태 35. Kim V 국

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Noviembre, 2011

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Noviembre, 2011

¿Es lunes o miércoles? Quizá sea jueves. El paso del tiempo se mantiene estático en este lugar; pierdes la noción de lo rápido que la vida se escapa y no puedes hacer nada para detenerlo. Todo es blanco, todo es igual día tras día. De vez en cuando viene mi madre, lo sé solo porque reconozco su imagen sentada frente a mí, pero nada más. Algunas de mis palabras salen atropelladas y, al escucharme, comprendo que son inentendibles para ella; otras veces no puedo siquiera pensar con claridad. En cada visita, ella llora casi en silencio mientras me mira, sentado en el banco de cemento de ese jardín tranquilo.

Mi habitación es sobria, inmaculadamente prolija; hay una ventana y no nos dejan tener espejos, por lo que no tengo idea de cómo me veo. Tampoco es que me importe mucho. Solo sé que Hoseok viene cada ciertos días a verme, me peina, me cambia de ropa y se acuesta a mi lado dejándome escuchar a Bruno Mars desde uno de sus auriculares. Quiero darle las gracias y decirle que extraño conversar con él hasta del tema más trivial e insignificante, como el aroma de sus flores favoritas, el sol del verano o el frío de la nieve. Pero mi forma de hablar sale en intentos fallidos de formar oraciones. Él lo comprende y asiente, dándome a entender que lo lamenta y que, aunque no pueda pronunciar bien, sabe lo que intento decirle.
Nos dejan caminar por los pasillos y el jardín durante el día; luego cierran las puertas durante la noche hasta la mañana siguiente. Es un confinamiento que nadie sabe cuánto durará.

Me siento solo en este momento. Antes de que cambiaran mis pastillas, podía hablar mejor y hacerme entender. Así fue como conocí a alguien muy agradable aquí; siempre trataba de entenderme y me decía cosas graciosas que me hacían reír. Sentía que me protegía de alguna forma, ya que era un chico mayor que yo. Le dieron el alta hace unos días, y cuando tuvo una recaída, no volví a saber de su compañía durante muchos días; entonces fue cuando más solo me he sentido. Con el cambio de mis pastillas a una dosis combinada y más alta, empecé a perder el habla. Lo intento, pero no puedo; no tengo la energía suficiente. He llegado a no poder siquiera pensar las oraciones; mi mente está confusa. Sigo el tratamiento como me indican y me tomo el cóctel de pastillas; la psiquiatra me prometió que sería feliz y que dejaría de ser una carga para mi madre y para Hobi. Han pasado tres meses y sigo viéndolos llorar.

Por las noches, cuando estoy solo, miro el techo; cuando no puedo dormir, observo a través de la ventana. A veces veo la luna y recuerdo aquella noche en el bosque. No podíamos encontrarlo, y mi corazón se agitaba solo de pensar que estaba perdido en alguna parte del bosque. Pasaron cuatro horas antes de que lo encontrara; solo yo pude hacerlo. Me escabullí por el bosque sin que mi madre ni mis tíos lo notaran y comencé una búsqueda por mi cuenta, que dio resultado, aunque no recuerdo esa noche por la búsqueda, sino por el encuentro. Estaba dormido sobre unas hojas en la colina, sobre las escaleras. La luz de la luna iluminaba su rostro, su bello rostro; nunca vi a un niño más lindo que él. Solo puedo recordar eso ahora, su rostro, y termino olvidándolo cuando a la mañana siguiente vuelvo a tomar el cóctel de pastillas. Solo puedo recordar a todos cuando, de madrugada, el efecto de los fármacos comienza a desaparecer gradualmente.

𝑷𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒐 𝑬𝒏 𝑬𝒍 𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 || 𝐓𝐚𝐞𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora