Capítulo 34

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Los días pasaron entre trabajo y otras ocupaciones, incluidos los planes para su aniversario del jueves. Ya era la mañana de ese día y Kongpob se levantó apenas abrió los ojos para hacer lo que tenía planeado para ese momento.

A las siete con quince minutos, Kongpob empezó a subir poco a poco por el cuerpo de su novio que estaba aún recostado en la cama. Antes de hacer eso, había corrido un poco las cortinas para que algunos rayos de luz entraran a la habitación y también encendió un par de velas aromáticas de la vez pasada, sólo para que el suave aroma proporcionara una agradable atmósfera a la recámara.

—Arthit... Arthit... —llamaba en voz baja, sus manos recorrían de forma lenta su torso hasta subir a sus hombros. Al final acercó su rostro para susurrarle una vez más al oído y luego morder suavemente el lóbulo de su oreja.

El susodicho había sentido cómo los dientes de su menor pasaban por su oreja, lo cual lo hizo temblar. Aquel era un día especial, así que hizo un esfuerzo extra por despertarse.

—¿Q-Qué haces? —Se escuchó la voz adormilada de Arthit.

Kongpob sonrió cuando percibió el leve temblor que recorrió el cuerpo de su novio. Una vez más mordió de forma muy débil el lóbulo de su oreja.

—Feliz cuarto aniversario, amor... —susurró muy feliz.

—Feliz aniversario —Arthit estiró sus brazos y con ellos rodeó el cuello de su pareja—. ¿Es muy tarde?

—Ya te dejé dormir quince minutos más esta mañana —soltó una pequeña risa y con ambas piernas a cada lado de su cuerpo recargó su pecho contra el de Arthit. Así, alzó un poco la cabeza y le dio un beso en la barbilla—. Si tan sólo no fuera entre semana...

—Ve el lado bueno... Esta vez podremos hacer más cosas que antes —Arthit recordaba que hace un año no pudieron verse mucho, ni siquiera los anteriores. Estaban demasiado ocupados.

Ese día era el primero de muchos aniversarios más que, incluso cuando tuvieran que estar separados durante sus horarios de trabajo, pasarían juntos al despertar y también en la noche cuando llegaran a su hogar. Ahora mismo, ninguno podía sentirse más feliz de haber tomado hace unos meses esa decisión de por fin vivir juntos.

Con Kongpob aún aferrado a él, Arthit se empezó a mover para que su novio se quitará de encima.

—Tengo que ir a trabajar... Basta. ¡Quítate!

Él sabía que ese día (como en años anteriores) tendría a un Kongpob más cariñoso de lo usual. Este hizo un leve puchero y mantuvo sus piernas bien apoyadas al colchón para que Arthit no huyera de su abrazo.

—No... Déjame abrazarte un poco más... Te extrañaré mucho durante el día.

Convencido por aquellas palabras, el mayor se dejó abrazar e incluso le correspondió. Pensaba que hoy en especial no sería tan pesado en la cuestión del contacto físico, ya que ese era el primer año que lo podían celebrar realmente bien y eso le emocionaba muchísimo, pero no se lo diría a Kongpob.

—¿Hiciste de desayunar o salimos a algún lado?

El menor rio por el recuerdo de la semana pasada en el cumpleaños de Arthit. Esta vez no había intentado acercarse a la cocina para hacer el desayuno, pero eso sería diferente para la cena. Se alzó un poco para verlo mejor y esbozó una sonrisa con un deje de timidez, pero sobre todo de emoción.

—Respecto a eso... Quería pedirte que hiciéramos juntos el desayuno, ¿podemos?

—Ohh, está bien. Entonces debemos hacerlo ahora porque siempre nos distraemos y acabamos más tarde de lo pensamos.

II. ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora