLVER LAS COSAS CON EL!

- Vuelve a verlo mañana. -propuso apartando al humano- Adiós, Mary.

Mas allá del Odio [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora