Capítulo 11

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—En ocasiones era bastante molestoGabriel resopla. Toma otro trago de whisky directamente de la botella, su vaso hace mucho tiempo está olvidado sobre la mesa. Beber de la botella es mucho más fácil.

Además de estar un poco locoRenato asiente con la cabeza y Gabriel escucha lo que está diciendo en algún lugar en el fondo de su mente, pero honestamente está un poco distraído. Los labios de Renato están llenos de whisky, rosados y suaves como una flor de cerezo con la forma en que los ha estado mordiendo toda la noche. Realmente no se puede esperar que preste toda su atención cuando los ojos de Renato son tan oscuros y sus labios son tan rosados y su cabello está desordenado.

Luego sacude la cabeza para despejar el pensamiento, porque no debería estar pensando eso, y mucho menos ahora. Renato es vulnerable en este momento. Está de duelo. Y, sí, ahora está soltero por primera vez en casi un año, pero Gabriel no puede aprovecharse de él de esa manera. Tal vez... Tal vez en el futuro tendrá la oportunidad de demostrarle a Renato que quiere darle el mundo, pero no ahora. En este momento solo puede mostrarle apoyo.

—¿Ga? — Renato pregunta en voz baja—. ¿Qué dijo él?

Dijo muchas cosas— Gabriel se encoge de hombros—. Lo último que me dijo fue: Gabriel, recuerda que el whisky funciona tan bien como la pasta de dientes.

Por supuesto que lo hizo. Es por eso que murió de cáncer de hígado a sus cuarenta añosmurmura Renato—. No estaba preguntando por mi viejo. Yo, um... estaba preguntando por Fausto. ¿Qué dijo cuándo lo encontraste?

Y, oh... eso duele.

Dijo que no era el tipo de persona que vos esperabasadmite Gabriel—. Dijo que no podía quedarse a ayudarte a superar esto, porque eso no es lo que él es.

—¿Eso es todo? — Renato pregunta—. ¿Eso es todo lo que tenía para decir?

También dijo que te dijera que, lo lamenta— le dice Gabriel—. Si me lo preguntas, eso no vale nada, pero no depende de mí decidirlo.

—¿Y eso es todo?

—Bastante— Gabriel se encoge de hombros, tomando un largo trago de la botella de whisky. Lo bebe tan rápido que gotea un poco por las comisuras de sus labios. Aunque ayuda, un poco, ayuda a adormecer el dolor palpitante en su pecho. Se limpia los labios con el dorso de la mano y luego deja caer la botella vacía junto a la primera que ya habían terminado—. Nada del resto fue realmente sobre vos.

—¿Dijo algo horrible sobre vos? Renato pregunta con enojo—. Porque si...

—No— Gabriel lo interrumpe—. Solo habló de algo que no sabe nada para ganar tiempo hasta que tuve que irme.

—Entonces, ¿qué dijo?

—Nada importante

—Ga, ¿qué dijo? — pregunta Renato, suplicando, arrastrándose hasta que está frente a Gabriel con los ojos bien abiertos y los labios rosados y el cabello revuelto que al mayor le cuesta más ordenar sus pensamientos.

—Dijo que él no era lo que vos necesitabas. Que era yo— Gabriel suspira, lanzando sus ojos al suelo—. Dijo que se iba porque nunca sería lo que vos querías que fuera, y que estaba bien porque yo estaría acá para vos.

—No necesito que me cuides, Ga— murmura Renato—. Pero... pero no se equivocó del todo. Puedo vivir sin él. No lo necesito. A vos te necesito.

—¿Podemos hablar de otra cosa? — Ruega Gabriel—. No quiero hablar de Fausto.

—¿Por qué lo odiabas tanto? — pregunta Renato. Gabriel suspira, porque el castaño no puede hacer esto. No puede preguntarle esto cuando la lengua de Gabriel está tan suelta y su mente está enredada. No puede estar preguntando esto ahora, cuando Gabriel podría realmente decirle toda la verdad.

Luz de GuíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora