Byun BaekHyun... Capitulo 2

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Tampoco sería tan difícil ¿no?

La respuesta a esa pregunta llegó a modo gritó. Desde una habitación en el segundo piso resono un portazo y otro chillido más que lo hizo saltar en el sofá. La mujer fruncio el ceño y miró fijamente a la puerta del comedor. Un chico entró con pasos fuertes y enfadadizos, llevaba un gorro en la cabeza y el pelo se sobresalía un poco por debajo. Cruzó los brazos enfrente de la señora Byun, sin percatarse de la presencia de ChanYeol. Una mujer vestida de sirvienta llegó corriendo después.

-Lo siento, señorito, yo no...

-Despidela. -ordenó. Había una ventana justo enfrente de el y ChanYeol vio como la miraba, se veía reflejado y se quitó el gorro de la cabeza. El no sabía de moda, ya que siempre vestía el uniforme del seminario y pronto el de sacerdote, pero no era necesario ser muy listo para darse cuenta de que aquella ropa y el gorro de lana no concordaban para nada.

El chico lanzó el gorro donde estaba ChanYeol sin fijarse en el y fulmino a la sirvienta con la mirada.

-¿Qué ha pasado?. -Preguntó la señora Byun.

La chica hizo varias reverencias muy nerviosa, movió la cabeza y se disculpó muchas veces.

-Ha sido sin querer, señora, yo no quería... no pretendía...

-¡Ha teñido de rosa la camiseta del uniforme! ¿Qué crees que dirán los demás cuando la vean, eh? Voy a ser el hazmerreír del equipo. ¡Despidela ya!

La sirvienta estaba realmente arrepentida, disculpandose una y otra vez con el chico y a la mujer. Ella movió la mano y la joven salió corriendo. ChanYeol no entendía cómo algo tan simple como el color de la camiseta podía hacer que alguien fuera objetó de burla.

-Te conseguiré otra camiseta, ¿de acuerdo? Un error lo puede tener cualquiera.

-¡No ha sido un error! ¡Le he dicho mas de mil veces que no mezcle los colores cuando vaya a lavar mi ropa! ¡Es una inútil, no sabe hacer nada bien! Quiero que la despidas.

La mujer se apartó un mechón rubio de la frente y miró a ChanYeol con pesar. No era un niño, o al menos no aparentaba menos quince años. Las miradas que ella le lanzaba, el comportamiento insolente del muchacho por una simple camiseta, los gritos que no respetaban a su mayor. Si, aquel chico que le daba la espalda debía ser su alumno.

Se aclaró la garganta para llamar al fin la atención. El joven se dio la vuelta y lo miró con el ceño fruncido.

ChanYeol se quedó sin aire, sin habla, sin oido. Sólo podía ver al ser angelical que tenía delante de sus ojos. Dios debía haberse equivocado y dejado caer a uno de sus querubines con alas cuando le dio la vida a ese hermoso castaño. Era sin duda hijo de aquella mujer, aunque el sí tenía rasgos asiáticos y ella era puramente occidental. Su piel tal Blanca como la Luna; sus ojos hermosos, marrones, inocentes, hasta con el entrecejo fruncido, la nariz pequeña como la de un muñeco; y esos labios finos, rosas, que llamaban al pecado con sol mirarlos.

-¿Quién eres tú?

-Usted. -le corrigió su madre- Es el señor ChanYeol, y será tu maestro a partir de ahora.

El chico lo recorrió de pies a cabeza, sin dejar de fruncir el ceño un segundo.

-¿Maestro de que? -de repente abrió los ojos como platos y se giró hacia su madre mientras movía la cabeza de lado a lado- ¡Ni hablar! ¡Me prometiste que dejarías de mandarme profesores raros ¿Y me traes un cura?!

-Baek, cariño, tu abuela a pensado que era lo mejor.

El chico bufo, volvió a girarse para mirar a ChanYeol y se fue del comedor con resignación. Tenía el aspecto de un ángel y la actitud de un demonio caprichoso. ChanYeol se removió en el sofá y rogó a Dios que le quitará esa extraña sensación del estómago.

-Lo siento, ya le dije que necesita educación. -se levanto- Pero se que usted será capaz de dominarlo.

ChanYeol se levantó y dejó que ella pasará por su lado hacia la salida antes de seguirla. En toda su vida había escuchado muchas cosas, las prácticas como sacerdote lo dejaban a veces con muy mal sabor de boca, sobre todo en las horas de confesión, cuando la gente le contaba los pecados. Sus oídos habían escuchado todo tipo de cosas y la palabra dominar se repitió como un disco rallado en su cabeza. Mientras subía las escaleras, mientras fingia escuchar palabras de la señora Byun, mientras ella abría la puerta y le enseñaba su nueva habitación.

Dominar.

El iba a dominar a ese bello ángel.

-La cena es dentro de media hora, ¿quiere unirse a nosotros?

No tenía hambre en esos momentos y dudaba tenerla treinta minutos después. Se negó al ofrecimiento y deseó buenas noches a la mujer. Cerrando la puerta, se quedó asombrado de la belleza de su nueva habitación. Las maletas estaban en una esquina y la chaqueta colgaba de un perchero que había clavado en una de las paredes. Se dio una ducha relajante en su baño individual y después de ponerse la pijama su estómago gruño.

Tal vez se había equivocado.

Miró el reloj, se puso las gafas que había dejado sobre la mesita de noche. La Luna aún era una simple silueta en el cielo oscuro y por lo tanto tenía tiempo de comer algo antes de que capaz de darle las buenas noches. Se vistió de nuevo y salió de la habitación.

El chico abría una puerta justo en la habitación de al lado, llevaba una pijama de cuadros y el pelo mojado, y su rostro estaba aún más hermoso con las facciones relajadas. Se quedó mirando a ChanYeol unos segundos y luego pasó por su lado sin decir nada y bajo las escaleras.

Se llevó una mano a la Cruz que le colgaba en el cuello, giro el picaporte y volvió a entrar. Esa noche no cenaria. Cerró la puerta y se puso la pijama lo más rápido que pudo, arrodillandose ni un segundo después de terminar. Su cerebro se lo pedía, había tenido pensamientos indebidos con aquel chico, considerar a alguien tan bello, considerar siquiera dominar a alguien de una forma lo hacía desear el perdón de Dios.

Inocente Tentación  [ChanBaek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora