태 45. Deseo 국

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Ya habíamos dormido juntos incontables noches, en otras situaciones, cuando él estaba triste y dolido; cuando solo dejaba de llorar si le cantaba hasta quedarse dormido; cuando yo estaba triste, pero no pasaba de eso

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Ya habíamos dormido juntos incontables noches, en otras situaciones, cuando él estaba triste y dolido; cuando solo dejaba de llorar si le cantaba hasta quedarse dormido; cuando yo estaba triste, pero no pasaba de eso. Todo terminó luego de que empezara su noviazgo con Park. Ahora estaba de pie en medio de su habitación, temeroso de hacer algún movimiento en ese ambiente que se había vuelto ajeno con nuestras caricias inocentes después de volver del hospital y, luego, de nuestro beso.

—¿Trajiste algo para cambiarte? —preguntó, y yo casi respondí, pero él continuó—. No te preocupes, tengo algo para prestarte. —Abrió su armario y vi que sus prendas eran mucho más ajustadas en comparación a las mías. Sus manos envolvieron unas telas que reconocí de inmediato—. Lo he tenido un tiempo. Me da vergüenza decirlo, pero hace un tiempo te lo robé porque ya no dormíamos juntos y no lograba dormirme sin tu perfume.

Aquellas prendas, que no eran más que una camiseta y un pantalón corto para dormir, significaban solo eso para mí. Desde su toque, se habían transformado en miles de emociones encerradas en unas prendas viejas. Me extrañaba; extrañaba dormir abrazados y extrañaba mi perfume. Pero no solo el perfume, porque de haber sido así, habría tomado el frasco que dejo sobre la cajonera. Extrañaba el perfume en combinación con mi piel. Todo se había vuelto tan sugestivo que automáticamente miré hacia un punto de la habitación donde mis pensamientos se desvanecieron.

—¿Las tenías porque…?

Intenté pensar bien, lo juro; traté de creer que era porque le gustaba usar ropa más grande y cómoda para dormir.

—Porque me gusta el aroma de tu piel al dormir.

Ya no podía justificar esto sin pensar en algo más sobre las palabras que salían de sus labios, de sus hermosos, rojizos y carnosos labios. Se acercó a mí y cruzó sus brazos sobre mis hombros; estábamos tan cerca.

—J-Jungkook…

—¿No vas a cambiarte? —preguntó, sacándome de mi trance.

—Ya vuelvo. —Dije para dirigirme al baño del pasillo.

No estaba bien; mi cuerpo reaccionaba de forma extraña a cualquier cosa que él decía. Mojé mi rostro y cuello con agua fría después de cambiarme, intentando estabilizar mis hormonas. Era horrible cosificarlo para mi propio placer; humillante tener pensamientos tan oscuros sobre la persona maravillosa que amaba. Sexualizarlo era lo peor para mí, porque eso significaba tratarlo como un objeto en mis pensamientos, y Jungkook era una persona, una persona perfecta y tierna que no merecía ser ultrajado de esa forma tan cruel; dejando sobre su cálida piel besos húmedos, o mordidas que dejaran marca sobre su tez blanca. No era correcto pecar sobre su cuerpo como lo hacen aquellos que desean lo prohibido, mucho menos conocer cada rincón de su piel y besar cada parte de ella en un intento de no morir sobre su pecho. No, eso no era correcto, pero era lo único que deseaba en ese momento. Volví a mojarme el rostro unas cinco veces más con el agua helada en mis dedos antes de regresar a la habitación.

𝑷𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒐 𝑬𝒏 𝑬𝒍 𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 || 𝐓𝐚𝐞𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora