Capitulo Setenta-Cinco: Responsabilidad.

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Los constantes latidos de su corazón eran una clara señal de lo mediocre que resultaba ser su estado emocional, múltiples pensamientos rondaban por su gigantesca cabeza, recreando viejas vivencias que supo compartir con su padre. Afectando, en el proceso, su manera habitual de caminar, reduciendo notablemente la velocidad, dando simples y cortos pasos que lo limitaban a encorvar su postura. Desgraciadamente, su vocabulario no verbal lo estaba delatando, siendo víctima perfecta para molestas y lamentables náuseas que incendiaban, sin piedad, su estómago, como si de un potente ácido corrosivo se tratase. Confrontar toda clase de interrogantes nunca sería fácil, al contrario, cada persona le hacía frente a sus problemas de muchas maneras, en especial si hablamos de cuestiones familiares, a veces entablar una buena comunicación, o gozar de una auténtica confianza era complicado.

Ignoró las persistentes incoherencias que atormentaban a su psique, ya no había marcha atrás con respecto a la decisión que acaba de tomar. Sabía muy bien que no era bueno aferrarse a los puntos negativos que perjudicaban su nueva vida, las diversas experiencias de años anteriores le dejaron en claro las crueles lecciones que lo golpearon, en más de una ocasión, a través de la ignorancia implícita en la humanidad. A pesar de cuantas veces repitiera la verdad hasta el cansancio, o gritara con fuerza la anormalidad que buscaba arruinarlo, nadie lo escucharía, tal vez esa era una de las miles de razones de porque apreciaba tanto su soledad. Sin embargo, ya no estaba solo, hizo un cambio en sí mismo, transformando gratamente su forma de ver el mundo, recordó que sus miedos no eran excusas para no hacerle frente a sus latentes inseguridades, supo abandonar parcialmente su paranoia, depresión, y dolor que en su niñez lo afectó. La pubertad no sólo era un castigo hormonal, sino que también le brindó una sabia madurez que le sirvió para darse cuenta de muchas cosas, algo que internamente agradecía porque pudo valorar a tiempo lo poco que tenía.

La imponente figura de su padre se hacía presente justo delante de sus ojos, este mismo se encontraba arduamente trabajando en uno de sus muchos experimentos o quizás la invención de algún posible invento que revolucionaria, como siempre, la vida de todos los habitantes del planeta. Sus piernas flaquearon, sus manos no dejaban de sudar, y el pulso se aceleraba de manera exorbital, la confianza depositada con anterioridad se esfumó, para darle paso al auténtico miedo que representaban los temores de una posible verdad desagradable. Involuntariamente se sintió atrapado entre un manojo de nervios, quería retractarse y abandonar cuanto antes ese monstruoso lugar, pero cuando iba a darse por vencido, recordó todos los increíbles acontecimientos que tuvo que afrontar, convenciéndose de que supo superar con éxito sucesos mucho peores. Volteo a ver al irken disfrazado que se mantenía escondido detrás de él, por pura precaución, a lo que sin darse cuenta, obtuvo coraje y valor para dirigirse a su progenitor.

Disimulando perfectamente la ansiedad, atravesó gran parte del laboratorio en un frenesí emocional, encarando directamente al profesor que lo miro con curiosidad, dejando a un lado cada una de sus herramientas de trabajo, provocando que el de gabardina negra se estremeciera, estaba condenado, pero estaría en paz si conseguía averiguar todo sobre la persona que respetaba. Odiaba la idea de que en algún momento su padre fuera capaz de crear vida alienígena... "Y si así fuera..." Deseaba recriminarle los años de reiteradas negaciones al querer mostrarle pruebas, evidencias y testimonios, sobre sus propios descubrimientos, y sobretodo cuestionarle de porque no pudo creer en él, en sus palabras... Después de todo era su hijo.. Lo que tantas veces dijo, repitió, y se humilló para tener su absoluta aprobación. No mentiría, sería negarse a cualquier posibilidad, pero.. En lo más profundo de su ser, imploraba una, y otra vez que Axl se equivocara, siendo un muy complejo malentendido o un terrible error sin excepción, pero.. El ADN nunca miente. ¿O no?.

- Papá... -habló con nerviosismo, sin saber cómo iniciar la conversación- ¿Tienes un segundo? -preguntó impaciente, acercándose al contrario.

Mas allá del Odio [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora