—¿Qué pasa amor? —una voz grave murmura en la parte posterior del cuello de Gabriel—. Todo tu cuerpo se siente tenso.
—No quiero irme— admite Gabriel, girándose para enterrar su cara en la almohada. Él sabe que está siendo petulante, que está actuando como un niño que no quiere levantarse temprano—. Solo quiero volver a la noche anterior y quedarme acá.
—No tienes que ir a ningún lado, tú lo sabes— murmura su acompañante, tirando del hombro de Gabriel hasta que finalmente se da vuelta y se encuentra con esos ojos que tienen una forma de ver directamente la verdad—. Podrías quedarte aquí. Nos encantaría que lo hicieras.
—Hice una promesa— Gabriel dice—. Tengo que ir.
—Estás enamorado de él ¿no? —Polo pregunta en voz baja—. ¿De Renato?
—Sí— murmura Gabriel, desviando sus ojos de los ojos del otro cuando se vuelven suaves—. Lo siento.
—No hay nada por lo que lamentarte, amor— Polo le dice suavemente, presionando sus labios contra la frente de Gabriel—. No hay vergüenza, y no hay razón para sentirse culpable por no tener sentimientos por nosotros.
—Los tengo— Gabriel le dice—. Tengo sentimientos por ustedes. Me preocupo por los dos. Es solo que es Renato. Él siempre va a ser el que tenga mi corazón. Ni siquiera tengo una opción. Si lo hiciera, se los daría a ustedes. Yo solo...
—No puedes— Polo termina por él—. Lo sé. Siempre lo sospechamos. Esperábamos estar equivocados, porque queríamos que fueras parte de esto, pero está bien. No podemos reprocharte que ames a alguien más.
—Ojalá fuera diferente— Gabriel suspira—. Desearía poder enamorarme de ustedes en lugar de él. Desearía poder superarlo y seguir adelante, pero nunca va a suceder.
—No pierdas la esperanza, amor— murmura Polo—. Él se dará cuenta. Personalmente, creo que Fausto es un poco imbécil. No durarán. Sé que esperarlo será difícil, pero cuando llegue el momento, no tengas miedo.
—He pasado toda mi vida teniendo miedo— murmura Gabriel—. Es un reflejo en este punto.
—No tienes ningún motivo para tener miedo. Eres brillante, divertido y dulce. Podrías tener todo el mundo si solo decidieras tomarlo.
—No quiero el mundo— dice Gabriel—. Solo lo quiero a él.
—Bueno, creo que el primer paso para eso es probablemente salir de esta cama— Polo se rie—. Además, conoces a Lambda. Si no nos levantamos, nos sacará de aquí en unos minutos.
—Todavía no— le suplica Gabriel, acurrucando sus dedos en la camisa de Polo—. Por favor, no me ha hagas irme todavía.
—Nunca te obligaría hacer nada, y puedes quedarte todo el tiempo que quieras. Créeme, no tengo ninguna prisa por sacarte. Te mantendría con nosotros si pensara que eso te haría feliz.
—Lo he estado, vos sabes— Gabriel murmura con el pecho de su acompañante cuando se acurruca más cerca—. He sido muy feliz con ustedes. Son las únicas persona además de Renato, que me han hecho sentir especial. Como si fuera de una manera en la que no importara como me veo o el dinero de mi familia.
—Eres especial— dice Polo de inmediato, con un tono firme en su voz que le recuerda a Gabriel la franqueza de Agustín y la fe de Gastón—. Y no tiene nada que ver con tu apariencia o tu familia, o Renato, Gabi. Eres especial sin ninguna de esas cosas.
—¿Por qué, por qué decís eso de Renato? — pregunta Gabriel, levantándose de los brazos de Polo para sentarse.
—Porque piensas en él como el sol, y como si simplemente giraras en torno a él. Pero eres más que tu conexión con él. Y, si, es una gran persona pero no lo necesitas para que sea especial, y no tiene nada que ver con lo que te hace especial a ti. Eres tú, Gabi.
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Luz de Guía
Romansa-ADAPTACIÓN- A Gabriel no le importa estar asilado. Pasa sus días solo y se ha acostumbrado a ello. De todas formas, nunca le gustaron las personas. En realidad le gustaban pocas personas, solo había una a la que él realmente quería, y todas ellas s...