Capítulo 41: Sin refugio

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Sebastian consiguió un carruaje y le dio la dirección de la mansión (la mía, no la de mi padre) para que nos llevara de regreso a casa. Me ayudó a subirme al carruaje para luego subir él también. El interior del carruaje era pequeño pero acogedor. Sebastian se encontraba sentado delante de mí. El carruaje comenzó a moverse, poniendo rumbo a la mansión. Bajé la mirada lentamente, me sentía muy extraña... Me sentía nerviosa pero a la vez triste y algo angustiada. Todo lo que había pasado en el Campania... Era demasiado... 

-¡Coff, coff!

Elevé al mirada en dirección a Sebastian, éste se encontraba tosiendo con los ojos cerrados mientras apretaba con la mano izquierda su abdomen. 

-... ¿Te sigue doliendo? -le pregunté algo triste, al fin y al cabo eso le había pasado por mi culpa.

-Bueno, un poco... -dijo tratando de no preocuparme-. Es una herida provocada por una Death Scythe así que es un golpe bastante fuerte hasta para alguien como yo.

-...Lo siento. 

Sebastian me miró algo confuso para luego poner su otra mano en mi cabeza y decir: 

-No se preocupe, Joven Dama, me recuperaré pronto. Sólo necesito, con su permiso, descansar un momento. 

-Por supuesto, podrás descansar más cuando lleguemos a la mansión -dije poniendo mi mano sobre la suya.

Durante el trayecto Sebastian se mantuvo quieto, con los ojos cerrados; pero no estaba durmiendo. 

Miré por la ventana del carruaje y respiré hondamente. Todo mi vida se había puesto patas arriba en un momento, ¿qué iba a hacer ahora?


Después de un rato el carruaje se detuvo y nos dejó a las puertas de la mansión, donde Sebastian le pagó el viaje. El carruaje se fue y nosotros nos metimos en la mansión. 

Miré a mi alrededor, había pasado tanto tiempo desde la última vez que había estado aquí.

En ese momento recordé porqué me había ido a vivir con mi padre, fue por la autorización, la cual no conseguí pero qué mas da ya....

-Iré a prepararle el té de la noche, señorita -dijo Sebastian haciendo una ligera reverencia. 

-Uuhm, vale -asentí.

Le miré y me di cuenta de que la herida que tenía en el abdomen ya apenas era visible si no fuese por la sangre que había en su uniforme. Sebastian se percató de que le estaba mirando la ropa cuando dijo:

-Lamento mi presencia, iré a cambiarme antes de hacer el té -dijo haciendo otra referencia. 

Asentí con la cabeza y antes de que se fuera en dirección al pasillo de los dormitorios de los sirvientes le dije: 

-Sebastian... -se giró a mirarme algo sorprendido-. No te esfuerces demasiado, ¿vale? 

Él sonrió y asintió con la cabeza.

Subí las escaleras y fui en dirección a mi cuarto para cambiarme de ropa. Me puse una camisa blanca, con una chaqueta verde oscuro, unos pantalones cortos a juego y unos calcetines de color marrón oscuro junto con unos zapatos marrones también.

Una vez vestida salí del cuarto y me dirigí al salón y me dejé caer sobre el sofá, agotada. En ese momento entró Sebastian junto con un pequeño carro donde traía no sólo el té sino una bandeja de dulces. 

-Gracias -dije, agarrando la taza con delicadeza. 

Sebastian se sentó también en uno de los sillones. 

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2019 ⏰

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