Capítulo 15

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Gabriel no sale hasta que el agua se vuelve lo suficientemente fría como para hacer que todo su cuerpo se estremezca, hasta que sabe que no puede posponer esto de forma realista por más tiempo. Desde hace mucho tiempo, su espalda ha liberado la tensión que lo estaba paralizando y necesita salir antes de enfermarse. Todo lo que ha comido en los últimos dos días es algo de lo que horneó y su conmoción cerebral hace que todo se sienta pesado. Necesita moverse. Necesita comer, descansar y recuperarse, y no puede hacer eso cuando está escondido en la bañera como un niño pequeño.

Así que sale y se quita la toalla lentamente, tomando el poco de consuelo que puede para alargar el tiempo hasta que tiene que enfrentarse a Renato. Es débil y le duele el cuerpo y está más agotado emocionalmente que nunca. No quiere hacer esto ahora, porque ni siquiera está seguro de que tenga la energía para estar enojado, y Renato no puede ser perdonado solo porque Gabriel no puede reunirse lo suficiente como para enojarse.

Se desliza en la ropa que Renato debe haber traído y odia, odia, odia como es exactamente lo que quiere usar. Es el cómodo pantalón deportivo al que Gabriel solía meterse para tumbarse en el departamento cuando tenía resaca y es el buzo que Renato siempre le daba para usar cuando estaba enfermo. Sigue siendo el kit que usa en sus peores días, porque siempre lo hacen sentir un poco mejor, hacen que la oscuridad retroceda un poco más de lo que puede manejar por sí solo.

Se encontró con algo que realmente no espera cuando finalmente sale del baño. Renato está sentado en la cama con la espalda apoyada contra la cabecera. Amanda está acurrucada sobre sus pies, parpadeando somnolienta a Gabriel antes de que eche la cabeza hacia abajo.

—Llegamos a un acuerdo cuando te desmayaste— Renato se ríe, rascando a Amanda detrás de las orejas. Gabriel no dice nada y el castaño continua —. ¿Cómo está tu espalda y tu cabeza?

—Estoy bien— Gabriel dice en voz baja. —Solo dame la oportunidad de comer, y luego podes explicarte.

—Está bien— Renato asiente.

Una mezcla de alivio y angustia cruza su rostro antes de volverse hacia la cabeza de Amanda para seguir acariciándola. Gabriel puede decir que está igual de preocupado por esto, dividido entre querer saltar y querer postergarlo todo el tiempo que pueda. La cosa es que Gabriel no siente ninguna simpatía por él. Renato ya ha postergado esto por dos años. Si no estaba listo para hacer esto, entonces no debería haber venido. Ambos estarían mejor si él nunca hubiera regresado.

No es que Gabriel quiera hacer esto. Daría cualquier cosa para volver atrás y volver a antes de que Renato apareciera de nuevo. Antes de que se arruinaran sus diarios, saber la verdad sobre esa noche y que todos sus secretos quedaran al descubierto.

—¿Estás sintiendo algún otro síntoma de la conmoción cerebral? — pregunta Renato en voz baja.

—Solo dolor de cabeza, y creo que es principalmente por el golpe—admite Gabriel. Renato asiente y se queda callado durante un par de segundos. Gabriel no puede seguir postergando la conversación que Renato ha estado queriendo iniciar así que dice: —Necesito terminar con esto, Renato. Comenza a hablar. Han pasado casi seis años, y necesito que esto termine.

—Han pasado dos años, Gabi— dice Renato en voz baja—. ¿Estás seguro de que estás bien?

—Han pasado dos años desde esa noche— Gabriel le responde—. Sin embargo, hace más de cinco años y medio que he estado aferrado a vos. Al menos, ha pasado tanto tiempo desde que me aferré a vos en la forma en que lo he hecho.

—Mentira— Renato responde—. Estabas demasiado ocupado garchando con alguien para estar enamorado de mi en ese entonces. Nunca me habías notado así en esos días.

Luz de GuíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora