Capítulo 24

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Ese día de domingo, Kongpob despertó a una hora más razonable. Se levantó de la cama, tomó un rápido desayuno y después fue hacia el vestidor para empezar a prepararse para ir al gimnasio. Una vez listo, regresó a la recámara donde comenzó a hacer sus estiramientos, ya que su rutina consistía en correr de la casa al gimnasio antes de usar los aparatos de allí.

Terminó después de algunos minutos, cuando su novio aún seguía aparentemente dormido allí en la cama. Se acercó a él para darle un beso en la frente antes de irse.

—Regresaré en un par de horas, ¿está bien, amor? A menos que quieras ir conmigo.

Varias veces, Kongpob ya le había propuesto lo mismo a Arthit, pero este siempre estaba tan adormilado que gruñía en respuesta y se giraba para seguir durmiendo. Pero esta vez el menor tenía esperanzas, pues la noche pasada se habían dormido más temprano que de costumbre incluso para ser fin de semana y eso significaba que Arthit ya habría dormido casi doce horas.

—No... Quédate aquí. Tengo frío —dijo el mayor contra la almohada.

Era domingo y él no quería ni levantarse. Sabía que su joven novio iría al gimnasio y, como cada semana, le preguntaría si quería ir. Él se lo había propuesto antes, pero la cama que ahora tenían se lo impedía. Era demasiado cómoda.

Al escuchar aquella respuesta por parte de su pareja, Kongpob se subió con él a la cama con sus piernas a cada lado del cuerpo de Arthit. Colocó ambas manos sobre su abdomen para empezar a hacerle leves cosquillas.

—La actividad física te quitará el frío —afirmó y se inclinó un poco para llenarle el rostro de besos—. Ven conmigo, Arthit. Será divertido.

Con mucho esfuerzo, el mayor logró tumbar a Kongpob en la cama. Le tapó con las cobijas y se acostó sobre él.

—Estar aquí los dos también me quitara el frío.

¿Qué tanto tendré que insistirle para que me acompañe? pensaba Kongpob y sonrió travieso al ocurrírsele un buen método.

No se esforzó por sacarse de encima a Arthit, al contrario, le rodeó con ambos brazos para juntar más sus cuerpos. Una mano estaba posada en su espalda baja y descendió de manera lenta hasta colarse debajo de ambas prendas que cubrían a su novio de esa zona.

—No, Kongpob —Arthit sólo le dio un ligero golpe en el pecho para que dejara de hacer eso, pero no hizo nada más.

La mano del menor descendió cada vez más al igual que la ropa interior de Arthit, la cual pronto estuvo por los muslos de éste. Giró su cuerpo rápidamente para estar arriba y empezó a besar el cuello de su novio.

—Entonces acompáñame —empujó sus caderas contra las de Arthit para que sus partes bajas se rozaran—. Acompáñame, Arthit —repitió.

Este sonrió, girando su cabeza para que le besaran mejor.

—Pues yo no te veo con muchas ganas de ir....

Pero apenas dijo eso, Kongpob alejó su boca del cuello y se incorporó sobre el regazo de Arthit

—En eso te equivocas —apoyó sus manos sobre el pecho ajeno para ayudarse a bajar de la cama, provocando en Arthit una mueca de desilusión al sentir a su novio quitarse de encima. Luego, Kongpob se acomodó los shorts y la camiseta sin mangas que traía puesta, la cual dejaba ver los músculos en sus costados—. Me gusta ir al gimnasio.

Arthit hizo una mueca, luego extendió sus brazos hacia él cual niño pequeño.

—Uhmm... Iré, pero si me cambias.

II. ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora