Capítulo 31.2

2.1K 206 78
                                    

Ese día en su trabajo, al parecer los compañeros de Arthit también se enteraron de que ese día cumplía años, así que recibió muchas felicitaciones. A la hora de su descanso, recibió una llamada de su madre, quien le felicitó y no olvidó hacerle prometer de nuevo que para las fiestas de diciembre llevaría a Kongpob a la casa y, no menos importante, que pronto esperaba ser invitada a la propiedad que ahora tenía la pareja.

Unos minutos antes de salir de su trabajo, Arthit le envió un mensaje a Kongpob para avisarle que ya había terminado su turno y que le estaría esperando fuera del edificio.

Entonces, luego de leer aquel mensaje y conforme se acercaba al lugar donde recogería a su novio, Kongpob repasaba en su mente la segunda parte de su plan. La primera parte no había ido muy bien, pero confiaba en que lo siguiente que tenía planeado saldría de maravilla.

Esperó a que Arthit entrara al auto para acercar sus rostros, buscando como todos los días darle un pequeño beso a manera de saludo.

—¿Qué tal el trabajo? —preguntó Arthit una vez este estuvo dentro del auto.

—Todo bien. Song me pidió que te felicitara... ¿Qué tal tu día? ¿Ajetreado?

El menor sabía lo eufóricos que podían ser los compañeros de trabajo de su novio. Y a juzgar por como lucía Arthit, éstos se habían enterado o acordado de que hoy era su cumpleaños. Con los dedos le peinó suavemente el cabello, donde algo de confeti estaba allí atrapado. Pensó que eso era obra de Som-O, era lo más probable.

—Sí, algo. Me dieron... —tomó su mochila y la abrió. Allí había varios paquetes de botanas, pues cada vez que alguien lo felicitaba, ese alguien le daba algo. Incluso obtuvo 3 vasos de leche rosa a lo largo del día—. Muchas cosas.

Kongpob soltó una pequeña risa al ver todos los paquetes, luego se estiró un poco para abrir la guantera y sacar de allí un antifaz de tela.

—Espero que no hayas comido mucho... —le tendió el antifaz para que se cubriera—. Colócatelo. En el camino puedes adivinar a dónde iremos.

Arthit se quedó mirando el antifaz.

—¿Pero qué...? ¿Me vas a secuestrar? ¿Ese es tu plan? ¿Planeas llevarme a donde nadie pueda encontrarme? ¡Ahh! —soltó una ligera risa, pero tomó el antifaz y se lo colocó—. Por favor, regrésame pronto. Estamos iniciando un nuevo proyecto y no quiero atrasarme con el trabajo.

En realidad, la idea del secuestro era algo que Kongpob no se había planteado, pero ahora que Arthit lo mencionaba, creyó que no estaría nada mal secuestrarlo durante todo el fin de semana y no dejarlo ir hasta el lunes por la mañana... Aun así, decidió seguirle el juego.

—Ohhh, Arthit, eso era una sorpresa... —fingió lamentarse y giró en una esquina—. Tal parece que deberé regresar esas cuerdas y mordazas que pedí prestadas a P'Yong y Nai —se le escapó una risa.

En esas semanas, se habían enterado de que Yong y Nai tenían ciertos gustos muy peculiares en la intimidad. Ni Kongpob ni Arthit compartían el entusiasmo por lo que sus colegas hablaban tan animadamente, pero les gustaba hacer unas bromas al respecto.

También riendo, pero ya sin ver, Arthit dio un manotazo al aire. Sintió que no cumplió su cometido así que volvió a mover su mano y esa vez tuvo éxito al golpear a su novio.

—¿Está muy lejos?

Kongpob tomó entre la suya la mano que lo golpeó, la dejó de vuelta sobre la pierna de Arthit y allí entrelazó sus dedos.

—¿Por qué tan impaciente? Llegaremos en unos minutos —hizo una pausa de unos segundos—. Cuéntame, ¿estás emocionado? Apuesto que pasaste todo el día pensando en lo que tengo hoy para ti...

II. ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora