Capítulo 32

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Kongpob despertó sin poder moverse en lo absoluto. No tardó en darse cuenta de que la cobija con la que habían estado tapados durante la noche estaba enredada en sus piernas, además del hecho de que el cuerpo de Arthit estaba por completo sobre el suyo.

Giró un poco la cabeza para ver el reloj en la mesa de noche y se dio cuenta de que era un poco tarde para él. He de haber estado muy cansado, pensaba, pues ni siquiera recordaba el momento en que se quedó dormido. Llevó una mano hacia la espalda de Arthit y empezó a frotarla, al mismo tiempo llamándole por su nombre para que despertara.

—Arthit...

Fue justo en ese momento que el mayor supo que fue mala idea el dormir sin camiseta. Ahora tenía frío, aunque eso no lo veía mucho como un problema, pues debajo de él tenía un cuerpo tibio. Por eso, se acercó aún más a él.

Entonces, Kongpob supo que sus acciones estaban teniendo un efecto contrario. Mejor, decidió abrazarle fuerte y con un pequeño esfuerzo lo tumbó a su lado. Enredó sus piernas, juntó sus frentes y después le dio en los labios un pequeño beso de buenos días. Sin embargo, esta vez Arthit no podía ser despertado ni con aquellos sutiles besos.

El menor apretó los labios. Sus brazos envolvían a Arthit, cuya piel sentía aumentar de temperatura conforme pasaban los minutos. Pero al mismo tiempo se preguntaba... ¿Quién lo iba a calentar a él?

Pensando en eso, jaló un poco más las cobijas para taparse mejor y luego se acercó más a su mayor al tomarlo por la cintura. Acariciaba su piel de arriba hacia abajo, disfrutando de lo suave que ésta era y lo tibia que estaba al tacto; en algún punto, estuvo acariciando por debajo de la única tela que cubría a su novio. Al sentirlo, Arthit se removió y empezó a abrir los ojos.

—¿Qué estás haciendo? —Su voz sonaba inestable por el sueño. Muy rara vez despertaba cuando su novio aún no se levantaba.

Kongpob retiró su mano de forma lenta y la subió hacia su cintura de nuevo.

—Tengo frío... —murmuró, frotando un poco sus piernas con las de Arthit—. Dame calor...

—El que tiene frío soy yo... —Arthit se tapó hasta la barbilla con la cobija—. Si sigues aquí, quiere decir que es muy temprano... así que déjame dormir... —Su voz se había ido apagando mientras hablaba.

Kongpob suspiró. La verdad es que no era tan temprano, pero ahora mismo estaba muy a gusto en la cama junto con su novio; y que éste no trajera encima nada más que su ropa interior, era también uno de los factores que le impedían dejar la cama. Su mano se paseó por el pecho ajeno, el cual acarició sin vergüenza alguna.

—Debiste pensarlo dos veces antes de dormirte sin ropa...

—Para qué necesito más ropa si... tenemos cobijas y... estas tú... pero tú no estás haciendo... un buen trabajo... porque... tengo frío... —Arthit hablaba entrecortado, ya que estaba en el limbo de la consciencia y la inconsciencia.

Kongpob apretó los labios una vez más. ¿Cómo que no estaba haciendo un buen trabajo? Si era él quien tenía al otro entre sus brazos, otorgándole todo el calor que podía en ese momento.

Entonces decidió que, si el calor de sus brazos no era suficiente, tendría que recurrir a otros métodos para quitarles el frío tanto a su novio como a él mismo. Con ese objetivo, se metió debajo de las cobijas para empezar a repartir besos por todo el cuerpo de Arthit, quien fue traído a la consciencia de nuevo al sentir unos labios sobre su piel.

—¿Qué haces...? —apartó las cobijas para verle mejor.

Los labios de Kongpob estaban por el estómago cuando sintió que le destapaban. Miró a su novio, que tenía una expresión de confusión en su rostro adormilado.

II. ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora