CAPITULO 1

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Emily se revolvió contra el cuerpo de Morgan. Esta era la mejor parte después del sexo: Quedarse acurrucada junto a él, compartiendo aquella intimidad en la que podía permitirse bajar sus barreras. Normalmente cuando no tenían que ir a trabajar al día siguiente, permanecían así hasta la mañana. Sin embargo, Emily había quedado con J.J. y García para ir a correr y desayunar y lo que menos necesitaba era que sorprendieran a Morgan saliendo de su edificio de apartamentos cuando pasaran a recogerla.

La sola idea de que eso sucediera la hizo sonreír y temblar al mismo tiempo.

Comprobó el reloj. Eran casi las tres de la madrugada.

-Derek, tienes que irte.

El aludido se negó a darse por aludido. La estrujó un poco más entre sus brazos y dejó besos de mariposa en su cuello. Sonrió cuando ella se estremeció con un gemido.

-No hagas eso- Le reprendió sin demasiada vehemencia- Me recogerán a las siete.

- Faltan cuatro horas....

Ella levantó la cabeza disparándole una mirada de advertencia.

-Te dormirás...Como siempre...- Le vaticinó. Alzó una ceja hacia él- Y además, yo necesito descansar. Si te quedas estoy bastante segura de que mañana no seré capaz de correr...

Morgan le devolvió una expresión engreída. Emily supo exactamente qué se le estaba pasando por la cabeza. El sexo duro solía tener ese efecto en ocasiones. Se sentó y le dio un pequeño golpe en el hombro. Morgan se apartó entre risas.

-No es por eso...- Le regañó- Es que no me vas a dejar dormir...Y peor aún, si lo haces no voy a arriesgarme a que García o J.J. te encuentren aquí...Así que... Fuera de mi cama- Añadió sin demasiadas contemplaciones.

Morgan dibujó un mohín de disgusto en su rostro, pero finalmente se resignó a que aquella noche no habría más sexo.

-Me utilizas y luego me echas de tu cama...- Bromeó con tono afectado al tiempo que se incorporaba.

Emily contempló su cuerpo desnudo mientras que recogía del suelo su ropa y tuvo que contenerse para no pedirle que volviera a meterse en la cama.

Llevaban unos cuatro meses viéndose. Al principio esporádicamente, pero desde hacía algún tiempo, cada vez con más asiduidad. Emily ni siquiera sabía cómo había ocurrido la primera vez. Una noche de copas en la que él se había ofrecido a llevarla a casa, había terminado con una sesión de sexo en el salón de su apartamento. Luego se había repetido en la cama, y cuando se habían despertado al amanecer completaron la trilogía en la ducha. Por supuesto, habían hablado de terminar allí lo que habían empezado, pero no tardaron en comprender que aquella era una batalla perdida.

Pensaron que tal vez se acabarían cansando y que podrían regresar al camino de la amistad fácilmente. Se equivocaron de nuevo. Aunque ninguno de los dos hablaba abiertamente de ello, ambos sabían que comenzaban a haber sentimientos involucrados que no tenían nada que ver con la amistad. Sin embargo, era un tema que por el momento evitaban.

-¿Ni siquiera vas a acompañarme a la puerta?- Protestó Morgan cuando llegó al umbral del dormitorio. No era justo que ella se quedara allí cómodamente mientras él tenía que enfrentarse al frío de la madrugada.- ¿Ni siquiera un beso de despedida?

Emily se echó a reír.

-¿Desde cuando eres tan dramático?- Se burló. En lugar de vestirse, se levantó de la cama y se envolvió en la sábana.- Venga... Te daré tu beso de despedida...

Cuando llegó a su altura, Morgan la recibió con un beso en la frente. Emily lo miró y sonrió con timidez. Eran esos gestos tiernos los que la hacían plantearse que lo que fuera que hubiera entre ellos, era más intenso de lo que se atreverían a reconocer.

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