Capítulo 25.4

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Para el pesar de ambos, la hora de comer llegó poco después y Kongpob se vio forzado a separarse de su novio para traer la comida para ambos. Él no quería que Arthit volviera a saltarse más comidas por su culpa.

Comieron en paz y, después de despejar la zona, Kongpob atrapó de nuevo a su mayor entre sus brazos para no soltarlo en las próximas horas.

—Se está haciendo de noche —observaba Kongpob hacia el exterior de la ventana el sol que empezaba a ocultarse—. ¿Quieres que prepare ya el baño? —preguntó entusiasmado. Prácticamente había estado contando los minutos para la puesta de sol.

Arthit rio y ocultó su cara en el cuello de su novio.

—Sí... Puedes prepararlo ahora —susurró contra su piel. Había notado el entusiasmo en la voz de su pareja.

Kongpob le dio un beso en la cabeza en señal de agradecimiento y se tomó algunos minutos para salir de la cama. Dejó que Arthit se quedara un poco más en la cama mientras él iba al cuarto de baño a preparar la tina. Ya volvería por él en unos minutos.

A decir verdad, le habría gustado tener velas alrededor para hacer el ambiente más agradable, pero para su mala suerte eso no era así. Por ello, se hizo la nota mental de comprar algunas cuando tuviera la oportunidad.

Cuando la tina estuvo lista, Kongpob salió del baño sólo con su ropa interior puesta para ayudar a Arthit a levantarse y llegar al baño. Una vez allí, le ayudó a desabotonar la camisa que cubría su cuerpo.

—Ahora mi camisa huele a ti —comentó el menor con una sonrisa, acercando la tela para aspirar el suave aroma de su novio impregnado en ella—. Me encanta.

Como siempre, Arthit desvió la mirada y su piel se pintó de rojo. Se giró y, antes de meterse a la tina, se quitó la única prenda que le cubría.

Kongpob supo que el agua estaba a la temperatura correcta cuando, en el momento en que el mayor entró al agua, este soltó un suspiro de alivio y de repente pareció más relajado. Casi le daba pena perturbar su calma.

Pero eso no impidió que pronto su ropa interior acompañara a la de Arthit en el piso. Se sentó en el borde de azulejo de la bañera y poco a poco se deslizó dentro con él, quien se acomodó de tal manera para que Kongpob se sentara detrás de él. A Arthit le gustaba tomarse un baño relajante acurrucado contra el cuerpo de su novio.

El jabón había empezado a hacer espuma debido a los suaves movimientos que hicieron al acomodarse. Kongpob tomó con una mano una nube de burbujas para jugar con ella mientras Arthit alcanzaba la botella de shampoo. Vertió un poco en su palma y la llevó a su cabello para lavarlo.

—Déjame hacerlo —Kongpob reemplazó las manos de su novio por las suyas y continuó lavando el cabello en silencio. Habló unos minutos después cuando ya estaba enjuagando—. ¿Cómo se sienten tus músculos? ¿El baño está dando resultado?

—Se sienten un poco mejor... Espero mañana poder hacer las cosas sin mucho dolor —suspiró pesado, pero se relajó al sentir el cuerpo de su novio contra el suyo.

Ahora con el jabón entre sus manos, el menor comenzó a lavar el cuerpo de ajeno, empezando por sus hombros y descendiendo poco a poco por su pecho.

—El dolor ya es menos el segundo día... Pero recuerda que volveremos al gimnasio el miércoles.

Arthit cerró sus ojos, lamentándose por adelantado.

—Lo sé, me iré preparando mentalmente para eso...

—¿Quieres que le pida a Fai quedarme contigo mientras haces tu rutina? Tal vez pueda darte ánimos... —reía, pero era una sugerencia seria. Tal vez su novio sólo necesitaba un poco de motivación y él podría estar allí prometiéndole un buen vaso de leche rosa o lo que fuera que él quisiera cuando salieran del lugar.

II. ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora