Capitulo Sesenta-Cinco: Variable Moral.

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El suave e impecable eco de unas alargadas botas pertenecientes a un singular invasor, resonaban a través de los estrechos y metálicos pasillos que conformaban una embarcación enteramente impresionante, donde cada pequeño detalle en su estructura era minuciosamente elaborado y cuidadosamente construido, detonando la exigencia sobre la ingeniería avanzada que cubría cada hueco de algún desperfecto o una posible debilidad. Una fortaleza impenetrable donde resguardaban a los irkens de élite, desde los invasores más fuertes y capacitados para la conquista hasta los diversos tipos de científicos que prestaban sus conocimientos desarrollados a las labores de inteligencia o misiones experimentales que debían emprender. Luego los tipos de clases iban descendiendo hasta la simpleza de los que se encargaban del mantenimiento básico, donde los irkens menos calificados solo se encargaban de los controles, reparación o la limpieza. El invasor exiliado continuo caminando bajando algunos escalones, decidido a llegar a las profundidades de la nave y centro de control de mando.

La seguridad protegía a lo más alabado e importante de toda su raza: Sus Altos. Exactamente enfrente de toda la nave, en un impenetrable cuarto con vista panorámica al imponente espacio se hallaban postrados sus líderes que gobernaban a toda la monstruosa flota extraterrestre, la cual se disponía a obedecer fielmente cualquier palabra, deseo u orden, la voluntad de los altos era absoluta.

La tensión se prolongaba extraordinariamente electrizante, incitando de manera bestial al irken de orbes magenta, mientras que continuaba absorto entre los agonizantes e insaciables gritos de algunos guardias que quisieron atravesarse en su camino, la dirección a la que se encaminaba estaba más que clara, su objetivo actual en ningún momento había cambiado, por fin luego de imaginar, planear y fantasear durante tanto tiempo, incluso llegando al punto de haberlo "soñado", su propia misión de erradicar a sus Más Altos, estaba a punto de volverse realidad.

Detuvo momentáneamente su andar, empezando poco a poco a temblar, las razones era difusas, solo pudo identificarlas como algo similar a la felicidad, esa emoción tan gratamente asfixiante recorrió todo su cuerpo, implantándose en su agitado squeedly spooch. Una sensación tan satisfactoria, casi tan perfecta como la supremacía dominante que le sucedió cuando conquistó el corazón de su humano cabezón. No.. Más bien, esto era algo adornado por una razón más sanguinaria y ruin, mezclada hábilmente con el resentimiento. O claro eso era..

Venganza. Delicada, fría y llena de rencor por lo que alguna vez admiro.

Todo estaba sospechosamente tranquilo, quitando un par de minúsculos detalles por la culpa de algunos ligeros "contratiempos", que buscaron oponerse a sus propios deseos, pero no resultó un problema de mayor gravedad, simplemente con herirlos, noquearlos o quemarlos era lo suficientemente eficaz para seguir avanzando. La expresión de felicidad combinada con el fatal orgullo de ser la "mente maestra" de tan aborrecible y perfecta maldad, era sumamente satisfactorio, es más, para el invasor con solo lograr el cometido de su plan original, lo complementaba cada vez más... Cada insulto, broma, risa y burlas ahora eran reemplazadas por las súplicas, muertes, y gritos cargados de misericordia, rogando volver las cosas a su orden natural, pero esto al de ojos magenta no le importaba, se regocijaba al verlos abrumados, ahora sería temido y respetado. ¡Deberían obedecer! ¡A el! ¡Solo a Zim!

Demostraría ante toda la galaxia entera que efectivamente era un irken defectuoso, pero que marcaría una gran diferencia en toda la historia intergaláctica, ya que estaría a punto de derrocar con sus propias manos a su raza, además con algo de suerte haría algo respecto con los Cerebros Control, nada muy arriesgado, porque era la fuente de vida de los irken, pero si entablaría un especie de acuerdo para favorecerlo a él. Todo lo demás, le daba exactamente igual. Perdido entre tan espléndido razonamiento que le brindaba su cerebro, el de piel verdosa no pudo darse cuenta cuándo fue que lo tomaron por los hombros, careciendo torpemente de cualquier reacción defensiva, debido a que se encontraba justo de espaldas a su atacante, quien lo jalo con cierta cantidad de fuerza para adentrarlo de forma abrupta a una habitación.

Mas allá del Odio [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora