Frío, oscuridad y dolor. Esas fueron las primeras sensaciones que tuvo Aline al recuperar la conciencia. Estaba tendida sobre su costado izquierdo, amarrada de pies y manos en un pequeño espacio maloliente. Cuando sus oídos dejaron de zumbar pudo oír el ruido de un motor y supo que viajaba en el portamaletas de un automóvil.
La voz de Cristóbal le recordó que en los momentos de soledad se recurre a los recuerdos y comenzó por lo primero que nunca debía olvidar, quién era ella. “Mi nombre es Aline Cruzat”, se recordó para alejar la desesperación. “Vivo con mi mamá, mi papá y mi hermano Alan”. De inmediato vino a su mente la última imagen que tuvo de Alan, corriendo entre los matorrales con la fuente de poder colgando de su cuello y algo se cerró dentro de su garganta. “Él está bien, él está bien”, se repitió una y otra vez tratando de disipar la molestia que la estaba ahogando. “Él está bien y tiene un mejor amigo llamado Simón, los dos estarán conmigo cuando celebre mi cumpleaños”, el recuerdo de su cumpleaños la hizo sonreír, pero al intentarlo, descubrió que su boca estaba cubierta por cinta adhesiva, el pánico le aceleró la respiración y para controlarlo, continuó buscado entre sus recuerdos. “Mi nueva mejor amiga se llama Melisa Santos y vive sola con su papá porque su mamá se fue al cielo”, el recuerdo de Melisa, quien estaba a salvo en su casa la hizo sentir mejor. “Cuando partíamos el año escolar, los Guardianes Universales vinieron a decirme que había sido elegida para ser Guardiana, entonces conocí a mi Protector, que resultó ser mi compañero Ignacio y que ya debe estar buscándome”, la certeza que Ignacio iría por ella, finalmente la tranquilizó. Sabía que sin importar que estuviese atada en el maloliente portamaletas de un vehículo, con rumbo desconocido, él encontraría la forma de llegar a ella y juntos lograrían escapar de los Mercenarios.
Forcejeó con las ataduras de sus muñecas y tobillos, solo para descubrir que no tenía posibilidad alguna de liberarse de las gruesas cadenas de metal que la inmovilizaban. Los Mercenarios se habían preparado bien para su captura, seguramente habían comenzado los preparativos en el minuto que se enteraron que habían un Guardián y un Protector entre los niños, mucho antes de saber que se trataba de ella y de Ignacio. Debían haber planificado cuidadosamente la captura de las criaturas más rara del universo: Un niño con fantásticos poderes, que no era completamente humano y una niña, que siendo humana, desarrolló habilidades ajenas a su naturaleza. Ellos fueron su objetivo todo el tiempo, ellos y no los pequeños azules era a quienes ambicionaban llevar a su laboratorio, hacer pruebas y examinar.
No se permitiría olvidar que ella había sido lo suficientemente tonta para caer en su trampa, que no había escuchado a Ignacio advirtiéndole que regresarían por ellos, que pensó que podía enfrentarlos y vencerlos ella misma. No se permitiría olvidar que se encontraba en ese momento en la cajuela de un auto, por sus propios errores, solo así no volvería a fallar a la hora de hacer lo correcto.
Estaba completamente inmovilizada y no tenía la suficiente energía para intentar liberarse utilizando sus poderes, por eso los parpados comenzaron a caerle pesados, obligándola a cerrar sus ojos y, poco a poco, Aline alejó de su mente los planes de fuga y la incertidumbre por los suyos, para caer dentro de un sueño que la llevó lejos del maletero donde viajaba.
Estaba de regreso en casa de Melisa, en el living, que lucía idéntico al día en que le presentó a su papá, con la suave luz de la lámpara de pie encendida y el silencio solo interrumpido por una suave respiración que a ratos se volvía suspiros. El señor Santos estaba allí, sentado en su gran sillón de cuero negro, sosteniendo un vaso con licor en una mano y apretándose cansado el entrecejo con la otra, lucía triste, incluso más triste de lo que lucía habitualmente, si es que aquello era posible, parecía preocupado, como una persona que ha recibido una muy mala noticia, una noticia de acabo de mundo.
Con un fuerte suspiro, el señor Santos se llevó la mano libre al pecho y bebió el contenido de su vaso de un solo sorbo.
–He venido a cobrarte la palabra, Guardián.
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LA GUARDIANA
FantasyAline acaba de llegar a la ciudad y pensaba que hacer nuevos amigos en su nuevo colegio iba a ser el desafío más importante de su año. Sin embargo, ese sería la menor de sus dificultades cuando los Guardianes Universales, unas entidades superiores q...