Capitulo Cincuenta-uno: Baile.

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Finalmente el tan dichoso pero ansiado día, para celebrar el forzoso baile escolar había llegado, el tiempo transcurrió relativamente rápido, sin darle oportunidad alguna al amante de lo paranormal, en conversar seriamente con su alíen, trayendo como consecuencia, un persistente nerviosismo, acompañada con la ligera sensación de preocupación. No podía evitar estar intranquilo con respecto a la inestabilidad emocional que perturbaba a su pequeña pareja, aunque sus intentos por regresar su tan molesta y caprichosa personalidad, con ese bobo complejo de superioridad, fue decayendo al notar la sorprendente sinceridad de sus palabras, al oír de su persona, que quería pasar la vida junto a él, exponiendo sus emociones con cierta inseguridad, muy similar a la que sentíamos los mismos seres humanos.

Esto quedó en un segundo plano, cuando sus piernas se detuvieron abruptamente frente al viejo y sombrío establecimiento educativo, vistiendo un elegante traje de vestir negro bien entallado, escondiendo una camisa de un verde opaco, resaltando una colorida corbata violeta, haciendo relucir desde el negro saco, hasta sus oscuros pantalones y ni hablar sobre el pequeño reemplazo de sus largas botas, por unos deslumbrantes zapatos de vestir. Su cabello seguía siendo el mismo, con el único cambio de tenerlo peinado ligeramente hacia atrás, con el solo objetivo de presumir sus recientes perforaciones, nunca antes había tardado tanto en arreglarse, si algo debía de agradecer, era que Gaz se compadeció de su incompetencia para ayudarlo en los últimos detalles. ¿Quien lo diría? En algún futuro debería devolverle el favor a su pequeña hermana.

Captó con cierta rapidez la presencia de varios estudiantes, entre ellos la de sus compañeros de clases, los cuales entraban felices y campantes siendo acompañados por sus respectivas parejas, algunos entre risas sinceras, otros abrazados o entre algún cursi gesto romántico, mientras que otros.. Bueno, tan solo digamos que se dedicaban a competir de quien hacía gemir más rápido al otro, un asunto más "adulto", era tristemente evidente, se trataba de la despiadada maldición de las hormonas en la época de la sekundaria.

No podía ser hipócrita y quejarse, ya que él mismo era una víctima constante, al caer más de una vez, en la tentación de llegar a un nivel más alto con su alíen. Irónicamente, como si estuviera invocando su presencia o llamándolo telepáticamente, pudo divisar a unos cuantos metros la figura del pequeño irken, quien estaba despidiéndose de otra persona, esto extraño al chico gótico, que se esforzó para intentar averiguar de quién se trataba, pero esto fue totalmente inútil, ya que estaba demasiado oscuro, y su visión no lo ayudaba en absoluto, a lo que solo chasqueo su lengua con fastidio, cruzándose de brazos.

- ¿Mono-Dib? -lo llamó con extrañeza- ¿Dib-larva?

El reiterado llamado a su persona, lo hizo inmediatamente reaccionar, trayendolo una vez más a la realidad, por lo que solo al escuchar el dueño de aquella chillona voz, adornada de un ligero puchero, para que le presten atención, lo hizo tontamente sonreír, dirigiéndole una mirada de completa dulzura, aunque sonora algo empalagoso o incluso romántico, casi todas las acciones, actitudes y pequeños gestos corporales provocaban que alegrará cada parte de su ser. No supo desde cuando experimentaba todo este melodrama sentimental, pero todo ese genuino amor solo lo producía única y exclusivamente el irken.

Justo delante de él, estaba el pequeño invasor vistiendo un colorido saco violeta, junto con una simple camisa blanca haciendo destacar un modesto moño negro, haciendo juego con unos pantalones oscuros, y manteniendo sus botas al estilo militar, pero modificadas agregando una ligera plataforma, para dar la ilusión de una altura más adecuada.

Justo delante de él, estaba el pequeño invasor vistiendo un colorido saco violeta, junto con una simple camisa blanca haciendo destacar un modesto moño negro, haciendo juego con unos pantalones oscuros, y manteniendo sus botas al estilo militar, p...

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