El cuerpo de Gabriel se siente como si estuviera en llamas. Sus brazos, sus piernas, su espalda, su pecho, su garganta y su cara están palpitanto de dolor tan intenso que Gabriel grita. Bueno, él intenta, pero todo lo que sale es un gemido áspero.
—Estás despierto— se oye una voz familiar y un ruido por toda la habitación.
Gabriel tarda un minuto en registrar todo a través del dolor. Reconoce el sonido del llanto de Ema, el chasquido de Agustín y los suaves murmullos de Gastón que están destinados a ser reconfortantes, incluso si en realidad no puede distinguir las palabras. Puede escuchar el sonido de un monitor cardíaco, el chirrido de los zapatos antideslizantes en el suelo y una voz a través del altavoz.
—Estás bien, rulitos— dice la voz de Gastón suavemente, mientras su mano se desliza sobre la de Gabriel—. No trates de hablar. Tenés una herida bastante desagradable en la garganta y todavía está sanando, pero vas a estar bien. Estamos todos acá.
—Rena... uh— Gabriel se las arregla para decir, aunque está apenas por encima de un susurro y duele tanto que hace que las lágrimas broten de sus ojos cuando los abre.
Sin embargo, no necesita escuchar la respuesta, porque puede ver a todos en la habitación y los recuerdos vuelven a inundarlo. Despertando para encontrar que Renato se ha ido. Que pasó dos días tomando cada botella que pudo conseguir. Que robó la llaves del auto. La mirada en el rostro de su madre justo antes de que sus autos golpearan entre sí. El tirón del volante que llegó demasiado tarde. Ema llorando mientras lo sacaba del auto y lo tendía en el suelo antes de que se desmayara.
Recuerda cada segundo de eso, y lo golpea como una bala.
El sonido del monitor del corazón aumenta rápidamente a medida que Gabriel siente que su pecho se contrae. Y quiere preguntar qué ha pasado, preguntar si sus padres están bien, pero puede leerlo en los ojos de todos sin tener que escuchar una palabra. Puede ver la angustia escrita en el rostro de su hermana tan claramente como si estuviera impresa en una página. La pena es la emoción que es muy fácil de ver, leer e interpretar. Sus padres no están bien, y eso es su culpa.
Su corazón bombea con tanta fuerza que no puede oír nada más por el sonido que late en sus oídos, y su visión comienza a oscurecerse. Él no está respirando. Lo sabe, y sabe que necesita hacerlo, pero parece que no puede realmente hacer que sus pulmones hagan el trabajo.
Pero tal vez eso sea bueno. Tal vez sea lo que se merece. Tal vez morir acá mismo, ahora mismo, ahora que sabe que mató a sus padres, es exactamente lo que se merece.
Sin embargo, no es lo que recibe, porque un torrente de personas se apresuran a entrar en la habitación, empujando a Ema, Gastón y Agustín mientras ellos recuestan a Gabriel sobre la cama y comienzan a bombear su pecho. Y sus pulmones comienzan a recupararse después de una pocas presiones, y la banda en su pecho se relaja hasta que puede respirar de nuevo correctamente, pero sabe que realmente no funciona. Es posible que todavía pueda caminar, hablar y respirar, pero no está vivo. Ya no.
+
La morfina es la mejor amiga de Gabriel. Está adormecido en más de un sentido.
—Gabi, sé que estás drogado, pero por favor trata de concentrarte— Ema suspira chasqueando los dedos frente a la cara de su hermano hasta que su atención vuelve a ella—. Es importante. Estoy planeando un funeral y necesito tu ayuda.
—¿Por qué... no estoy en la cárcel? — le dice Gabriel. Aun no ha podido pronunciar una oración completa de una sola vez. Los médicos dicen que dañará su voz permanente si la empuja demasiado fuerte. Aunque es sobre todo por el dolor. No le importa lo que le pase a su voz, pero tiene suficiente dolor como para agregar más.
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Luz de Guía
عاطفية-ADAPTACIÓN- A Gabriel no le importa estar asilado. Pasa sus días solo y se ha acostumbrado a ello. De todas formas, nunca le gustaron las personas. En realidad le gustaban pocas personas, solo había una a la que él realmente quería, y todas ellas s...