– ¡Hola a todos! –saludó Aline contenta desde la puerta de su salón.
Ninguno de sus compañeros respondió a su saludo, como solían hacer, esa debió ser la primera señal de que algo extraño sucedía en su curso, pero Aline estaba tan concentrada buscando la mente de Ignacio para contarle lo de Arzulino, que no alcanzó a notar cómo cuchucheaban y reían disimuladamente a su alrededor. Colgó el bolso en el respaldo de su silla y se sentó junto a Melisa, que contemplaba atónita un punto al otro lado de la sala, la expresión de su amiga, unida a la forma en que Loreto miraba hacia el mismo sitio, cubriéndose la boca con una mano, debieron ser la segunda señal, pero Aline continuaba intentando contactar a Ignacio, por lo que sólo cuando se cansó de buscar la conexión y se volvió a mirar hacia el lugar donde él se sentaba, supo lo que todos sus compañeros estaban comentando. Sentada sobre su mesa estaba Vanesa, con la pierna cruzada, parloteándole entusiasmada.
– ¿Qué está haciendo? –preguntó atónita Aline a Melisa.
Su amiga se limitó a subir los hombros. Si se tratase de cualquier otro chico, la respuesta habría sido obvia: Vanesa coqueteaba, pero este no era cualquier chico, era Ignacio, y salvo Aline y Melisa, ninguna otra chica del colegio quería tenerlo cerca, menos coquetearle de esa forma atrevida y descarada que Aline sólo había visto antes en la televisión.
Ignacio permanecía pegado al respaldo de su silla, sosteniendo en su cara esa expresión amarga que lo hacía lucir como una persona mayor y aunque se veía un poco incomodo por no poder mirar la cubierta de su mesa, como solía hacer para protegerse de los pensamientos entrometidos de sus compañeros, no parecía del todo desagradado teniendo a una chica sentada allí, mostrándole las piernas. Incluso en un momento permitió que Vanesa le pusiera una mano en el hombro, cosa que a ella no le había dejado hacer en meses.
Aline, no entendía por qué el fuego se instaló en boca de su estómago y el hormigueo comenzó a recorrer sus manos, pero sabía que en cualquier momento podía hacer que Vanesa volara por toda la sala y chocara contra la pizarra, por lo que se obligó a dejar de mirarlos.
Pronto llegó el profesor a la sala y Vanesa fue a sentarse en su lugar habitual, junto a Loreto, pero no parecía prestar atención a la clase y se pasó toda la hora contemplando a Ignacio con devoción y haciendo corazones en su cuaderno en lugar de escribir. Si el amor volvía loca a la gente, como había dicho Melisa, Vanesa era la mejor prueba de que aquello era cierto. Lo que Aline no lograba entender era cómo fue posible que algo así sucediera de un día para el otro.
– Amiga, ¿Te sientes bien? –se atrevió a preguntar Loreto.
– Mejor que nunca –suspiró Vanesa.
– Es que… –Loreto buscaba las palabras adecuadas –. Parece que te gustara Ignacio.
– No, Lore, no me gusta –respondió soltando una risita boba.
Las chicas la contemplaron dudosas, si a su amiga no le gustaba Ignacio, entonces alguien había cambiado las reglas para conquistar a un chico.
– Estoy enamorada de él –afirmó con su más enorme sonrisa.
Aline se volvió a contemplar a Ignacio que trabaja en su cuaderno, ajeno a la conversación que tenía con sus amigas e ignorante del amor que Vanesa acababa de confesar. Aline nunca había pensado en Ignacio como la clase de chico del que las niñas se enamoran, no era mal parecido, pero era muy alto y delgado para su edad, no solía dirigirle la palabra a nadie, jamás sonreía y siempre tenía en su rostro la expresión de estar molesto por algo. Si los Universales no lo hubiesen obligado a ser su protector, Aline no se habría enterado de la amabilidad con la explicaba las cosas difíciles de entender, la valentía con la que enfrentaba lo desconocido, la paciencia con la que reaccionaba a sus enojos y la calma con la que ayudaba a resolver las situaciones compleja. Sin duda, todas esas características hacían de Ignacio una persona muy especial, pero Vanesa desconocía la existencia de esas características, por lo que no había razón para que ella se sintiera así de enamorada.
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LA GUARDIANA
FantasyAline acaba de llegar a la ciudad y pensaba que hacer nuevos amigos en su nuevo colegio iba a ser el desafío más importante de su año. Sin embargo, ese sería la menor de sus dificultades cuando los Guardianes Universales, unas entidades superiores q...