Entramos a la habitación de el hospital, felicia le sonrío a margo con mucha felicidad y le extendío los brazos para abrazarla, y margo, aun dudosa la abrazó. Todos sabiamos que la felicia de ahora no era mala pero tambien conocíamos lo que podia llegar a ser, por eso todos estabamos asustados, se sentía como estar en la cuerda floja.
- ¿Como te encuentras?.- preguntó la rubia.
- Mucho mejor, aunque no paran de darme pastillas e inyectarme cosas en el suero.
Ese sujeto, el que parece ser su guardaespladas estaba parado en una esquina de la habitación, escuchando cada una de nuestras palabras y mirandonos como si quisiera asesinarnos a todos.
- ¿cuando te iras a casa?.- pregunté
- Aun no lo sé, hubo un incendio en mi edificio y parece ser que tendre que mudarme, la gente de papá dice que viviré con elle, es una gran chica, he estado conociendola estos días y es asombrosa.
- suficiente por hoy.- el hombre de traje se acerco a nosotros.- muchas preguntas en tan pocos minutos.
- No tenemos aqui ni 5 minutos.- replicó margo
- Oye, jeff. Dejalos en paz.- dijo felicia algo molesta.
- Recuerda que no puedes recibir información de golpe, es por tu salud, son ordenes de tu padre.- insistio mientras nos empujaba fuera de la habitación, él tambien salio y la cerro bajo llave.
- No quieras pasarte de listo.- me dijo por ultimo y se fue por uno de los pasillos.
- ¿Qué fue eso?.- preguntó margo
- Las estupidas ordenes de su padre... de todas las veces que he estado aqui, jamas puedo estar con ella más de 10 minutos, es muy estresante.
Comenzamos a caminar fuera del hospital.
- ¿Problemas para el joven araña?- dijo sonriendo
- Aqui no soy el hombre araña, aqui soy solo... solo peter parker...
Entramos al elevador que rapidamente nos dejo en el primer piso.
- oye, si lo que quieres es más tiempo con ella, robatela.
- ¿robarmela?- pregunté confundido
- Si, tiene que haber una hora en la que este sola y no le esten prestando tanta antención. Sacala del hospital, llevatela lejos y regresala antes de que puedan notralo.
Y una idea aparecio en mi mente, tenía razón, tendría que robarmela.
-Oye, ahora que me alejaste de el sitio a el que iba, dame dinero para el taxi...- reclamo la rubia.