Capítulo 38: Empieza la pesadilla

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El Vizconde Druitt seguía observándome con esa retorcida y malévola expresión. Traté de incorporarme y cuando conseguí mantenerme de pie me apoyé sobre el marco de la puerta para no volver a caerme.
-¿Cómo sabes mi nombre? -pregunté.

-Ésa no es la pregunta -hizo una pausa-. La pregunta es... ¿Cómo es que sigues viva después de todo lo que pasó?

-¿...Pasó? -pregunté algo asustada tratando de recordar- ¿Te refieres... al incendio de la Mansión Phantomhive? -pregunté.

-Por supuesto. Oh, ¿qué pasa? ¿Pensabas qué el incendio no había sido provocado?

-Por supuesto que sabía que había sido provocado. -respondí molesta.

-Oh, miré la hora que es. Tengo que irme. -dijo él.

El Vizconde salió de la habitación y aprovechando mi mal equilibrio por culpa de las sacudidas del barco me empujó al interior de la habitación.
-Cuando las preparaciones estén listas vendré a buscarla, ____. De momento espere aquí.

El muy **** cerró rápidamente la puerta cuando vio que yo me levantaba deprisa para tratar de salir de allí. Intenté abrirla con todas mis fuerzas pero él muy la había cerrado con llave. Golpeé con fuerza la puerta, gritando por auxilio.

-¡¡Por favor,que alguien me saque de aquí!! ¿Hay alguien? ¡¡Ayudaa!! -gritaba yo al otro lado de la mientras la golpeaba.

Era evidente que no había nadie al otro lado, eso o de haber alguien no quería ayudarme.


Me apoyé sobre la puerta y me dejé caer hasta quedarme sentada en el suelo, mirando al frente algo desesperada y sin saber qué hacer.

Yo... ____, ¿me iba a rendir tan fácilmente? ¡Claro que no!


Me levanté del suelo y observé a mi alrededor algo que pudiera usar para abrir la puerta...

Me separé a una distancia razonable de la puerta y corrí para darle una buena patada ...Okay, me dejé media pierna en la puerta.
-Aaay, ¡qué dolor! -dije agarrándome la pierna para mitigar un poco el dolor- ¡Esto en las películas suele funcionar!


Me levanté del suelo después de un rato allí para buscar otra forma de abrir la puerta. Mi mirada dio con otra solución: una silla.

Sí, iba a tratar de abrir la puerta con una silla.

Podrían pasar dos cosas:
1) Que la silla se rompiera en el primer golpe y que la puerta quedase algo dañada.

2) Que la puerta se abriera ... (aunque me daba la sensación de que de las dos opciones no iba a pasar ésta).

Cogí la silla y ni corta, ni perezosa, aposté toda mi fuerza a un solo golpe. Golpeé con todas mis fuerzas y...
No logré abrir la puerta...

La silla se rompió y yo me quedé sentada en el suelo contemplando alguna otra forma para abrirla puerta.

No tuve que pensar mucho ya que la puerta empezó a romperse y, desde mi lado de la puerta pude ver la hoja de una sierra mecánica abriéndose paso.
-¡¡¡GYAAAAAAAAAAAAA!!! -grité asustadísima mientras me alejaba lo más que podía de la puerta.

 

La puerta acabó por desplomarse sola y al otro lado apareció una figura roja, con una voz que se me hizo muy familiar...
-¿Te asustas sólo por ésto? ...Encima de que vengo a ayudarte. -dijo él.

-¿Grell? ¿Tú, ayudarme? ¿A mi? -pregunté perpleja.

-Sí, a ti, pequeña humana torpe. Aff -suspiró él indiferente-. Pensé que Sebas-chan estaría contigo, y no es así, que lástima. 

Kuroshitsuji Fanfic [Sebastian Michaelis y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora