Capítulo 26.2

1.8K 194 47
                                    

Para ese sábado, ambos habían pedido permiso en sus respectivos trabajos para salir un par de horas antes. Esa noche darían la fiesta para inaugurar su nueva casa y estaban muy emocionados.

Faltaba ya poco para que marcara la hora en que citaron a los invitados y Kongpob ya había enviado un mensaje a Arthit para avisarle que iría por él al trabajo, pues se encargarían de los últimos preparativos de la fiesta de esa noche. Sonrió muy amplio cuando vio que este se aproximaba al auto.

—Hola —saludó aún sonriente cuando el mayor terminó de abrocharse el cinturón. Se inclinó para besar sus labios.

Como siempre que se besaban en público, Arthit se avergonzó un poco y sus mejillas se tiñeron de rosa.

—Hola... —susurró bajo y con una pequeña sonrisa.

Tan pronto como estuvieron en la casa, Kongpob fue a abrir la cajuela del auto para sacar un par de cajas con algunas cosas para la fiesta como desechables, algunas bebidas enlatadas y frituras. Las había comprado de camino al trabajo de Arthit.

Le dio la caja más liviana a éste y él se encargó de la otra, luego las dejaron en la cocina. Allí, el menor vio a su alrededor como pensando si había algo más que no hayan considerado.

—¿Nos hace falta algo más? —se preguntaba, mirando hacia todos lados.

Arthit también miró alrededor por si había algo que no habían tomado en cuenta.

—Creo que no... Ya sólo deberíamos bañarnos y cambiarnos.

Su novio estuvo de acuerdo, así que hicieron su camino al segundo piso.

Desde la mañana, Kongpob ya había escogido su ropa para la fiesta, ésta estaba colgada en el gancho más próximo en el interior de su armario. Tomó su toalla antes de entrar al cuarto de baño seguido de su novio, quien rápidamente quitó su ropa y la colocó en el cesto de la ropa sucia mientras él abría las llaves del agua para esperar a que la temperatura se regulara.

Luego de quitarse también su ropa y dejarla en el cesto, Kongpob fue hacia donde Arthit estaba de pie y lo abrazó desde atrás.

—Amor... —murmuró—. ¿No te gustaría matar un poco el tiempo antes de la fiesta?

Ahora su rostro estaba escondido en el cuello de Arthit, donde dejaba pequeños besos. El mayor sólo giró ojos y se adentró lentamente a la ducha. Él pocas veces le decía directamente que no, siempre lo dejaba a consideración de Kongpob.

Y Kongpob por un momento pensó en no insistir más y limitarse a apreciar la vista que le regalaba su novio estando debajo de la ducha; no obstante, sus manos parecían opinar lo contrario, pues empezaron a tocar de manera atrevida el cuerpo desnudo de Arthit, quien dio un saltito en sorpresa al sentir su tacto.

—No te puedes estar quieto, ¿verdad, Kong? —soltó una pequeña risa.

—Uhhm, no... —respondió el mencionado con los labios pegados a la piel del cuello, de nuevo sus brazos lo habían atrapado desde atrás y sus manos paseaban por su estómago y descendían de forma lenta, ayudando a lavar el jabón a base de caricias.

La respiración de Arthit ya comenzaba a agitarse, pues hace mucho que no tenían relaciones. Y sí, algunos días era mucho para él.

—N-No tardan en llegar nuestros invitados... —suspiró, cerrando sus ojos al sentir que Kongpob continuaba repartiendo besos desde sus hombros hasta su mandíbula.

Al mismo tiempo, la mano del menor bajaba hasta el miembro de Arthit para empezar a acariciarlo.

—Seremos rápidos, o bien pueden esperar afuera —contestó Kongpob contra su oído, dejando salir una leve risa. Luego, mordió suavemente el lóbulo de su oreja.

II. ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora