La siguiente vez que le sacaron la capucha de la cabeza, estaba bajo la artificial luz de una sala en el laboratorio, donde todo era de pulcro metal, incluso la silla donde la dejaron, mientras personas ocultas en gruesos trajes protectores, preparaban los aparatos a los que la conectarían alrededor de una alta mesa. Eran ridículas las precauciones que esa gente tomaba con ella, comportándose como si estuviese infectada con algo contagioso, considerando que en su vida nunca había estado más enferma que de un resfriado común, por esa misma razón desconocía los aparatos que preparaban para ella y la utilidad de las bolsas con líquidos de diversos colores que colgaban cuidadosamente de dos ganchos ubicados a cada lado de la camilla.
Antes que pudiera adivinar lo que iba a sucederle a continuación, una de las personas con traje se acercó a ella a cumplir la orden dada por el director, con un movimiento rápido y brusco hundió en su cuello una jeringa llena de un líquido que entró en sus venas como carbones encendidos y la llevó al extraño mundo de la inconciencia antes de poder gritar por el dolor.
Su cuerpo inerte carecía de voluntad y todo el cansancio la había abandonado, podía encontrarse a kilómetros de su cuerpo, pero de alguna forma irreal seguía allí, conciente del traslado hacia la metálica camilla y de cómo unas manos diligentes cubiertas por guantes de plástico le quitaban todo el uniforme escolar y cubrían su cuerpo con una delgada bata, se entristeció cuando cortaron la pulsera de la amistad que compró para Melisa, porque las cuentas cayeron al suelo como si no significaran nada, pero rápidamente la tristeza cedió su lugar al pánico cuando le instalaban ventosas en la cabeza y en el pecho para conectarla a los monitores y cuando comenzaron a pincharla para conectarle las intravenosas, ya no quiso saber más, deseó salir de ese lugar y dejar su cuerpo abandonado a su suerte.
Fue como en los veranos de su infancia, cuando se lanzaba desde los árboles a lo más profundo del lago. Primero sintió su pulso acelerarse por la anticipación, luego la sensación de flotar, suspendida en la nada por unos momentos, para luego caer dentro del agua y hundirse por el peso de su cuerpo. Al igual que en esas ocasiones, pensó que no saldría a flote, pero lo hizo, abrió los ojos y estaba de regreso en la casa de Melisa, esta vez era su habitación, lo supo de inmediato por la cegadora claridad que se colaba por su gran ventanal.
– ¿Es cierto que lo has encontrado? –escuchó preguntar a Ignacio.
–No ha sido en realidad complicado.
El sonido familiar de la voz de Simón, pretendiendo falsa modestia, alegró Aline, aún antes de poder ver que todos sus amigos estaban allí, rodeando la mesa donde habitualmente descansaban las pinturas de Melisa, observando varias hojas de papel. Alan estaba entre ellos, a salvo, había conseguido llegar al campamento sin sufrir daño alguno.
–El edificio que me describes, en el sueño de Aline, solo podía estar en la Capital –continuó Simón –. Tras una breve investigación, estoy convencido que es este –finalizó apoyando su dedo sobre un punto en la mesa.
Aline se asomó por sobre el hombre de su hermano que era el único más pequeño que ella y supo que Simón había dado con el edificio correcto, bajo su dedo se hallaba una fotografía exacta del lugar donde Aline permanecía cautiva.
–Tu convencimiento no es suficiente –dijo Ignacio escéptico.
Los compañeros decían que Simón era el chico más listo de todo el colegio, su inteligencia, conocimientos e ingenio eran tan conocidos por todos que Aline supo de ellos mucho antes de verlo llegar a su casa acompañando a su hermano. Simón había llegado a 6º año con un promedio perfecto en todas las asignaturas, incluidas las actividades físicas, donde sus alergias respiratorias le permitían escribir excelentes trabajos teóricos de lo que sus compañeros hacían en la práctica. Además, Simón era el ganador regional de los concursos de matemáticas y ajedrez, donde nunca había encontrado un rival a su altura, ni siquiera entre los chicos de cursos muy superiores al suyo. Si había alguien capaz de hallar la forma de ubicar un gran edificio, en medio de muchos grandes edificios que tapan el sol, ese sin duda era Simón.
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LA GUARDIANA
FantasyAline acaba de llegar a la ciudad y pensaba que hacer nuevos amigos en su nuevo colegio iba a ser el desafío más importante de su año. Sin embargo, ese sería la menor de sus dificultades cuando los Guardianes Universales, unas entidades superiores q...