Capitulo Siete: Ayuda.

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Tras cuatro horas de ininterrumpida tortura educativa.

La campana sonó.

Como si su vida dependiera de ello, todo el mundo abandonó el salón de clases, a excepción de el amante de lo paranormal y al extraterrestre que no dejaban de compartir una mirada algo efusiva.

Una incomodidad se presentó rápidamente en el lugar, pero fue detenida a tiempo por Dib que se levantó con facilidad de su asiento para acercarse a Zim.

- Hey, debemos ir a almorzar.

- Esa comida me matara, humano-Dib.

- Tienes razón.

Nunca hay que cantar victoria antes de tiempo querido Dib. La incomodidad no se rindió.

- Dib-cosa. -llamó el irken de manera nerviosa- Hay algo de lo que necesito hablarte.

- Claro. -contestó sonriendo de lado- Conozco un lugar donde podremos hablar.

Zim solo asintió para levantarse y acompañar al humano, simplemente comenzaron a caminar a través de toda de la eskuela, esto pareció confundir mucho al alíen que de manera desinteresada o más bien aburrida miraba a su alrededor familiarizándose nuevamente con el ambiente humano, luego de unos pocos años hicieron que olvidara ciertas cosas, mientras que otras volvían en forma rápida a su memoria, una mueca divertida se formó en el rostro del extraterrestre, nunca creyó que en algún punto de su existencia estaría viviendo todo eso de nuevo.

Por otro lado Dib tenía una mezcla entre nervios y ansiedad, después de unos años por fin compartiría algo de tiempo con el alíen, y se ponía mejor, esta vez no intentarían matarse. Dejó escapar una pequeña risita recordando aquellos tiempos en donde ese odio los llevó a lastimarse a tal punto de convertirse en mortadela.

Finalmente llegaron a su destino, un lugar pequeño, apartado y bastante bien escondido. Era el patio trasero abandonado, no era tan grande como el patio principal, pero antes fue muy popular, claro hasta la muerte de Zita.

- ¿Que es este lugar? -preguntó con curiosidad el alíen

- Hace un tiempo limpiaron y implementaron este lugar para poder usarlo, pero ya nadie viene después de...

- ¿Después de que?

- Nada, no es importante.

- ¡Agh! ¡Mientes! ¡Mientes!

Un berrinche que lo encontraba totalmente encantador.

- Eres adorable.

- ¡No lo soy! ¡Deja de burlarte de mi!

No lo resistió más, se acercó hasta al invasor para apretar con amor su mejilla.

- ¡AGH! ¡SUELTA A ZIM!

Un manotazo apartó la mano de Dib. Un azulado volvía a dominar el rostro del irken.

Una extraña ternura. Por otro lado una extraña calidez.

- Aja. ¿De qué querías hablarme, Zim?

- Necesito que ayudes a Zim.

- Espera.. ¡¿TU?! ¡¿PIDIÉNDOME AYUDA A MI?!

- Si, te necesito para eliminar a los Más Altos.

No supo en qué momento pero su conversación cambio.

Aquellas palabras lo habían dejado más que congelado.

Aquellas palabras lo habían dejado más que congelado

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Mas allá del Odio [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora