Capitulo Cuarenta-tres: Rutina.

1.4K 181 35
                                    

Apenas pudo apagar su cerebro, solo por un par de horas, una visibles y profundas ojeras, estaban enmarcadas por debajo de sus ojos, siendo pobremente visibles por los finos cristales de sus viejos anteojos, un remolino descontrolado de una cruel variable de emociones y una necesidad profunda de adquirir respuestas, estaba provocando que su enorme cabeza, carburara más de la cuenta. 

La noche anterior, fue un cóctel peligroso de situaciones ridículamente infundadas, donde su estado de ánimo pasó a estar plenamente emocionado, al poder disfrutar gratamente un tiempo de calidad con su irken, a casi provocarse el mismo, un paro cardíaco, debido a la inesperada aparición de Tak. Para su fortuna, se fue como llegó, sin antes dar una certera y mal intencionada amenaza, de una lejana venganza que sin lugar a dudas, le preocupaba.

Esto no era todo el agobio mental, que le tocaba soportar, al amante de lo paranormal, ya que lidiaba con una ligera espinita en su consciencia, sobre la posible y descabellada hipótesis de que su mismo padre, en algún momento de su vida, ayudará directa o indirectamente a dar y/o formar vida alienígena. Por más loco que sonara, creía con seguridad de que se trataba de una trampa emocional, siendo por consiguiente, una sucia jugada por parte de ese irken, desviando su incertidumbre, apostó a lo seguro, intentaría conversar delicadamente con su padre. Tan solo para despejar sus dudas.

Actualmente se centraba en estar sentado en la mesa de la cocina, revolviendo con una mueca aburrida, un plato de cereal bañado en leche, acompañado de una postura tensa, por la falta de sueño, apenas lograba mantener sus ojos abiertos y a puros bostezos. Y eso no era todo, se lamentaba con horrores, ya que tenía que cumplir su obligación en asistir nuevamente a la eskuela.

- Odio mi vida... -se quejó recargando su cabeza con la mano- Quiero dormir..

- También detesto tu vida, inútil. -saludo la chica gótica, entrando a la sala- ¿Acaso pasaste toda la noche con tu novio mutante?

- No me ayudas, Gaz. -mencionó agotado, luchando para no cerrar sus párpados.

- ¿Cuando lo he hecho? -alzó una ceja, buscando algo en la alacena- ¿Acaso no hay nada comestible en esta casa? -bufo molesta mirando a su hermano- ¿Por que te ves tan destruido?

- ¿No podrías ser por una vez, una buena hermana, y dejarme en paz? -la miró con un notable cansancio- ¿Es mucho pedir?

- Lo que sea. -contestó sentándose al frente de su hermano- No me importa.

- Gracias. -respondió con ligera ironía.

- Solo regresa directo a casa, después de la eskuela. -advirtió con severidad- ¿Oíste, idiota? -lo miro de forma amenazante.

- Claro. -asintió acomodándose un poco- Espera.. -se dio cuenta las palabras de su hermana- ¿Por que? -preguntó con cierta curiosidad.

- Papa vendrá a cenar aquí, esta noche. -informó sacando su consola- Y no tengo idea del asunto que va a tratar. -explicó con seriedad mirando a su hermano- Así que déjame tranquila, y haz lo que te digo, Dib. -ordenó comenzando a jugar su videojuego.

- Quizás esta sea mi oportunidad. -murmuró en voz baja- Entendido, nos vemos luego, Gaz. -se despidió levantándose de su lugar.

- ¡Ya cállate, arruinas mi juego!

El de gabardina negra se retiró rápidamente de la cocina, para encaminarse hasta la sala principal, tomando en el proceso su mochila, el cansancio predominaba en su mirada, trayendo como una consecuencia constante, que su cuerpo se mueva con cierta dureza, anhelaba que el día se acabara de forma rápida y sin problemas, aunque eso significara, invocar a la mala suerte. Por lo que optó en salir de una vez por todas, de su hogar, para caminar directamente en dirección a la eskuela.

Mas allá del Odio [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora