—No te entiendo a veces— Gabriel murmura mientras vagan por las colinas cerca del borde de la propiedad, apretándose el abrigo alrededor de él—. Podíamos estar en casa, y no estarnos congelando.
—Si no mentís acerca de por qué te echaron del colegio esta vez, entonces quizá regresemos antes.
—¿Qué querés decir con eso? —Gabriel resopla—. ¿Crees que te mentiría?
—Creo que es más probable que te echen por pasar demasiado tiempo escribiendo tus historias en las clases, otra vez, que porque estabas de rodillas ante dos chicos en el vestuario— Renato murmura—. ¿Desde cuándo garchas con alguien que te parpadee?
—Desde que estaba cansado de ser conocido en el colegio por quién es mi papá— murmura Gabriel—. Prefiero ser conocido por lo bien que chupo una pija que por el valor neto de mi viejo.
—No necesitas ir degradándote solo para que la gente deje de pensar en vos como un niño rico.
—No entendés— Gabriel suspira—. No se trata de esto. Todos en el colegio son ricos, Tato. Mis colegios no son como el tuyo. Se trata de redes y conexiones para sus negocios. Todos saben quién es mi viejo y todos están tratando de encontrar una manera de meterme en sus bolsillos para que puedan correr a casa y contarles a sus padres sobre su nuevo y brillante juguete. No quiero hacer eso. No quiero jugar su juego. No quiero recolectar personas y favores como tarjetas de intercambio para usar cuando necesite, o solo para llenar las cuentas de mi familia con más guita que no necesitamos. No quiero ser la marioneta de mi viejo. Así que hago lo que me hace feliz, incluso si lo consideras degradante. No lo es si se disfruta. No es como si no estuviera obteniendo nada de eso. Se la chupe a ambos, y luego ellos a mí. Fue divertido. Probablemente habríamos garchado si el profesor no nos hubiera encontrado. Es un internado, Tato. Te dan habitaciones con camas por una razón.
—Estoy noventa y nueve por ciento seguro de que esa razón no es para que jueguen con sus pijas entre sí— dice Renato con un giro de sus ojos—. Pero bueno. ¿Podemos hablar de otra cosa?
—Creo que va a llover— dice Gabriel mientras mira hacia el cielo—. Deberíamos regresar a la casa.
—Dejá de quejarte— dice Renato—. Casi estamos llegando.
—¿A dónde?—Gabriel se queja, deteniéndose solo para pisotear sus pies de manera infantil antes de alcanzar a Renato, quien se está moviendo por el paisaje como un hombre con una misión—. Lo único que hay acá es el estúpido faro y la pequeña casa.
—Exactamente— Renato sonríe.
—¿A dónde vamos? —Gabriel pregunta con incredulidad.
—Te llevaré a conocer a unos amigos.
Y... oh, eso duele. Siempre ha sido una cosa, entre ellos. Renato es realmente el único amigo que Gabriel ha hecho. No importa en que colegio termine, siempre termina siendo el marginado entre sus compañeros. Siempre termina siendo el niño con el que nadie habla, a menos que quieran algo. Incluso las personas con las que tiene relaciones sexuales no le prestan atención después del sexo. Así que es completamente natural que Gabriel haga amigos donde quiera que vaya cuando está junto a Renato.
—A mi viejo no le va a gustar que traigas a tus amigos a nuestra propiedad solo para pasar el rato— murmura Gabriel, metiendo las manos en los bolsillo—. Espero que estés teniendo cuidado de no ser atrapado.
—No particularmente— Renato murmura cuando se acercan a la casa. Toca la puerta unas cuentas veces y luego presiona su oreja contra la madera antes de decir—No suena como si estuvieran ocupados, así que deberíamos poder entrar.
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Luz de Guía
Romance-ADAPTACIÓN- A Gabriel no le importa estar asilado. Pasa sus días solo y se ha acostumbrado a ello. De todas formas, nunca le gustaron las personas. En realidad le gustaban pocas personas, solo había una a la que él realmente quería, y todas ellas s...