¿Qué pasaría si la persona más importante en tu vida te olvida? ¿Si los momentos a los que te aferras nunca existieron? Solo quedarías perdido en el tiempo. Jungkook es mucho más que solo alguien a quien Taehyung ama, es por quien lucharía incluso e...
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Busqué como un hambriento de emociones entre los muebles algo que pudiera elevar un poco mi ánimo, y de pronto, escondida detrás de la heladera, encontré una botella de licor oscuro. Agradecí que mi tía la hubiera ocultado tan bien; si no hubiera buscado con tanta desesperación, jamás la habría encontrado. Desabroché los primeros botones de mi camisa, dejé mis zapatillas en la sala y me senté a la mesa, con la botella y un vaso frente a mí. Jungkook me había repetido en numerosas ocasiones que no podía tomar bebidas fuertes porque podrían hacerme mal. Me cuidaba como si fuera su hermanito, aunque lo supero en edad, y no pude evitar reírme, algo molesto, al pensarlo.
—Su primo —murmuré, pasando una mano por mi nuca, el dolor de mi espalda me estaba matando—. Nada más que eso, su sangre.
Serví un vaso hasta la mitad. Nunca lo había probado, pero esperaba algo parecido al vodka con jugo. Me equivoqué por completo. Terminé tosiendo, con cara de agonía, escupiendo el contenido del vaso sobre la mesa. ¿Qué demonios era esta cosa? La verdad, quería repetirlo en menor proporción. ¿Por qué la gente bebe cuando quiere escapar de la vida? Simple: porque en estado de ebriedad puedes anestesiarte y poner una pausa. De pronto, esa maldita frase escrita en un mensaje de Jimin volvió a mi mente, y pensé en todas las veces que había perdido mi vida intentando encontrarlo, solo para que ahora él encontrara algo en el pantalón de mi amigo.
—Dediqué años de mi vida a alguien que no me recuerda.
Tomé la segunda medida del licor.
—Y ahora él le va a dar el lugar que anhelé a alguien más.
Otra medida.
—Y Jungkook va a amarlo porque ya lo hizo; nunca lo olvidó, no como a mí.
Me sentía patético recurriendo al alcohol para calmar mis penas, una justificación estúpida para un llanto tan ridículo que cualquiera que me viera en esta situación podría reírse a carcajadas de mí. Nunca fui así; resolvía todo hablando y razonando con los demás, leyendo o simplemente ignorando el mundo. Hoy estoy tan afectado por mi entorno que he dejado de ser quien era, convirtiéndome en este intento de sujeto convencional que intenta arreglar su tristeza de la forma más primitiva y asquerosa que siempre he detestado: emborrachándose hasta vomitar. Cuando me di cuenta, después de llorar un buen rato, que no iba a poder poner en práctica la opción de llegar a mi cama y dormir, opté por recostarme en el sillón de la sala. No me quedaba otra que tambalearme hasta él, como el idiota primitivo e irresponsablemente impulsivo que he negado ser durante toda mi vida.
Silencio. El hermoso y doloroso silencio, ese que te deja solo con tus pensamientos, como si esperara que te hicieras pedazos recordando tu pasado. Mis pensamientos, acompañados de la botella en mi mano, fueron interrumpidos por la inquietante sensación de ser observado.