Capítulo 25

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—Amor, tu desayuno está listo.

Kongpob estaba sentado sobre la cama, inclinado sobre el cuerpo de su novio para susurrarle al oído para que despertara.

Ya era casi su hora para irse al trabajo así que ya estaba duchado y arreglado. Sabía de sobra que Arthit se quedaría en cama ese día, él ya había llamado al trabajo de éste para notificar que estaba indispuesto (y no se molestó en especificar el porqué), así que lo dejó dormir hasta un poco más tarde. Eso también le había dado la oportunidad de salir a correr y regresar a la casa sin la preocupación de hacerlo llegar tarde al trabajo.

—Debo irme ahora. Por favor despierta y toma tu desayuno —le acariciaba el cabello con afecto.

Y Arthit había escuchado cuando su novio se levantó, se dio cuenta de cuando se fue a correr y también le escuchó en la cocina. Ahora que despertaba, tan o más adolorido como el día anterior, él pensaba que no quería quedarse solo ese día. Estaría sumamente aburrido, así que quiso hacer el intento de persuadir a su pareja para que se quedara.

—Uhhm, no... Quédate conmigo.

Ese tono de voz de Arthit hizo que Kongpob quisiera entrar a la cama y quedarse todo el día con él, pero tenía obligaciones por atender y se sentía en medio de un dilema.

—No puedo hacer eso, Arthit... Debo ir a trabajar —dijo con algo de culpa, todavía acariciando su cabello—. Pero me quedaré aquí mientras desayunas, ¿está bien?

Tenía a su lado en la cama la mesa plegable del día anterior ya con el plato y su bebida acomodados.

—¿Tienes algo muy importante por hacer el trabajo? —preguntó Arthit.

Si Kongpob decía que no, él haría de todo para hacer que se quedara.

El menor lo pensó por unos segundos. Era un lunes común y corriente. Recordó que ese día le tocaba a Song hacer el inventario y rellenar el papeleo necesario, así que él no debía hacer más que su trabajo normal de todos los días.

—Pues de vez en cuando ayudo a Song con el inventario —explicaba, luego miró su reloj—. Aunque ella siempre llega muy temprano, ya debería estar terminando.

—Entonces no. No tienes nada realmente importante por hacer, así que quédate... —Con pesar, Arthit se levantó de la cama y lo abrazó.

Kongpob lo sostuvo entre sus brazos, algo incrédulo por lo que se le estaba sugiriendo en ese momento. ¿De verdad Arthit le estaba pidiendo que faltara al trabajo? Estaba batallando en reconocer a su novio en ese momento.

—¿Te sientes muy mal? ¿Sigues adolorido? —preocupado, con su mano frotaba de arriba hacia abajo la espalda del mayor.

—¿N-No me dijiste ayer que... que si hay algo que puedas hacer por mí, que te lo dijera? pues... —escondió su cara en el cuello de su novio— ...quiero que me hagas compañía hoy.

¿Estaba haciendo mal Arthit? Él llegó a pensar que sí y decidió que, si su novio no accedía, entonces le dejaría ir. Y Kongpob no podía discutir con aquella lógica y la verdad es que tampoco se haría más del rogar, Arthit ya lo había convencido casi por completo desde que se lo pidió la primera vez.

—Lo que estás haciendo se llama manipulación, ¿sabes eso? —bromeó—. Sabes que te amo tanto que no te negaría nada mientras esté a mi alcance...

—¿Manipulación? Por primera vez que te digo algo que quiero de ti y dices que es manipulación —Arthit no lo llamaría manipulación, sino más bien un método de convencimiento, por eso le dolió que su novio usara aquella palabra. —Como sea...

II. ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora