¿Qué pasaría si la persona más importante en tu vida te olvida? ¿Si los momentos a los que te aferras nunca existieron? Solo quedarías perdido en el tiempo. Jungkook es mucho más que solo alguien a quien Taehyung ama, es por quien lucharía incluso e...
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Bailar con Jimin era divertido. Pensar que nuestra incipiente amistad se había visto interrumpida por una situación inesperada era lo que complicaba las cosas. Pero su cuerpo cada vez estaba más cerca del mío, sus manos en mi cintura se sentían demasiado bien. No recordaba que Jimin fuera tan coqueto y provocador. Había deseado sus labios desde que tenía dieciséis años, y por fin, después de tanto tiempo, los había probado.
—¿Vamos a un lugar más tranquilo para hablar? —preguntó, acercándose aún más.
—Claro.
Subimos las escaleras, agitados por el baile y el alcohol. Entramos en una habitación decorada con buen gusto, luces LED en tonos azul y violeta que se mezclaban suavemente, y una cama blanca en el centro de la habitación. Nos sentamos sobre la cama, esperando que surgiera el momento adecuado para seguir conversando. El silencio era incómodo, y yo estaba algo nervioso.
En realidad, me gustaba mantenerme en ese estado de trance alcohólico en el que todo me importaba una mierda y no tenía que preocuparme por lo que pasaba a mi alrededor. La relación que tenía con Jimin era superficial, basada en Lisa o Yugyeom. A veces hablábamos cuando Lisa nos dejaba solos mientras preparaba algo de comer, en esas pocas ocasiones en las que coincidíamos por accidente al ir a visitarla. Deportes, estudios, exámenes, Lisa... esos eran los temas habituales de nuestras breves conversaciones. Pero cuando empecé a sentir cosas por mi mejor amigo, Park dejó de ser importante. Era simplemente alguien con quien charlaba de vez en cuando y reía por sus ocurrencias en grupo, pero no mucho más.
—¿Y cómo te fue en las vacaciones? Tu primo parece agradable —dijo de pronto, rompiendo el silencio. Lo miré.
—Bien, sí. Vive conmigo por ahora. Es algo tímido, y va a empezar la universidad con nosotros, así que tendré que cuidarlo.
—¿Cuidarlo? —rió, mostrándome esa sonrisa dulce e impecable—. Tiene veinte años, ¿no? Se puede cuidar solo, Jungkook.
—Puede ser…
—No puede ser, es así.
Pero no, yo tenía que cuidar de Taehyung. Era demasiado tímido e inocente como para dejarlo solo. Alguien podría tratarlo mal, burlarse de cómo se viste, aunque a mí me parezca que se ve perfecto. Podrían reírse de su acento de Daegu, aislarlo... en mi universidad hay ese tipo de personas, como las que ves en las películas de adolescentes yankees. Me dolió tener que teñir su hermoso cabello castaño dorado, hacerlo pasar desapercibido con un tono castaño oscuro y anodino, solo para protegerlo. Tengo miedo de que lastimen a la única persona que siempre ha estado ahí para hacerme sentir que no estoy solo. Porque si eso llegara a pasar, tendría que replantearme lo que significa la paz.
