Capítulo 22

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Capítulo dedicado a PAle7u7.


El siguiente miércoles llegaron a casa del supermercado con varias bolsas con comestibles. Kongpob había insistido en esas clases de cocina que tanto quería y, a base de pucheros y palabras cursis, Arthit le concedió ese día para su primera clase después de que salieran de sus respectivos trabajos.

—¿Estás listo? ¿Harás todo lo que yo te diga?

Kongpob asintió con energía, muy feliz porque su novio al fin le concedería aquello que le había estado pidiendo de manera tan insistente en los últimos días.

—Todo lo que tú me digas, amor —esbozó una gran sonrisa.

Entonces, el menor miró al buen número de bolsas que había sobre la superficie de la encimera en la nueva cocina. No tenía la más mínima idea de cómo podrían hacer que todo eso adoptara una forma lo suficientemente apetitosa como para ser comida.

Arthit sacó dos delantales de una bolsa, le tendió a su novio el negro y él se quedó con el blanco.

—Ayúdame a poner todo en su lugar primero.

Pasaron los siguientes 15 minutos acomodando cada producto en su lugar, con algunos reproches de Arthit ante las manos traviesas de Kongpob. Dejaron fuera unos vegetales para comenzar con la preparación.

Algo muy sencillo y rico de cocinar era la ensalada de fideos. Además, era un platillo que no tenía picante y por eso Arthit creía que enseñar eso a Kongpob sería perfecto.

—Bueno, primero vas a lavar y a cortar estas verduras. Yo pondré la pasta.

Kongpob consideraba que era bueno para casi todas las tareas del hogar, excepto para cocinar. No sabía porqué, pero de repente se volvía muy torpe cuando de preparar alimentos se trataba; lo mejor que podía hacer eran algunos huevos al vapor y eso porque se había prometido a sí mismo que empezaría a cocinar para su novio. Fuera de eso, no había nada más.

Mientras Arthit dejaba que empezara a hervir la olla con agua, Kongpob lavó las verduras. Hasta allí todo bien; el verdadero problema empezó cuando tomó el cuchillo.

—¿Las corto a lo largo o a lo ancho? ¿Debo dejarles la piel? ¿Corto o dejo los extremos? —Un montón de preguntas atacaban su cabeza. Quería hacerlo bien, así que no se calló.

Arthit se acercó a él y a las verduras ya lavadas. Tomó uno de los pimientos para responderle.

—A los pimientos debes sacarle las semillas —Enseguida le mostró la forma en que tenía que cortar cada una de las demás verduras. —Es lo mismo con las cebollas, zanahorias y pepinos. Ya te he ayudado bastante, ¿crees que puedas con las demás?

Kongpob había mirado con atención lo que hicieron las manos de su novio para después intentar imitarlo él mismo. Dejó que Arthit se girara para revisar el agua que ya hervía mientras él cortaba con cuidado las verduras. Algunos cortes quedaban disparejos, unos muy pequeños y otros demasiado grandes, así que luchaba por emparejarlos.

—Ouch... —siseó, alejando de inmediato su mano y sacudiéndola en el aire de forma instintiva. Miró que tenía una pequeña cortada en el nudillo, nada grave, pero visible. Al menos no había sido su dedo completo.

Y Arthit, que ya había puesto los fideos dentro del agua, ajustaba el fuego de la parrilla cuando oyó aquella queja. De inmediato se giró para ver qué sucedía y caminó hacia su novio al ver una gota de sangre.

II. ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora