El joven levantó el cuerpo y lo estrechó entre sus brazos.
-Vuelve a mí -susurró nuevamente, comenzando a brillar.
Había algo cálido y cercano en ese estrecho abrazo. A la niña recostada en la camilla nadie nunca la había abrazado de esa forma tan llena del anhelo de fusionarse con el otro para nunca dejarlo ir. Deseó volver a ese cuerpo y poder sentirlo, era tan triste contemplar al chico envolviendo con todo su ser ese cascarón vacío, intentando infundirle vida con el latido de su propio corazón, ese corazón al que el propio no podía más que seguirle el compás.
No sabía que Ignacio podía estar así de triste. No lo conocía hace mucho, pero no parecía el tipo de chico capaz de rogar para que alguien no lo deje. Aquello debía ser lo más trágico de la muerte, la rotunda pérdida sin retorno. Él estaba calentito y la piel de su cara se sentía suave contra su mejilla, a pesar que algo de agua le mojaba la oreja y el cuello, no había mejor sensación que la de un abrazo apretado. La alegró tanto no habérselo perdido. Ignacio también tenía que conocer esa agradable sensación, por lo que Aline levantó sus brazos de la camilla y lo rodeó por la cintura, lamentando tener las manos tan frías.
- ¿Aline?
Los dos corazones latían tan acompasados en el pecho, que parecían ser un solo, seguramente por eso, Ignacio no supo que ella estaba allí, de regreso.
- Viniste por mí - le dijo con voz ronca, intentando una sonrisa.
Ignacio se separó para contemplarla, Aline estaba segura que en su asombro no se detuvo a secar las lágrimas que aún caían por sus mejillas y ella acercó uno de sus dedos a su cara para secarlas, muy despacio, para no asustarlo.
-Volviste -sonrió él.
No había tenido muchas oportunidades de ver a Ignacio sonreír de esa forma. Se veía muy amable cuando lo hacía y dos bellos hoyuelos adornaban sus mejillas.
-Tú me trajiste de regreso -explicó Aline -. Te escuché llamarme y sentí tu corazón.
Ignacio volvió a estrecharla entre sus brazos, Aline le devolvió el abrazó y lo sintió aspirar hundiéndole la nariz en su cuello. Sus cuerpos abrazados expelían un tenue resplandor que los rodeaba.
- ¿Qué nos pasa? -preguntó Aline viéndose rodeada de luz.
"Maravillosa sincronía de energía entre Guardiana y Protector"
La voz se escuchó fuerte y clara, dentro de la cabeza de Aline. Ignacio pareció escucharla también, pues de inmediato se separó de Aline y se puso de pie a su lado dispuesto al ataque.
Nada de eso fue necesario, de pie, ocupando todo el largo de la puerta, se encontraba la criatura que acompañó a Aline durante su cautiverio, ahora que lo veía en su forma mortal, su delgada y alargada contextura resultaba más impresionante, en contraste con el gran tamaño de su cabeza, donde continuaban destacando sus grandes ojos grises, sin dejar de evidenciar el pequeño agujero que debía ser su boca, por la que no parecía poder emitir sonido alguno.
Amaro y Arzulino se abrieron paso tras la criatura, corriendo hacia a Aline, para festejar el reencuentro dando sonoras vueltas a su alrededor como era la costumbre de su pueblo, hasta que ella pudo cogerlos y abrazarlos fuerte, como se acostumbra en la tierra.
-Ignacio, te presento a Ángel -dijo Aline señalando la criatura.
"Siempre supe que llegaría a escuchar el nombre que elegiste para mí", señaló satisfecho. "Es un honor saludarte, valiente Protector"
Ignacio, con su seriedad recuperada, le brindó una tenue y desconfiada inclinación de cabeza.
"Debo señalar que nunca antes presencié tal sincronía entre Guardiana y Protector"
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LA GUARDIANA
FantasyAline acaba de llegar a la ciudad y pensaba que hacer nuevos amigos en su nuevo colegio iba a ser el desafío más importante de su año. Sin embargo, ese sería la menor de sus dificultades cuando los Guardianes Universales, unas entidades superiores q...