Capítulo 23

2.2K 206 95
                                    


Capítulo dedicado a Demetrixcreed, porque fue quien más se acercó en adivinar lo que leerán a continuación...


Al día siguiente, decidieron ir a comer fuera después de sus trabajos.

Durante toda la cena, Kongpob deslizaba su mano por debajo de la mesa para tocar a Arthit, quien sin dudar le regañó por no saber controlar sus manos traviesas en público. Sin embargo, el menor no desistió y al llegar al auto ambos se vieron encerrados en una atmósfera de deseo.

Aún con el aire acondicionado encendido, ninguno de los dos soportaba más el calor dentro del vehículo. Ahora sólo estaban esperando a que llegaran a casa para comenzar una apasionada sesión de sexo que duraría al menos un par de horas.

Así que, cuando salieron del auto, Kongpob alcanzó a tomar a Arthit para acorralarlo contra el vehículo y su cuerpo. Incluso ahora, con la brisa nocturna que se colaba por la puerta abierta de la cochera, Kongpob seguía sintiéndose demasiado acalorado. No entendía porqué si él y su novio habían tenido relaciones el día anterior y normalmente podía contener sus deseos de poseerlo hasta el fin de semana, pero esta vez parecía ser diferente. La razón de esto podría ser que Arthit se veía tan adorable y atractivo con una camisa la cual le quedaba sólo un poco grande, dado que no era de él, sino de Kongpob.

Ver a su novio vistiendo su ropa provocaba demasiado en Kongpob, así que, de forma lenta, empezó a desabotonar la camisa que Arthit traía puesta. El motivo de que éste trajera aquella prenda es que, ese día en particular, ambos se habían despertado algo más tarde y se vistieron con lo que más estaba al alcance, en el caso del mayor, una camisa de su joven novio.

—Hace demasiado calor, ¿no lo crees, amor? Deja que te ayude con esto —susurró Kongpob con una sonrisa traviesa y con sus dedos empezando a tocar el pecho de su novio por debajo de la tela.

—Uhmm... ¿Ahora eres muy servicial? —observó Arthit con humor, pero con igual excitación. Sentía que su camisa era sacada de sus pantalones para después seguir siendo desabotonada hasta descubrir su pecho.

Ambos jóvenes estaban tan concentrados en sus propios asuntos que no se dieron cuenta de que la puerta de la cochera permanecía abierta, dando oportunidad a que un par de miradas curiosas los atraparan en medio del acto.

—Mami, ¿qué hacen? —resonó una aguda voz.

Tanto Arthit como Kongpob voltearon sobresaltados hacia donde oyeron aquella vocecilla. Se dieron cuenta de que, justo a unos metros junto a la puerta abierta de la cochera, se encontraban una mujer y una pequeña niña que no tendría más de cinco años.

—P-Perdón por interrumpir —balbuceó la mujer—. Yo... yo vi luz aquí y sólo me acerqué. Soy su vecina de aquí al lado.

Para entonces, Arthit ya había empujado a Kongpob y también se había girado para abotonar su camisa. Por su parte, el menor se sacudió aquellos pensamientos indecentes que empezaban a inundar su cabeza y se acercó para saludar apropiadamente.

—Es un placer conocerlas —les dedicó una sonrisa a ambas—. Mi nombre es Kongpob Sutthilack.

Intentaba actuar con normalidad, como si no los hubieran atrapado en una situación que ahora mismo él no sabía cómo disfrazar, la cual pudo haber evitado de no haber sido tan descuidado como para dejar la puerta abierta. Esa era la primera vez que tenían un encuentro con vecinos y tuvo que ser de esa manera... Esperaba que la mujer no se haya llevado una mala impresión.

—Me parece que venimos en mal momento... —La sonrisa de ella se asomó nerviosa. —Será mejor que regresemos mañana. Vamos, mi niña, dejemos a los jóvenes.

II. ArmoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora