Capítulo 30.2

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Habían pasado ya tres días desde esa última conversación. El martes, antes de irse dormir, Kongpob se había asegurado de que al día siguiente tuvieran lo necesario para un buen desayuno. Ahora, siendo las 7:30am, Arthit aún dormía plácidamente en los brazos de su novio.

—Amor... Ya son las 7:30... —decía Kongpob, acariciando con sus dedos el cabello de su novio—. ¿No vamos a hacer juntos el desayuno...? —intentó un tono de voz lastimero.

Él había estado intentando despertar a su mayor por la última media hora, pero éste seguía pidiendo otros pocos minutos más para dormir y ya empezaba a hacerse tarde para lo que tenían planeado hacer esa mañana.

Pero Arthit creía que era culpa de Kongpob que él se quisiera quedar más tiempo a dormir. Sus brazos y su pecho eran tan cálidos y cómodos que, si fuera por él, se quedaría ahí de por vida.

—Ugh, sí... Levántate tu primero —Él no tenía la suficiente fuerza de voluntad para apartarse.

Además, esa mañana en especial, aunque Arthit le había dicho que prepararían el desayuno juntos, Kongpob no sabía porqué se sentía con algo de flojera. Tal vez por eso no había podido hacer que su mayor se levantara todavía, pues él tampoco quería dejar la cama. Se removió un poco sobre las sábanas, aún con Arthit entre sus brazos.

—No puedo... No siento mis brazos —mintió y lo aferró más a su cuerpo—. Tal vez si me das un beso...

—Uhmm... Entonces no te lo daré y así nos quedaremos aquí —Arthit sonrió por su idea y se acurrucó más a su novio.

Kongpob rio un poco por aquel comentario, pero después suspiró. De verdad que quedarse allí sonaba bastante tentador...

—Pero tengo hambre.

Cuando lo escuchó, Arthit hizo un puchero. Luego, reunió todas sus fuerzas, se levantó un poco para mirar a su menor aún acostado y, apoyado con una mano en la cama y la otra en el pecho de Kongpob, se agachó para darle un beso de buenos días.

En respuesta, Kongpob llevó una mano hacia la nuca de Arthit para que éste no se alejara y le correspondió el beso, gustoso. No creyó que sería tan fácil lograr que su novio le diera un beso de buenos días, el cual le dio la energía suficiente para empezar el día.

—Nnghh, ya... Kong... —Arthit le dio pequeños golpecitos en el pecho para que rompiera el beso, ya que pronto le empezó a faltar el aire.

Este lo dejó ir, pero le dio otro pequeño beso en los labios antes de finalmente levantarse de la cama y comenzar a vestirse.

—¿Qué vamos a desayunar hoy? —preguntó curioso mientras terminaba de abrocharse los pantalones.

Arthit ya se había bajado de la cama y ahora empezaba a tenderla.

—Uhhmm... ¿Qué te parece pa tong go, pollo... y arroz?

¿Y tú también?, pensó Kongpob, mordiendo su labio. Tomó su camisa que estaba colgando del gancho y se la colocó, pero la dejó desabotonada.

—De acuerdo, ¿nos alcanza el tiempo?

Si él fuera a preparar eso, tardaría fácilmente una hora y en ese momento no tenían mucho tiempo si no querían llegar tarde al trabajo. Además, recordó lo que sucedió la vez pasada cuando Arthit le enseñó a cocinar la ensalada de fideos... Si eso se repetía, definitivamente se les haría tarde. Aunque no le importaría mucho.

—Podría llegar un poco más tarde hoy al trabajo. Ayer acabé lo que era para hoy... así que no creo que haya problema. Sólo le diré a P'Earth que llegaré después —terminaba de poner las almohadas en su sitio. Estiró sus brazos y suspiró profundo, listo para empezar el día.

II. ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora